Paseo por la calle de manera cotidiana a fin de dar cumplimiento a los requerimientos demandados por la edad y porque el ejercicio que uno no ha hecho antes viene bien hacerlo ahora.
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Maximino Cañón
18/10/2019 - 01:10
No suelo abusar de ello, a pesar de ser un aficionado por la música, pero lo cierto es que cuando me encamino a paso ligero con los auriculares puestos voy, al mismo tiempo, observando lo que ocurre a mi alrededor. El paisaje que uno contempla suele ser agradable y variado. Hay gente paseando por la ciudad y que, últimamente también de fuera en este periodo otoñal, unos de compras, otros a gestionar excursiones con personas de cierta edad haciendo el turismo que en sus tiempos jóvenes no se lo pudieron permitir y otros, seguro, ocultando lo que sobre ellos pesa. ¿Qué habremos hecho para que nos haya ocurrido esta desagracia?, mejor dicho, le haya ocurrido a mi hijo o hija. Me refiero, con todo el respeto y cariño del mundo, a cuando en estos paseos diarios observo escenas de esas que hacen estremecerse a uno, como son la de ver a unos padres portando una silla de ruedas con lo más querido como es su hijo, hija o familiar cercano, y que, sin saber porqué ni porqué no, han nacido con una ‘parálisis cerebral'.
Si no fuera porque uno no puede dejar de imaginarse lo que esos padres o familiares directos han tenido que pasar, o pasan, viendo como su hijo tiene que ser llevado por ellos, diría que la imagen que transmiten es la de unos padres irradiando alegría y afecto hacia el hijo o hija, afectado por una ‘parálisis cerebral'
El año pasado pude ser testigo al asistir, invitado por Rafa Guerrero, ese ‘guerrero solidario' que siempre está allí desinteresadamente donde le necesitan, a una fiesta con motivo de la celebración de un Campeonato de Golf con el fin de sacar fondos para la asociación ASPACE en compañía de su padrino, el citado Rafa Guerrero; de algunos padres y de su presidente, Evaristo, en la que pude sentir el cariño y acercamiento que esos padres y familiares sentían por sus hijos y parientes cercanos. Por eso titulé la columna diciendo lo de ‘padres de oro, hijos de platino o viceversa'.
Mi inmenso afecto y reconocimiento al colectivo de ASPACE, por su ingente labor y entrega en pro, sin ninguna duda, de sus seres más queridos.
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