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ENTREVISTA

Cristina Manzanares, presidenta de la Asociación de Amigos de la República Saharaui: “Si aquí ser discapacitado es duro para un niño, cómo será en el desierto”

• Más de 40 años como refugiados: “Si aquí que hay medios es duro tener un niño discapacitado, imagina en un campo de refugiados en medio del desierto ”

• Viaje cultural y por salud: “Para los chavales es su primera vez fuera del campamento, aquí se pueden hidratar bien y conocer otra cultura, y aportan más de lo que les das”

Archivado en: saharauis, sáhara, asociación, cristina manzanares, vacaciones en paz, acogida,

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Cristina Manzanares, presidenta de la Asociación Riojana de Amigos y Amigas de la República Árabe Saharaui Democrática · Javier Alfaro/GENTE

Cristina Manzanares, presidenta de la Asociación Riojana de Amigos y Amigas de la República Árabe Saharaui Democrática · Javier Alfaro/GENTE

El programa ‘Vacaciones en Paz’ traerá a 41 niños saharauis, cinco de ellos con discapacidad

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Javier Alfaro - Gente en Logroño
05/7/2019 - 05:00

Nacida en Santurdejo hace 58 años, Cristina Manzanares lleva los últimos 16 vinculada a la Asociación Riojana de Amigos y Amigas de la República Árabe Saharaui Democrática. Cuenta que llegó a ella por la unión de dos factores: el conocimiento de la historia del Sáhara debido a su labor profesional, ya que es profesora de Historia en el Centro de Educación de Personas Adultas Plus Ultra de Logroño, y a que, en aquel momento, su hijo tenía la misma edad que los niños del programa ‘Vacaciones en Paz’ que llegaban a Logroño, motivo por el que tuvo a uno en acogida durante cinco veranos. De su primera visita a los campamentos de refugiados saharauis recuerda mucho calor por el día y la caída de las temperaturas 20 grados cada noche. También se pregunta por qué las familias más humildes tienden a ser más solidarias y destaca las múltiples ventajas de acoger a un niño refugiado durante un par de meses.

Habitualmente los niños saharauis del programa ‘Vacaciones en Paz’ llegan a Logroño justo al inicio del verano, ¿a qué se debe que aún no hayan llegado?
Teóricamente tenían que haber llegado el día 26 de junio, pero por problemas ajenos a nuestra voluntad y a nivel nacional no ha sido así. La convocatoria con los acuerdos entre España y Argelia se tiene que publicar en el BOE y este año se ha hecho más tarde de lo habitual,tardísimo. De momento, solo han llegado en las fechas previstas un vuelo a Madrid y otro al País Vasco. El resto han sido retrasados y el nuestro, junto con los chavales que van a Navarra, llegará el día 9 de julio. El regreso será el 26 de agosto, así que los niños perderán más de 10 días. Es una faena muy gorda, especialmente para la organización. No os lo podéis imaginar.


Y más aún este año que llegan niños con necesidades especiales por primera vez a La Rioja

Son cinco niños discapacitados. Llevamos desde enero trabajando en colaboración con la ONCE, ASPACE y Cruz Roja, para el transporte, para que les puedan recibir médicos del Servicio Riojano de Salud: fisios, neuropsicólogos... Estos  no van a estar con familias sino que se alojarán en un colegio del Sagrado Corazón, gestionado por las Franciscanas de Montpellier, en Santo Domingo de la Calzada. Dos de ellas ya fueron madres de acogida el año pasado y la experiencia les gustó tanto que pidieron repetir este año y se ofrecieron a acoger a chavales con discapacidad.


¿Cómo surgió la idea?
Hay muchas otras comunidades que llevan años trayendo a niños con discapacidades y éramos conocedores de estas experiencias. Es complicado traerlos y estas monjitas han sido muy colaborativas. Además, y no quiero que se me malinterprete, puede llamar la atención de la sociedad porque si aquí, que hay medios, es complicado y duro tener un niño discapacitado, hay que ponerse en la piel de serlo en un campo de refugiados en medio del desierto del Sáhara. Quizá esto sirva para que los riojanos puedan acercarse a conocer la realidad saharaui y a solidarizarse con este pueblo. A nosotros como asociación, cada año nos cuesta más encontrar familias dispuestas a acoger niños cada verano. No solo en La Rioja, sino en todo el Estado. Desde que comenzó la crisis económica hubo un bajón tanto de manos voluntarias como de ayudas institucionales.


