Querido Bruto

Con Querido Bruto he querido romper una lanza por la cúltura clásica de nuestros estudiantes de Secundaria, víctimas de sucesivas y pintorescas reformas educativas.

Una novela es un conflicto –moral, psicológico, militar o doméstico- narrado en más de 100 páginas. Una novela histórica sobre Julio César permite recrear la vida de uno de los grandes protagonistas de la Historia, cuya trayectoria pasa por la Guerra de las Galias, la Guerra Civil contra Pompeyo, la liquidación de la República romana y el más célebre de los asesinatos. En un puñado de cartas, que enriquecerán a cualquier lector, César se retrata como estadista, militar, orador, escritor, amigo, amante y filósofo pragmático.

Ediciones Palabra | en Casa del Libro

Primera página

Querido Bruto:

Tengo presente nuestro coloquio en la indolencia de las termas municipales de Larisa, después de la batalla de Farsalia. He decidido reanudar por escrito aquella larga confidencia junto a la piscina. Tal determinación no obedece al capricho. Hoy hemos tenido la escaramuza más peligrosa en estos cinco años de guerra civil. Pensé que había llegado mi hora. Sentí cerca la muerte varias veces, no en los talones sino delante de mis ojos: en el dardo que se clavó en mi escudo, en la espada que pudo atravesarme el pecho y desvió la suerte, en la caída del caballo rodeado de enemigos.

No tuve miedo. Estoy demasiado acostumbrado a ver morir a los hombres, a contemplar un campo de batalla sembrado de cadáveres. Sé lo que son cabezas destrozadas, rostros imposibles de reconocer, miembros cercenados. Y me son familiares esos olores repulsivos de los cuerpos que se descomponen. En cambio, me hizo temblar el juicio adverso de la Historia. Me imaginé juzgado sin misericordia por generaciones ignorantes y hostiles. He comprobado demasiadas veces que la opinión pública surge y se alimenta de la mentira, de los innumerables engaños que caben entre los extremos de la parcialidad sutil y la grosera desfiguración.

Así que Julio César tiene miedo a la Historia. Sonreirás ante esta inesperada confesión. Te parecerá exagerada. Un general templado en mil combates se asusta por una fama improbable que no ofenderá sus oídos, que nunca sentirá en sus carnes. Pero es la pura verdad. Por eso escribo. Mi última batalla no será perdida o ganada por mi espada sino por mi pluma. A ella encomiendo la calidad de mi memoria entre los vivos. Me enfrentaré a los siglos con tinta y cálamo.