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Gente en León

con la venia señoría

¡¡Cómo olvidar el ayer!!

...Aquellos maravillosos años en donde la magia de nuestro espíritu aventurero crecía día tras día en continuos avatares de incontrolados deseos; como que en ocasiones se convertían en auténticas demostraciones muy disparatadas pero lógicamente congruentes desde nuestro más creciente fuero interno; siempre abanderado por la exclusividad de nuestra coherente personalidad, ataviada con la mejor de las predisposiciones...

Archivado en: Manu Salamanca, el ayer, el tiempo, olvidar

Manu Salamanca
02/6/2017 - 01:10

... Y esas situaciones cotidianas marcadas desde la innata y estable normalidad que ejercíamos con la tenura y sencillez de una niñez que inalterable era auténtica; cómo la percepcción de ideales con no menos sufrimiento, que idealizábamos en muestras de supuesto acomodo siendo elogiables si cabe, y casi siempre por nuestros mayores, sí., por aquellos que accedieron a educarnos con la más absoluta creencia en la magnitud de sus cortas posibilidades y/o capacidades...
...Esa adolescencia dispuesta a enfrentarse con voluntariedad a una vida muy rigurosa y precisa en rectitud; formalizada desde la seriedad que sus propias reglas establecían, se presentaba en ocasiones y sin concesiones la mejor de sus caras; condecorada con todas sus controversias y anómalas situaciones; destacábamos sin duda en desmesuradas atenciones y cordialidades...
...Nuestra educación que enardecia y vanagloriaba en repetidas consideraciones fundamentadas desde el más estricto respeto que la propia observancia en ellas, mantenía en la creencia de formular hacía los demás conciudadanos desde nuestra impulsiva notoriedad de Juventud, la obligatoriedad de matizarse y de abrirse paso en una Sociedad Injusta, Machista y Degradante...
...Incluso de la manera que tan escrupulosa dirigíamos desde nuestra propia Formación Académica basada en unos principios generacionales tan peculiares y característicos, y que manteníamos dentro de unas normas de convivencia estrictas e intachables, aunque conservadoras; y siempre a través de nuestra carismática forma de ser, detalle que recibíamos siempre de buen agrado y que combinábamos en sucesivas demostraciones de posibles satisfacciones que tan circunstanciales como benévolas, fortalecíamos, enriquecíendo por tanto, nuestro Ego más estricto y pujante; al margen de otras cuestiones que debatíamos y que se planteaban en consumadas tertulias, que en muchos casos invitaban a la reflexión más profunda y reveladora, casi siempre muy valoradas, eran constituidas desde la norma de convivencia más ponderante y servil; que a nuestro antojo y con sus desvelos soportábamos en numerosas consecuciones de inacabadas soluciones que recibíamos desde la más absoluta formalidad caracterizada sin duda; eso si, en apacibles demostraciones de gratitud revestida de maravillosa cortesía...
...Una vida que ha sucumbido en el recuerdo; que ha minimizado con el paso del tiempo nuestra constante inquietud y fortaleza...¡¡Cómo olvidar aquel ayer!!

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