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cañón contra cañón

Mejor las cartas de antes que los 'tuits' de ahora

Maximino Cañón y Luis Cañón debaten esta semana sobre si era más íntimas las comunicaciones de antes a través de las cartas postales o si los mensajes y tuits que han traido las nuevas tecnologías mantienen la intimidad y el romanticismo de las cartas y postales de antaño a la vez que ganan en inmediatez y contenidos de todo tipo incluyendo fotos...

Archivado en: Maximino Cañón, Luis Cañón, Cañón contra Cañón, cartas, tuits, mensajes

gentedigital.es
04/5/2018 - 01:01

MAXIMINO CAÑÓN

SÍ. Lo que desde mi posición de mayor de edad, respecto a mi oponente en criterio, Luis, representa y trato de meterle en la mollera, es que lo que hoy brilla con las nuevas tecnologías, tuvo sus orígenes en lo que otros antes con menos medios, pero con mucha imaginación, lograron. En la antigüedad las noticias se enviaban por emisarios que, a caballo y en mano, eran entregadas a sus destinatarios aunque a veces costara la vida del mensajero si las noticia eran malas. Más reciente fueron los telegramas, el fax y los medios telemáticos. Pero nosotros de los que nos acordamos, y que hoy salvo los emisores de facturas o publicidad casi nadie utiliza, es de aquellas cartas de papel que, con un sello (nosotros casi con el mismo rostro) eran como un libro abierto, donde, casi por la escritura del remitente, percibíamos cierto misterio de lo que carta contendría aguantando el suspense hasta proceder a su apertura con sumo cuidado. La carta en papel suponía: primero, que había que ir a comprarla al estanco, junto con el sello. Después, mientras se plasmaba el contenido con bolígrafo o pluma, la persona que te la mandaba estaba pensando en ti para no cometer faltas y tener que empezar otra vez, hoy se borra automáticamente. En la actualidad, cuando el cartero de ‘Correos' te llama, suele ser para una notificarte una multa o similar; para relaciones humanas se emplean otros medios mas deshumanizados. Conclusión: donde esté la presencia del Cartero, que se quite el mensaje de un ‘tuitero'.
A Andrés Martínez Trapiello, exdirector de la O.P. de Correos en León.

LUIS CAÑÓN

NO. NO quiero ser yo quien le robe a mi tío Maxi el romanticismo y la liturgia que conllevaba escribirse a través del correo postal, del que me considero un gran defensor, hasta el punto de que desde hace años el calendario que llevo en mi cartera, es una obra de arte regalo del mejor y más elegante cartero de la capital de la Gastronomía, Agustín Fernández Peláez. Lo que Maxi seguramente no les cuenta es que en algunas de las cartas es probable que echase unas gotas de Álvarez Gómez como marca de la casa, o de ser a la inversa, la epístola de la gachise en cuestión, tendría restos de perfume de droguería cara.
La carta está de moda, y el sello más, porque ¿Qué me dicen del gran patizano del famoso sello con Catedral equivocada? Pocos han visto el auténtico valor de la equivocación, minutos de promo en teles nacionales durante varios días y de gorra.
Maxi, familiarizado con las diligencias del Pony Express (que corrían menos peligro que los actuales coches por la León-Benavente), en las películas de ‘Jichos' y con las señales de humo de ‘Caballo Loco' o ‘Nube Roja', que siempre veía en sesión continua junto con una manzana bañada de caramelo, estará de acuerdo conmigo en que el correo electrónico, que no eléctrico, no es ni la mitad de romántico que aquello de coger la pluma y el papel, pero nadie duda de que nos ha hecho la vida más fácil, sobre todo el mundo laboral. Enviar una foto al instante, una canción, o las dos cosas a la vez, gratis, y sin tener que sacar la lengua a pacer me parece un grandísimo avance. Y ahora vas,... y lo tuiteas.

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