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Gente en León

Un amigo de León

Aquel chico de la armónica (In Memoriam de Luis San José)

Era un día cualquiera , cuando los niños al salir de clase mostraban su contento pensando en el fin de semana, acompañándose con una simple armónica, instrumento que hoy no se escucha por la calle y solo practica por minorías amantes de los Blues, pero eso es otra historia y otra armónica.

Archivado en: Luis San José, Maximino Cañón, filarmónica

Maximino Cañón
01/3/2013 - 12:45

Y entonces se acercó Luis San José al niño en cuestión y le dijo que le dejará tocar una canción, de las que impactaban, los "12 cascabeles", a lo que el niño, además de acceder a la petición con cierta reticencia ante lo desconocido, quedó maravillado por el dominio que aquel joven extraño tenía sobre la armónica. A partir de ese día se hicieron amigos y compañeros en la afición y no era infrecuente que todas las semanas se vieran e interpretaran alguna pieza del momento, siguiendo siempre las pautas que San José, que actuaba como maestro de los hermanos Luis y Maxi, les marcaba. Con el tiempo ambos siguieron sus caminos, los caminos que la vida, lejos de la afición musical, señalaba. El mayor de los hermanos estudio solfeo, el otro hermano también siguió, de alguna forma, ligado a la música llegando a dirigir con gran acierto la banda de la cofradía del "Dulce Nombre" durante muchos años, y Luis San José encarriló su afición ampliando conocimientos. Después de su pericia con la armónica fue director de la banda de cornetas y tambores de la Hermandad de Santa Marta. Al mismo tiempo se hizo un experto con la batería formando parte de aquellas orquestas de baile en aquel tiempo. Pero volviendo a la afición de los primeros años hay que decir que la "armónica" era un instrumento al alcance de casi todos. La equipación completa de muchos jóvenes estaba formada por la armónica en un bolso y en el otro, generalmente el de atrás, una novela de Marcial Lafuente Estefanía, como sustento del entretenimiento. Todo esto viene a cuento (como diríamos los de aquí) porque hace unos días, ojeando, como de costumbre la prensa local, leí, no sin el dolor del afecto y la sorpresa, una esquela en la que identifique el nombre de aquel chico mayor de entonces (Luis San José) que, en su día, fue compañero en aquellos irrepetibles e inolvidables encuentros musicales y que, hoy, con un sigilo inesperado nos dejó. "San José", amigo de la armónica, descansa en paz.

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