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¿Tiene algo que declarar?

Los de una cierta edad se acordarán de aquellas pequeñas casetas donde, en los duros inviernos,se cobijaban los funcionarios municipales a la espera de controlar las entradas de mercancías sometidas a el cobro de los arbitrios correspondientes. Se buscaba la forma de eludir aquella pequeña frontera evitando el pago que, sobre los artículos, generalmente viandas de los pueblos de la provincia, se trataban de introducir en la capital.

Archivado en: Maximino Cañón, aduanas

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Maximino Cañón
01/8/2014 - 03:30

Todos los accesos a las ciudades tenían su correspondiente caseta de ‘consumos y fielatos' en la que tenías que retratarte. Lo más frecuente era acceder con productos derivados de la matanza que, junto con algunas legumbres, arreglaban gran parte del consumo hogareño. Era una pelea continua entre las preguntas del consumero: ¿Tiene algo que declarar? y el "no traigo" del portador, negándose a la correspondiente inspección. Nosotros, siendo niños, esperábamos con ansiedad la llegada de los trenes para ver los enfrentamientos entre los lecheros, que venían a proveer a la ciudad, y los inspectores municipales encargados de inspeccionar las cántaras de leche con el fin de determinar posibles adulteraciones. Los pescadores, que también eran objeto de férreas inspecciones (las truchas pagaban) se metían ortigas en las cestas para que cuando el funcionario introdujera la mano en la cesta para verificar el contenido, la sacara con rapidez quejándose del escozor que la planta producía. El relato que siendo muy joven escuché,y que tengo por verídico,es el protagonizado por un chófer de una camioneta que transportaba un cerdo muerto, por el que tenía que pagar una importante cantidad de pesetas, y el cual, con el fin de evitarlo, hizo lo siguiente: Ató al cerdo sentado al respaldo de la cabina, le puso una boina, una cazadora de cuero, unas gafas de sol, una bufanda y una faria encendida y cuando los consumeros abrieron la puerta para verificar que no había nada que declarar la cerraron, viendo que sólo iba el ayudante del chófer (era al caer la tarde, casi de noche).A continuación le indicaron al conductor que podía seguir y mirándose uno al otro dijeron: ¿Te has fijado la cara de cer- do que tenía el ayudante? A Rafa, el Guerrero, que no es el del antifaz, porque el siempre va a cara descubierta y a Fer.Robles,por su aportación técnica al relato.

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