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Un amigo de León

¡Oye! ¿Qué vino tienes por ahí?

Hace tiempo que me viene dando vueltas la cabeza el hacer un comentario respecto al título de esta columna. Me refiero a lo que en boca de unos comensales amigos escucho con reiteración derivada de la celebración de alguna que otra francachela o simplemente, de cuando, sin otro motivo que el de mantener viva la llama de la amistad, se queda para comer y compartir la alegría de estar juntos y con satisfacción reiterar aquello de: "Y lo podemos seguir contando".

Archivado en: Maximino Cañón, menú del día, vino, cena de amigos,

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Maximino Cañón
19/9/2014 - 03:30

El caso es que, a pesar de las limitaciones que las edades y los achaques imponen, el programa del encuentro está precedido por una comida o cena. Siempre hay uno al que se le considera experto en la materia por sus conocimientos de los establecimientos donde poder engullir unas buenas viandas a un precio razonable en esa grata compañía de esos amigos o amigas que, ahora ya disfrutando del júbilo que proporcionan los años, en algunos casos, cuando la distancia o el trabajo hacen que los encuentros no sean tan cotidianos. Elegido el lugar quedan previamente para tomar unos vinos y de esta forma hacer más llevadera la espera del resto de los convocados. Una vez realizado el encuentro con los allí citados, se toma asiento. Cuando se está dilucidando, oídas las recomendaciones del camarero, sobre qué plato ha elegido cada uno (dentro del menú que, como hemos dicho, suele tener un buen precio) justo, en ese momento, se escucha una voz del aspirante a ‘sumiller' del grupo, con la carta del menú y vinos en mano, como demostrando los amplios conocimientos en los caldos, y dice: ¡Oye!: ¿Qué vino tienes por ahí? Los demás, sin exteriorizar el pensamiento, intuyen: se jorobó el presupuesto, pensando en el plato del día que era lo que cada uno estimaba. Entonces el camarero (que cuando unos van el ya viene) recita una carta de vinos para que el solicitante elija, todo ello sin preguntar el precio, ¡faltaría más! Mientras tanto, los demás amigos que venían pensando en gastarse una módica cantidad, mientras se disfrutaba de la grata compañía para hablar de los años vividos, se rascan el bolsillo pensando en el precio final a escote, aunque la mayoría hubieran preferido el vino de la casa, agua mineral o alguna caña, que entraba en el menú. Hasta la próxima, que el menú a precio cerrado lo elijo yo.

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