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La Ley de Talión, a su manera

En muchas de las tertulias que se mantiene por la denominada ‘gente mayor', entre las que ya por edad me incluyo, siempre sale algún tema relacionado con la familia, pero sobre todo con esos familiares que no teniendo otro sitio donde agarrarse se sujetan con uñas y dientes a lo que del hogar les queda. En muchos casos, los hijos, nietos o familiares directos miran para otro lado cuando de atender a sus progenitores se trata.

Archivado en: Maximino Cañón, herencias, ley de talión, mayores

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Maximino Cañón
23/12/2015 - 02:20

Evidentemente me estoy refiriendo a los casos en los que los mayores están desprovistos de buenos ahorros u otros bienes dignos de heredar. El mayor fariseismo se da, no siempre, cuando se trata de estar pendiente de aquellos padres, hermanos o parientes poseedores de un gran capital o de una mejor cartilla, para al final estar a las caídas, aunque durante los últimos años de sus vidas, en los que más ayuda demandaban, esta se hubiera limitado a cortas llamadas telefónicas, presuponiendo de entrada que siempre se encontraban bien, por si les tocaba echar alguna mano aplicando el refrán de ojos que no ven corazón que no siente, cuando la verdad era que los padres asentían por no disgustar a sus hijos o nietos.
De los muchos caos que conozco y que hace muchos años escuché, el que me quedó grabado fue el de una persona que, estando enferma en la cama y, posiblemente siendo consciente de el deseo que tenían algunos descendientes porque se alejara de este mundo y, consecuentemente, como aves de rapiña, ver lo que podían heredar (o arramblar), dijo a quienes la visitaban a diario sin tener un parentesco cercano, movidas sólo por el afecto y cariño que hacia ella sentían: "Voy a gastar todo lo que tengo en cristales y ponerlos en los pies de la cama, bajo la ropa, para cuando me muera y "estire la pata" los rompa todos y los cabrones que están esperando heredar y que nunca miraron por mi, se acuerden el resto de su vida". Con los mejores deseos para aquellos que sin esperar nada a cambio han estado y están pendientes de sus mayores, ofreciéndoles una vida de cariño en los últimos años de sus vidas en reciprocidad por lo que en tiempos atrás ellos aportaron de manera desinteresada. Alos otros, a esos que siempre han estado a las maduras, sin comentarios y que duerman como puedan o... que no duerman.
Última hora. A mi amigo Ramón el farmacéutico, y a la vista de los recientes resultados en las Elecciones Generales, le digo: "Ahora vas y lo cuadras".

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