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XXXIV ANIVERSARIO DE LA CONSTITUCIÓN DE 1978

Isabel Carrasco reivindica más competencias para los municipios y las Diputaciones

El XXXIV Aniversario de la Constitución Española de 1978 se convirtió este año también en un canto a la ‘revolucionaria' Constitución de Cádiz de 1812 -'La Pepa'- que consagró la división de poderes de Montesquieu, la libertad de expresión yla libertad de imprenta. Es también la Constitución que creó los municipios y las diputaciones cuyo papel reivindicaron tanto Isabel Carrasco, presidenta de la Diputación, como el conferenciante de este año, el doctor en Historia y astorgano, Manuel Jesús Álvarez García. Municipios y diputaciones son las administración más cercana a los ciudadanos y de ahí que tienen que relanzar su papel en una reforma de la Constitución que tiene que integrar a todos los territorios.

gentedigital.es
06/12/2012 - 13:39

Éste es el discurso completo de la presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco:


Sr. Alcalde de León; Sr. Delegado de la Junta de Castilla y León, Sr. Subdelegado del Gobierno, Señores Diputados Nacionales y Senadores, Señores Diputados Provinciales, autoridades civiles, militares y eclesiásticas. Señores alcaldes de los municipios de la provincia e invitados al acto.

Celebramos hoy el día que festeja la aprobación de La Constitución Española de 1978. La Carta Magna que los españoles votamos mayoritariamente en referéndum hace ya 34 años.


Como todos sabemos nuestra Constitución consagra los principios democráticos y el estado de derecho y desde que entró en vigor se ha convertido en el instrumento legal fundamental para la convivencia y armonía de todos los españoles.


Es por lo tanto, la fiesta de nuestros derechos como ciudadanos; de las normas que nos hemos otorgado para nuestra vida en común; para nuestro desarrollo como sociedad libre abierta y democrática.
Nuestro texto de derechos fundamentales tiene una larga trayectoria en el tiempo presente y es heredera de otra Constitución ya lejana. Me refiero a la Constitución de Cádiz, cuyo bicentenario venimos celebrando durante todo este año.


El texto constitucional de 1812, legitimado por el pueblo, fue uno de los más avanzados de su época. En él se consagró por primera vez la división de poderes de Montesquieu, la soberanía popular, la libertad de expresión y de imprenta.


Fue fruto de la toma de conciencia de los ciudadanos españoles ante los hechos históricos derivados de la invasión y guerra napoleónica. Uno de los textos jurídicos más importantes del Estado español, por cuanto sentó las bases de constituciones posteriores. Considerado como el primer código político a tono con el movimiento constitucionalista europeo contemporáneo, es de carácter novedoso y revolucionario.


Es por ello que marcó el nacimiento legal de las libertades y derechos civiles en nuestro país y el fundamento de la legitimidad y la representación política. También se recogieron en ella los derechos humanos fundamentales enmarcados en un sistema político de una monarquía parlamentaria y dentro de los intereses de sociedad de clase en libertad. La extinción de los privilegios de los viejos estamentos dio paso a los derechos, no de los súbditos, sino de los ciudadanos.

Con la Constitución de Cádiz tomó forma el sistema ideológico del liberalismo español, que fue seguido posteriormente por algunos países europeos. También conformó la base para la redacción de otras constituciones españolas y, especialmente, representó los fundamentos constitucionales de los países sudamericanos en su proceso de emancipación.

Con ella se extinguió el Viejo Régimen de la edad Moderna y se inauguró la edad Contemporánea.

De la constitución de Cádiz partió el sistema administrativo local del que somos herederos y en el que hoy todavía vivimos. Por un lado, la creación de los municipios constitucionales y por otro las Provincias, de cuya representación se encargó a las diputaciones. Así el título VI: "del gobierno interior de las provincias y los pueblos" emanaba el conjunto de normas que desarrollaban minuciosamente el sistema territorial español.

A pesar de que este sistema no se puso en funcionamiento hasta la reforma de Antonio Burgos, la nueva organización administrativa local quedó plasmada en la creación y posterior evolución institucional de las Diputaciones Provinciales.

El primer impulso constitucionalista de nuestra provincia se produjo a partir de las "Instrucciones para el gobierno económico-político de las provincias" de 1813 y el nombramiento de jefe político.

La Diputación de León se constituyó por primera vez el 30 de junio de 1813 y se disolvió un año después por la vuelta al antiguo Régimen de Fernando VII.

Más tarde, nuestra actual provincia estuvo temporalmente dividida en dos partes: León y el Bierzo. Durante unos pocos años del siglo XIX en el Trienio Liberal, en 1822 y 1823, coexistieron las diputaciones de León y la del Bierzo. Esta última tuvo su sede en Villafranca del Bierzo. A partir de 1835, solo prevalecería la de León, que después de la adquisición del palacio de los Guzmanes en 1882, ubicó su sede definitiva en el viejo edificio en el que hoy nos encontramos.

Sin ser escrupulosos en los paralelismos, también La Constitución de 1978, por su parte, transformó el régimen existente en un estado social y democrático de derecho, igualmente enmarcado en una monarquía parlamentaria presidida por nuestro Rey.


Evidentemente, nuestra actual Constitución ha avanzado mucho en la igualdad y en los derechos sociales y políticos de los ciudadanos del Estado, pero la actual y la emanada de las Cortes de Cádiz afrontaron y desarrollaron con firmeza aspectos novedosos en una España en crisis, basada en la unión de los ciudadanos con vocación de progreso y con espíritu de superación de estatus viejos y caducos.


