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Un amigo de León

Vinos sin rosas (y 2)

En una de ésas estaba ‘el brocha' en la barra tomando un café que algún caritativo amigo le había invitado cuando, sin darse cuenta, dio un resbalón y se golpeó en la cabeza con el frontal del mostrador del bar. Acto seguido y con una cierta profusión empezó a sangrar por la parte superior de la cabeza.

Archivado en: Maximino Cañón, vinos, Osborne, Terry, Domecq, coñac, brandy, 'el brocha'

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Maximino Cañón
12/12/2014 - 03:30

Se le sentó y mi padre, que regentaba el establecimiento, empapó un algodón con orujo (lo más parecido al alcohol que se tenía a mano) y se lo echó por la herida cuando, en el silencio que rodeaba la situación, observamos cómo con los dedos índices marcaba un camino cuyo destino final era la boca para que, después de cumplir con la función desinfectadora casera, no se desperdiciara una sola gota de orujo. Entonces pude ver la fuerza que algunos vicios tienen en la condición humana.
Se podrían estar contando anécdotas de personajes conocidos, cuando en León nos conocíamos casi todos y se marchaba poca gente, no como ahora. En otra ocasión se encontraba el dueño de un bar a la puerta del establecimiento en una noche de aquellos inviernos en los años sesenta cuando, después de que una copiosa nevada dejara su fruto sobre el asfalto, de unos cuarenta centímetros, advirtió una mancha oscura a menos de cien metros en el suelo y, viendo que una perra loba de su propiedad, a la que daba rienda suelta a esas horas todas las noches, se paraba frente una figura que olfateaba sin determinar en el suelo, se acercaron y vieron a una persona caída en el suelo, de la que sólo se apreciaba la silueta entre la nieve; era ‘El Brocha' y al reconocerla en tal estado se prestaron a levantarla, pues con el frío y la nieve como colchón corría peligro su vida. Éste, el albor de la levantada, pronuncio la siguiente frase: "Dejarme caído encima de la nieve si, total, me voy a caer más adelante".La cosa acabó con la llegada de la Policía Municipal, no de los serenos que de esos en León no teníamos, aunque así algunos les llamaban, haciéndose cargo de la situación, con los escasos medios que la Policía Municipal tenía por aquellos años, y le llevaron a su casa.

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