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cañón contra cañón

¿Echas de menos las tiendas de ultramarinos?

Maximino Cañón y Luis Cañón debaten esta semana sobre la añoranza de las viejas tiendas de ultramarinos, pegadas a los barrios y próximas a los vecinos, frente a los centros comerciales y grandes superficies o la nueva forma de comercio a través de internet donde en el mismo sitio se puede compran de todo.

Maximino Cañón y Luis Cañón
01/6/2018 - 09:36

Sé que el tema que hoy toco, y en el que me posiciono, es un tema controvertido, con división de opiniones. Yo sigo valorando lo bueno que tiene el contacto con los semejantes y con las tiendas de los barrios, aunque cada vez queden menos. Antes, cuando entrabas en la tienda de Ultramarinos, te quedabas embobado, yo por lo menos, viendo como aquel dispensador absorbía el aceite mediante un émbolo, para cumplir con el mandato que tu madre te había hecho. Era frecuente, si había, mayoritariamente clientas en la tienda, que mientras te servían, te mandaran callar por estar escuchando la novela archifamosa de la época ‘Ama Rosa'. Otra actividad perdida era la que figuraba en las mayoría de los comercios, kioscos y demás establecimientos, anunciando el siguiente texto. ‘Se cogen puntos de medias'. Una vez hecho el pedido te entusiasmabas viendo al tendero, o tendera, haciendo los paquetes con papel de estraza, con una perfección inigualable, que luego servía para otros menesteres, amén de echar la cuenta en el mismo, y con un lápiz, de gruesa mina generalmente, sujetaba con maestría detrás de la oreja. Una vez servido te marchabas tan contento chupando una bola de anís si el tendero no era roñoso. Era de destacar la compra ‘al fiado'. Mucha gente pagaba a final de mes, cuando cobraba el marido, la cantidad anotada en la libreta. Después llegaron los ‘súper' y "las grandes superficies" y en los barrios, salvo excepciones, sólo quedaron los bares, con esos no pudieron. ¡Hasta ahí podíamos llegar!

NO

Qué razón tienes querido Maxi, cuando dices que sólo nos quedan los "benditos bares" como rezaba aquella magnífica campaña de publicidad. Con los bares, no hay ni habrá moción de censura posible, no hay nada que pueda derrocarlos porque si hay algo verdaderamente arraigado al adn español (tan complicado y diferente), es la afición a una buena barra.
El pasado viernes me comentaba un buen amigo tuyo, bancario y abogado de reconocido prestigio, al que no mencionaré por aquello de preservar la intimidad, el porqué de cambiarle el nombre a las antiguamente llamadas tiendas de ‘ultramarinos' por palabras tristes y sin chispa como supermercado.
Los tiempos cambian y las tendencias de consumo varían. Si a los hosteleros de hace años les dijesen que iban a cobrar por el agua o que algunos cerrarían los domingos, pensarían que habríamos perdido el norte. El comercio tiene que cambiar y evolucionar constantemente, no puede permitirse el lujo de parar porque el personal cada vez dedica menos tiempo a las compras, básicamente porque vamos a un ritmo en el que los pocos momentos libres que tenemos los dedicamos a la familia, el ocio...
El comercio debe de ser profesional, independientemente de la magnitud de la tienda o superficie, con escaparates llamativos e ingeniosos, publicidad creativa y por supuesto, sin caer en el error de cambiarte la prenda por un ‘vale'. ¿Y sabes por qué? Porque con un click, y en tan sólo dos horas, ya lo tienes en tu casa. Y ni que decir tiene, que si no te convence se lo llevan y te devuelven la pasta. Y es que contra eso, es muy difícil competir.

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