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Conservatorio, la Junta desafina

La crisis política derivada del fallido traslado del Conservatorio de Música de León ha sido de manual. Lo que empieza mal acaba peor. Ha fallado la estrategia, el diseño y la comunicación. Un desastre. Y para remate, cuando ya toda la opinión pública estaba en contra sale el consejero de Educación, Fernando Rey, y muestra en las Cortes de Castilla y León una serie de diseños gráficos sobre cómo quedaría el edificio anexo al estadio de fútbol como sede del Conservatorio. Esos diseños tenían que haberlos mostrado al principio y no al final, cuando todo estaba ya perdido.

Archivado en: Francisco J. Martínez Carrión, Conservatorio de León, Fernando Rey,

Martínez Carrión
22/4/2016 - 00:10

El fracaso de este proyecto ha tenido como consecuencia un duro enfrentamiento entre la Junta y la Diputación, con el Ayuntamiento en medio y con cara de póker. Ahora, precisamente ahora, que León ciudad y la capital vallisoletana estrechaban lazos y comenzaban a destruir viejos tópicos e históricos malentendidos, surge precisamente este conflicto que vuelve a cuestionar y poner en duda la normalización de relaciones entre León y Valladolid, en este caso como ciudad sede de la Junta, reviviendo el tópico de que la Junta maltrata a la provincia de León. Es como si alguien de la Junta haya querido boicotear el necesario intento del alcalde Silván de pasar página sobre los ya manidos "nos roban" o "nos marginan".
Al margen del impulso diplomático de los alcaldes, lo cierto es que la capital leonesa necesita un nuevo Conservatorio y la administración encargada de proponer una solución es la Junta de Castilla y León, que es la que tiene las competencias. La Diputación es la víctima, un daño colateral porque resulta que es la propietaria del edificio, envejecido y desfasado, que ahora mismo ocupa el Conservatorio y por cuyo uso, la Junta ya no paga ni un céntimo de alquiler. La verdad, es que no se puede mantener una actitud más insolidaria. La Junta coloca a la Diputación contra la espada y la pared, manipulando el enfado de los estudiantes y los profesores, dos colectivos que lo que quieren es que todo siga igual y no mudarse de sede.
No hay que olvidar que la Diputación está para atender las necesidades de pueblos de menos de 20.000 habitantes y no resolver los problemas de infraestructura de la capital leonesa y mucho menos, de la Junta de Castilla y León. La Diputación necesita recuperar el uso del edificio que ahora utiliza el conservatorio y ya lo viene reclamando desde hace años. La Junta se hace la sueca porque así se ahorra pagar un alquiler de 300.000 euros al año y traspasa una responsabilidad, que es exclusivamente de su competencia, al Ayuntamiento y a la Diputación.
La solución, que podría haber sido o, al menos, merecía ser discutida, ha fracasado antes de nacer por su pésima ejecución y peor venta a los ciudadanos. Los diseños gráficos que el consejero expuso el miércoles en las Cortes de Castilla y León los debía haber mostrado a la opinión pública hace semanas y vender de esa manera las ventajas de la nueva sede, que triplicaría los metros cuadrados al actual. No es lo mismo mostrar enormes espacios rodeados de hormigón frío y horripilante que una adaptación gráfica de esos mismos espacios forrados de maderas cálidas, suelos de moquetas o tarimas, luces digitales y mobiliario moderno.
En la misma trampa de la demagogia ha caído el partido Ciudadanos, dispuesto en un principio a apoyar al PP y valorar el traslado y, finalmente, posicionado en contra por mero electoralismo cortoplacista. Ciudadanos queda como un partido veleta, sin criterio y muy poco fiable. Ahora, el problema se ha enquistado y la gran perdedora es la ciudad de León.

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