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Amistades postineras

Muchas veces me dicen las personas que tengo más cerca de la familia que escribo mucho de los pueblos en los que ni siquiera viví. Y contesto de la siguiente manera. Yo, aunque no viví de manera estable, si es cierto que pasé periodos largos de mi niñez que me impregnaron de las vivencias que allí tenían lugar.

Archivado en: Maximino Cañón, pueblos

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Maximino Cañón
08/1/2016 - 02:20

Muchas ya forman parte del acervo cultural y de la historia de esas pequeñas poblaciones para que perduren en el tiempo. Lo que llamó la atención, fue, entre otras muchas historias, la contada en persona y en viva voz al calor de la lumbre en la cocina de la única cantina del pueblo, que simplemente era un espacio donde la cantinera (mi tía) cocinaba mientras, y al mismo tiempo, se jugaba la partida a la pobre luz de un "carburo o candil de aceite" con unos vasos de vino en juego y chupando del ‘cigarrazo' que el tabaco de picadura proporcionaba. Era, según contaban, años en donde casi nadie, a excepción de uno de los vecinos, (llamémosle D. Manuel), recibía correspondencia y mucho menos el ‘periódico' para estar al día de lo que en el resto del territorio acontecía, cuando, en una de éstas, el citado vecino recibió una carta de Madrid dirigida a su persona y con el remite de un Ministerio del Gobierno de turno, que puso a sus pies al vecindario. Cosa que al cabo de unos días el cartero repitió, si bien, con el remite de otro Ministerio. La noticia corrió como la pólvora por todo el Ayuntamiento sobre las amistades que D. Manuel tenía en el Gobierno. Mientras tanto paseaba por el pueblo sin que nadie le levantara la voz. Pero como siempre hay alguien más listo. Ese alguien hizo, con la ayuda del cartero, las averiguaciones pertinentes y la cosa resultó ser que cada vez que el vecino, único que recibía prensa en el pueblo, leía que había sido nombrado nuevo ministro le enviaba una carta de felicitación, como es lógico, sin tener idea de quién era. Consecuentemente, y por una cuestión de protocolo, le contestaban del Ministerio con el membrete del cargo gubernamental, dándole la gracias por la felicitación, y de esta manera se desentrañó el misterio de las importantísimas amistades que D. Manuel tenía en el Ministerio.

P.D. A Carmina Natal, en cuya memoria se albergan momentos vividos y no olvidados.

 

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