Es verdad que hoy vivimos tiempos difíciles. Nuestra economía está resistiendo las envestidas de los mercados internacionales y nos está obligando a una reorganización y reforma de nuestras estructuras económicas, sociales y administrativas a todos los niveles.

Y precisamente es ahora, en tiempos de crisis, cuando la aplicación de nuestra Constitución debe ser más firme. Ella debe ser la norma base que debe marcarnos el rumbo de por dónde podemos seguir, sin apartarnos de lo que demandan los ciudadanos.

Nuestro modelo de organización territorial, que deriva de nuestra Constitución actual, es claramente mejorable y está claro que en todos estos años de democracia no ha sido capaz de integrar a los nacionalismos disgregadores y tampoco de evitar los excesos y las duplicidades administrativas, acompañados también por una relajación en la ejecución presupuestaria en todos los ámbitos.

Como se viene insistiendo en estos últimos meses desde amplios sectores políticos y sociales, sería necesaria una reforma constitucional que, sin grandes cambios, sirviera para cerrar el modelo territorial y especialmente autonómico. Ello implicará directamente completar lo dispuesto en el título VIII de La Constitución Española.

Debemos recordar que el modelo de organización territorial debe ser un instrumento eficaz al servicio de los ciudadanos y si las circunstancias cambian, esta realidad deberá acompañar y servir mejor a la nueva etapa.

En estos momentos se está avanzando hacia una nueva reordenación administrativa y competencial de las entidades locales. En el ámbito nacional, con el estudio de una nueva Ley de Régimen Local y en el ámbito autonómico, con la próxima ley de Ordenación, Servicios y Gobierno del Territorio de Castilla y León.

Serán muchas las novedades que dimanen de este nuevo escenario legal que irán incardinadas a evitar duplicidades, siempre siguiendo el criterio de subsidiariedad, que como ustedes saben, consiste en que la administración más cercana al ciudadano es la que debe tener la competencia precisa para servir al mismo.

Por todo ello, se presenta la ocasión idónea para seguir pidiendo a la sociedad el espíritu de consenso, de participación y de entendimiento, que fueron las premisas de las que partió nuestro texto legislativo más importante.
Las nuevas leyes que aprobará nuestro Gobierno Central y autonómico dentro de unos meses, servirán para reforzar más aún la profunda vocación municipalista de nuestra Constitución, en aras de mejorar la eficiencia de los poderes públicos al servicio de los ciudadanos en toda la administración territorial.

Destacan especialmente entre ellas las dedicadas al papel reforzado de las competencias de las diputaciones; entendidas estas como garantes y protectoras de los pequeños municipios, aquellos que por su escasa dotación de servicios más lo necesitan.

Por eso, es necesario, hoy más que nunca, recibir la enseñanza de la historia; recordar que la Constitución de Cádiz se redactó en un ambiente de máxima dificultad, como hemos visto. Un país invadido por las tropas de Napoleón, dividido, en plena guerra de liberación, con una situación económica de quiebra total, en los albores de una nueva era histórica.

Pese a ello un grupo de diputados, elegidos por voluntad del pueblo, fue capaz de reunirse y crear un texto constitucional que fue la base de otras muchas normas nacionales españolas, americanas y europeas.

Este texto legislativo -del que la Diputación de León ha impreso un fascímil para ensalzar hoy su conmemoración y que repartirá al final del acto- unió a la sociedad española de su tiempo; se abrió a las ideologías de progreso y sirvió para superar un tiempo agotado y lo abocó hacia otro nuevo.

Y a pesar de su corta vigencia por la restauración absolutista de Fernando VII, "el rey felón", su legado está aquí y todavía perdura.

El capítulo de la historia recordado, nos lleva a pensar que en tiempos de crisis y quiebra del Estado no nos debe temblar el pulso para realizar las reformas que precise nuestra sociedad.

Como expuso recientemente nuestro presidente de Gobierno, Mariano Rajoy, "hay que ser valientes y recibir la enseñanza de la historia, y ver en la unidad y en la determinación de los españoles una fuerza suficiente para superar la crisis económica, social e institucional".

* * *

 

 

 

 

La promulgación de "La Pepa" en 1812 es aleccionadora en este día en que celebramos la fiesta de la democracia; de nuestra actual Constitución, la de todos los españoles.

Para completar este acto y conmemorar esta efemérides hemos querido contar con la presencia del investigador y docente astorgano: D. Manuel Jesús García, doctor en historia, licenciado en Sociología y Ciencias Políticas; profesor del IES Doña Jimena de Gijón, que cuenta en su haber la publicación de varios libros y un importante número de artículos y contribuciones periodísticas sobre la edad contemporánea en el ámbito nacional y local: el leonés y el astorgano.

Su discurso lleva por título "De súbditos a ciudadanos. La Constitución de Cádiz y la configuración del poder local y provincial en el primer liberalismo hispano".

Con su docta lección les dejo.

Y para terminar, quiero hoy trasmitiros un mensaje de esperanza y de unión entre todos. Esperanza en un tiempo mejor que supere este momento complejo en el que nos encontramos.

En La fiesta de Nuestra Constitución os animo a tener paciencia y confianza en las reformas que está aplicando el Gobierno de la Nación, con un impulso renovador y modernizador, que desde la responsabilidad nos llevará sin duda hacia nuevas metas de progreso y bienestar de todos los ciudadanos españoles. Esta es la tarea en la que estamos comprometidos y obligados como representantes políticos elegidos por nuestros ciudadanos.

Os deseo a todos una feliz fiesta de la Constitución Española.

¡Viva la Pepa! y ¡Viva la Constitución Española!
MUCHAS GRACIAS.

 

 

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