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A vueltas con la corbata y la forma de vestir

Maxi Cañón y Luis Cañón debaten esta semana sobre el uso de la corbata, pero sus análisis van más allá de la corbata y comentan también otras formas de vestir modernas y un tanto raras...

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Maximino Cañón & Luis Cañón
23/11/2018 - 01:01

La corbata

Maximino Cañón

La primera vez que me puse una corbata era una con el nudo hecho y con una goma para sujetarla alrededor del cuello. Aquello imprimía carácter y daba prestigio. Eran otros tiempos en los que el ir bien vestidos al colegio o a determinados trabajos formaba parte de los hábitos del momento. Después, cuando el cuerpo te pedía ir al encuentro de las chicas, la corbata te daba un aire de mayor y casi de familia pudiente. El ir con corbata era obligatorio en la mayoría de las salas de baile. Era frecuente que, en muchas casas, las mujeres fueran las únicas que sabían hacer el nudo. Todavía recuerdo o veo con retrospectiva películas de Marisol o de Rocío Ducal en las que los chicos estudiantes parecían ser los profesores por la seriedad que imprimía llevar corbata y traje en la mayoría de los casos. Fueron años en los que se imponía lo formal en casi todas las cosas, hoy nos hemos pasado de castaño a oscuro a la hora de vestir irradiando libertad o libertinaje.
Porque a lo mejor a Luis le parece normal el ver a chicos y chicas con la cintura al aire y con pantalones hechos jirones los cuales, junto con unos peinados del momento, son aceptados entre sus pares como si de algo de máxima moda se tratara (y se trata). Yo no trato de criticar a la juventud que, en aras de su libertad, se viste y peina como les viene en gana, sino que constato algo para apreciar las diferencias de las épocas. De lo que no cabe la menor duda es que la corbata era, y todavía es, un símbolo de distinción en quien la lleva. Ya lo decía un vecino de mi calle: Para chulos los hijos de D. Fermín que van descalzos pero con corbata" .

Corbata

Luis Cañón

Siempre he pensado que la gente en la calle tiene que ir vestida de la manera más digna. A mí me gustan los trajes, sobretodo los de tipo inglés, y puedo presumir de que con apenas tres años tuve un auténtico abrigo Loden verde confeccionado a medida; es la suerte de tener un abuelo como Armando, un grandísimo sastre que durante muchos años me nutrió de trajes y abrigos a la carta, y mira si serán buenos que algunos aún aguantan.
Si cierro los ojos, aún le recuerdo cosiendo junto a Inés con aquellos patrones y muestrarios, las tizas para marcar las telas y aquellas inmensas planchas y tijeras que para utilizarlas tenías que usar las dos manos.
Por eso lo de ver a la ‘Generación Chancla' con esos pantalones caídos unos, mientras otros le meten seis vueltas al bajo, y las pintas indignas de esos que parece que hubieran pasado la noche durmiendo en un coche, me saca de mis casillas.
Ahora, de ahí, a ir vestido con chaqueta, chaleco y pantalón hay un mundo. Sepan ustedes que lo de ir de traje no es el acierto seguro, ya que los grandes patinazos suelen ser con el típico traje que tiene más brillos que algún trono semanasantero, la camisa color salmón, la corbata por el ombligo, o incluso como aquellos que llevaban la etiqueta de Cortefiel pegada en la manga izquierda, pensando que eso daba caché.
Pero también es cierto que el uso de la corbata muchas veces puede llevar a conclusiones erróneas, porque no todos los ‘entrajetados' son como los banqueros y bancarios de la película Mary Poppins, y más en nuestro querido León, donde ya sabes querido Maxi que se decía aquello de: "En la calle corbata y en casa patata".

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