Aparte de lo obvio, ¿qué diferencia la acogida de un niño con discapacidad del resto?
Lo principal para todos es hacerles una revisión médica completa y detectar problemas. En el caso de los discapacitados se les hace un estudio exhaustivo de sus situación para tratar de paliar todas las necesidades posibles que tengan: terapias concretas, sillas a medida personalizadas... Por lo demás, todos los niños están vacunados, siguiendo un calendario similar al español, y, además, pasan visita por los dentistas asociados a este programa solidario, así como por las ópticas incluidas en la denominada ‘Ruta de la Luz’, que examinan a los chavales y sufragan el gasto de gafas y revisiones. Esto se hace, principalmente, por la incidencia de la luz en sus ojos y por la calidad del agua que beben, aunque el comercio y el agua embotellada ya está llegando allí.


Son atenciones que es dificil que tengan en el campamento
Los niños discapacitados, sobre todo, necesitan una atención muy concreta y aquello es un campo de refugiados desde hace 43 años, que está muy bien organizado, pero que tiene carencias. Está en la ‘hamada’, en el interior del desierto del Sáhara y con gran altitud. Si aquí nos hemos muerto de calor estos días con 43 grados, piensa en el verano de allí con más de 50 grados. Yo he estado en cuatro ocasiones en otras épocas del año y es complicado porque allí si de día has tenido unos 30-35º grados, por la noche las temperaturas bajan unos 20 grados en menos de dos horas.


¿Cuántos chavales vienen este año a La Rioja?

Son 41 de entre 9 y 11 años. Una cifra similar a los últimos años.


Sin embargo, hace unos años se rozaba el centenar
A principios de los años 2000 se llegó hasta los 87 y en todo el Estado más de 10.500, ahora es menos de la mitad. ¡Qué más quisiéramos que acoger a muchos más! La crisis ha influido bastante. El número de los que llegan depende siempre de las familias disponibles para acoger. Cada año, desde que los niños se van, trabajamos en incorporar nuevas familias al programa.


Al haber menos familias de acogida, ¿es diferente la elección de los niños allí?

La natalidad en el Sáhara sigue siendo muy alta. Ahora se han restringido las edades que pueden venir y en vez de repetir 4 o 5 veranos como antes, vienen solo 1 o 2. Allí el criterio de selección es la edad y si tienen algún problema médico también vienen.


¿Qué supone para las familias?

Para las de allí es un desahogo tremendo porque sus niños ganan calidad de vida en esta época tan infernal de calor allí. En segundo lugar porque se les van a hacer revisiones médicas y van a poder hidratarse adecuadamente, van a conocer la vida fuera de un campamento de refugiados, se van a relacionar con niños de aquí y van a poder conocer otra cultura como la española. Esos niños es la primera vez que logran salir del campamento.


¿Y para los que acogen?
Cada casuística es diferente. En mi caso, al ser profesora de Historia y tener un hijo que, en aquel tiempo, tenía su edad, probamos y la experiencia fue maravillosa. De verdad que fue mucho más maravillosa de lo que pensábamos porque te aportan muchísimo. Tú les das, que encima aquí tenemos de más de todo, pero ellos te dan muchísimo más porque no todo es material. Mira, hay gente que acoge por primera vez que cree que los niños no se van a querer volver a los campamentos después de haber estado aquí y nada más lejos de la realidad, quieren volver con sus familias más contentos que chupín porque, claro, su mamá y su papá están allí.


¿Qué actividades hacen aquí?

Cada familia se organiza y algunas se juntan. La asociación hace 3 convivencias en las piscinas de Rincón de Olivedo, San Román de Cameros y Santo Domingo.


Actualmente, ¿tienen esos niños posibilidad de volver aquí?
Ahora ninguna, salvo los que están enfermos para recibir tratamiento. En los primeros años algunos sí pudieron venir para estudiar. Durante una época, Argelia, a quien pertenece el territorio saharaui donde están los campamentos, llegó a un acuerdo con Cuba y los chavales que destacaban en los estudios podían ir allí a seguir formándose.

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