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Gente en León

un amigo de león

Kioskos (o quioscos)

Soy de los que cada mañana, como si de fichar se tratara, me acerco al kiosco y compro el periódico local en papel. Muchos me dicen que porqué lo hago; la mayoría, posiblemente con más medios que yo, teniendo Internet o teléfono de nueva generación. Después a esos mismos me les encuentro leyendo, hasta los anuncios, en la prensa de papel mientras se toman un café en el bar de turno.

Archivado en: Maximino Cañón, kioskos, quioscos

Maximino Cañón
09/11/2018 - 01:10

En fin, de esto habría mucho que hablar, pero allá cada uno con sus maneras de entender la vida. Por suerte o desgracia soy de esas personas que piensan que todos tienen que vivir sin ver lo ancho para unos y lo estrecho para los demás. Se me queja, con su razón, la propietaria del quiosco que ahora los casi únicos que compramos el periódico en papel somos los de esta última generación. Me dice que de los quioscos que ella conoce han cerrado tres. No es de extrañar que, para subsistir, veamos otros productos que antes no veíamos en estos entrañables pequeños negocios que, en la actualidad, vienen dando de vivir, sin alharacas, a unas cuantas familias.
No puede uno omitir la labor que diariamente hacen los quioscos poniendo a nuestro alcance, prensa de papel, libros de promoción, revistas, golosinas, así como otros complementos alimenticios que, a última hora, se nos han olvidado comprar. El kiosco, como la mayoría de los bares, también cumple una función social o asistencial dando y manteniendo conversación con personas que, de otra forma, casi no tendría con quien compartir sus penas y alegrías. Este tipo de establecimientos casi siempre permanecen abiertos durante la mayor pare del día. Que no tienes que leer y es tarde ¡vete al kiosco que estará abierto! Que se te olvidó un postre a última hora de la mañana, y por no ir al ‘súper de turno', pues vete al quiosco a por unas frutas si tienen o por unos helados.
Yo no puedo olvidar, cuando en la pubertad, o ya en los albores de la adolescencia, por un módico precio (para nosotros no tan módico) de una peseta con veinticinco céntimos esperábamos con impaciencia el ultimo ‘cuento' de ‘El Capitán Trueno', de Roberto Alcázar; o de ‘El Guerrero del Antifaz', junto con algún cigarrillo furtivo con los amigos y que con una película para todos los públicos, completabas la propina del domingo. Por eso, y porque pienso que vale más el trato humano que la frialdad de ciertos medios modernos, yo digo ¡Vivan los Kioscos!

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