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Juicio por el crimen de Carrasco

Mucho morbo y nulo interés político

León ha pasado hace ya tiempo página sobre la figura política de Isabel Carrasco, la mujer que más poder acumuló durante años en la provincia leonesa y en Castilla y León. De su herencia política no resta prácticamente nada. Dos procesos electorales, municipales y autonómicas, primero, y generales, después, ha erradicado todo signo de carrasquismo político. Sus colaboradores más cercanos han sido defenestrados y apartados. Sus rivales internos en el PP ocupan hoy los cargos de poder en las instituciones. Como reconocía hace unos días en unas declaraciones públicas el presidente del PP leonés, Eduardo Fernández, el tiempo político de Isabel Carrasco ha pasado. Claro, a la fuerza. Fue asesinada.

Archivado en: León, Isabel Carrasco, asesinato, juicio, Audiencia

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Martínez Carrión
18/1/2016 - 19:19

Ahora ya sólo queda por dilucidar en un juicio con jurado las responsabilidades penales derivadas de su cruel asesinato, a plena luz del día, el 12 de mayo de 2014. Un juicio que, todo indica, va a ser rápido, limpio y transparente. Y se espera que sea ejemplar. Pocas dudas quedan por aclarar. Los sentimientos de pesar, consternación, condena e indignación hace ya tiempo que desaparecieron del corazón de los leoneses y, sobre todo, de la clase política y financiera.

Hoy sólo queda el rescoldo del morbo y del sensacionalismo. El juicio, sobre todo en su primera semana, va a ocupar espacios destacados en los programas televisivos de la mañana y algunos de la tarde, muy dados a convertir en espectáculo descarnado este tipo de noticias. La prensa seria dedicará el espacio justo y en los telediarios de la noche el inicio del juicio apenas ha ocupado el cuarto o quinto lugar de los titulares de apertura. Eso sí, los medios de comunicación más cercanos, los que bien conocían a la presidenta de la Diputación, mantienen encendida la llama del interés mediático. Y con esfuerzo. Machacando, una y otra vez, los datos ya de sobra conocidos. En las barras de los bares, los tertulianos sólo piden justicia y ejemplaridad, como paso previo al cierre definitivo de la era Carrasco.

Y es que se conoce prácticamente todo sobre el crimen de Carrasco. Quedan lagunas, sí, pero su resolución no modificará los hechos ni sus consecuencias penales. Una serie de circunstancias, bien conocidas ya por repetidas mil veces, hizo posible que a los pocos minutos de cometerse el crimen, su autora material, una señora bien de la clase media leonesa y esposa del comisario de policía de Astorga, Monserrat González, fuera detenida. También lo fue en el mismo momento su hija, Trinidad Martínez, cómplice y colaboradora necesaria en la ejecución del homicidio.

Donde sí hay dudas es en torno a la implicación de la tercera acusada, una joven policía local, amiga de la familia, Raquel Gago, cuyo grado de participación está por concretar. Esta es la gran incógnita a despejar.

Se conocen los autores y los cómplices. Y también el motivo, uno tan primario, básico y antiguo como la misma humanidad: la venganza por despecho personal. Madre e hija, Monserrat y Triana acumularon un enorme odio hacia Isabel Carrasco, a quien culpaban del despido de Triana de su empleo como ingeniero en la Diputación y su posterior persecución judicial. El odio derivó en obsesión enfermiza y en un deseo cruel de venganza criminal.

La rápida detención de la autora material del crimen y sus presuntas cómplices supuso un alivio entre tanta consternación pública. Sin esas detenciones, la lista de sospechosos y de motivos hubiera sido interminable. El fuerte carácter de Carrasco y su modo autoritario de ejercer la política y la administración pública sembró de damnificados durante años los campos leoneses de la política, de la finanzas (cajas de ahorro) y de la empresa. Era tan amada como odiada y temida. Y quienes la odiaban y la temían pocas veces se atrevieron a dar un paso al frente y plantarle cara. Prefirieron la conspiración de salón, el ostracismo o la revancha de la rumorología de la barra de los bares.

El fiscal lo tiene muy claro y va a pedir la máxima pena para las tres encausadas: 23 años por los presuntos delitos de asesinato con alevosía, atentado y tenencia ilícita de armas. Solicita la misma pena para las tres por considerar que existió conspiración para el asesinato. A su favor juega la confesión de la madre y la hija, el arma y las pruebas de balística, los testigos oculares y pruebas materiales contundentes basadas en el uso de los teléfonos móviles incautados, reuniones en los pisos de Triana y de Raquel, los silencios delatores, uso de los coches, recortes de periódicos y anotaciones en agendas y un largo etcétera de detalles incriminatorios. Todo ello con bastante credibilidad.

La defensa de Montserrat buscará atenuantes, entre ellos la consabida enajenación o trastorno  mental transitorio, para lo cual tratará de convertir el crimen de Carrasco en el "caso Carrasco", intentando culpabilizar a la propia víctima de las causas y motivos que provocaron su asesinato. ¿El odio puede enloquecer y cegar la racionalidad de una persona hasta llevarla a provocar un crimen? Esta es la pregunta que la defensa planteará, en definitiva, a los miembros del jurado popular.

Triana basará su defensa en la presunta persecución profesional y personal a que era sometida por Isabel Carrasco, incluidas proposiciones de tipo sexual, y que terminó por arruinar su vida profesional. La estrecha y demostrada unión y hasta interdependencia entre madre e hija hará imposible demostrar que Triana no conocía los planes criminales de su madre. Se buscan atenuantes para rebajar la pena al máximo.

Más abierta en el aire queda la implicación de Raquel Gago, policía local, amiga de Triana y con enormes vacíos y contradicciones en  su actuación, sobre todo en torno a la posesión del arma del crimen, que fue encontrada en su vehículo. El motivo de la amistad parece insuficiente. Hay muchas coincidencias que la incriminan, pero son eso,  coincidencias, ¿o no?

Mañana, martes, 18, comienza el juicio contra las acusadas de asesinar a Isabel Carrasco. Se espera que se alargue un mes. Están citados casi cien testigos y peritos. No habrá, pues, grandes sorpresas ni revelaciones que cambien el rumbo de lo ya conocido. Tampoco se dan las características para que el juicio se convierta en un circo.

El magistrado presidente del juicio, Carlos Javier Álvarez Fernández es toda una garantía de seriedad, mano izquierda, contundencia, autoridad, profesionalidad, equidad y transparencia.

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