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Gente en León

Un amigo de León

Con admiración desinteresada: A Adolfo Suárez

Eran tiempos convulsos e inquietantes en donde se hablaba de política pero, escuchando a los mayores con cierto respeto por estar los recuerdos de una Guerra Civil aún en la mente de muchos españoles. Muere Franco y enseguida se articuló una terna de la que Adolfo salió vencedor, contra todo pronóstico y sin que muchos de los que cortaban el bacalao lo desearan. Acto seguido la juventud ávida de cambios y de libertades, sin imposiciones, se puso al habla con los que, desde la clandestinidad, habían estado moviendo el cotarro (sobre todo el PCE), a cada cual lo suyo, pensando en la conocida Reforma Política desde adentro.

Archivado en: Maximino Cañón, Adolfo Suárez, democracia, Santaigo Carrillo, transición, Franco

Maximino Cañón
28/3/2014 - 03:30

Había incertidumbre y miedo por lo que, después de tantos años bajo el mandato del dictador, pudiera ocurrir si nos desmadrábamos. Por un lado estaban las hordas rojas (así decían algunos) con un Carrillo camuflándose bajo una peluca a la espera de tiempos mejores. Y por el otro, los que, habiéndose criado a los pechos del franquismo reinante, pensaban que después de muerto Franco llegaría el cataclismo.
Fue entonces cuando aparece un joven político que aunque proveniente del movimiento hace promesas de reformas, de cambios y de mejoras para los españoles, y de que la "democracia" (palabra denostada hasta entonces) iba a regir nuestras vidas. Adolfo, una vez en poder, pasó de todo, traiciones, amenazas, envidias, intentos de golpe de estado (no sabían con quien se la jugaban) y, sobre, todo, desgracias familiares como pocos han podido pasar en esta vida. Mientras pudo apencó con lo que le vino encima acompañado de unos pocos leales. Después del desencanto de una primera etapa con UCD en la que se veía solo, aún tuvo energía para promover otro partido (CDS) con los fieles de siempre y con otras gentes (entre las que me encuentro) que creímos en su honestidad, valentía y honradez y con las que lejos de perseguir el interés personal buscaban el bien general. Y por eso, y por las múltiples trabas con que aquel partido de "centro, progresista y social" se encontró, a lo mejor fue por lo que el CDS no funcionó. No teníamos casi financiación y supoo renunciar a millonarias cantidades que por sus memorias alguna importante editorial le ofrecía. Recuerdo en una de las conversaciones en las que con la compañía de algunos miembros de aquel partido joven e incipiente en León, entre pitillo y pitillo de ducados y café (fumaba mucho) mantuvimos hasta entrada la madrugada, y con la escolta policial pendiente, nos decía: "No sabéis lo que es el dejar de ser presidente y que al día siguiente ya no suene el teléfono". Nos hizo confidencias, porque se le veía exultante y sin ataduras, pero eso, como otras cosas más se las llevó para siempre. No era hombre de meter el dedo en la llaga gratuitamente pero, que nadie lo dude, le sobraba valentía por doquier, y siempre quiso más "unir que separar". Después, a parte de la pérdida de los seres más queridos, la enfermedad se instaló en su mente, quizás para no ver todas las desgracias que se cebaron con su familia. Y, sin conocer el fallecimiento de su hija, desapareció de la vida pública y sólo los familiares y unos pocos amigos de verdad transmitían alguna noticia de su estado. Mientras tanto España seguía su rumbo con otras pretensiones. AL FINAL, SE BUSCÓ, SE COMPARÓ Y NADA MEJOR SE ENCONTRÓ.. Y para terminar repito algo que en otra ocasión ya dije en este mismo medio, Adolfo, descansa en paz y ¡¡AHÍ QUEDA ESO Y A VER QUIÉN LO MEJORA!!
P. D. A los que lo apuñalasteis, le vilipendiasteis, le vendistéis y que, gracias a él vivisteis con desahogo, seguro que hoy les diría: "Si me queréis escribir ya sabéis mi paradero, y a los que me traicionasteis, en mi cielo os espero".

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