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Gente en León

un amigo de león

Agradable espejismo en León

Cuando éramos pequeños y veíamos una película de árabes en la que los buenos, con la boca seca por el calor y el cansancio, divisaron a lo lejos un oasis con sus correspondientes palmeras, pero cuando se acercaron a la anhelada agua, sufrieron la decepción al comprobar que lo que habían visto desde lejos era un espejismo producto de la imaginación por los efectos del sol abrasador.

Archivado en: Maximino Cañón, coronavirus, juventud, jóvenes

Maximino Cañón
10/7/2020 - 02:20

Algo parecido me pasó a mí al pasear en compañía de mi esposa, Mila, y al ver que me ilusionaba con la presencia de tanta juventud por nuestras calles, me dijo: "No te hagas ilusiones, ello se debe a que como ahora no hay clase presencial, aprovechan para estar con las pandillas después del confinamiento". Lo bueno sería que este espejismo temporal se convirtiera en un oasis de verdad y pudiéramos contemplar las calles de León con abundante presencia de jóvenes, como consecuencia de tener trabajo, y de esta forma parar la constante pérdida de habitantes que cada año se produce. León, a pesar de lo que teníamos encima, parecía una ciudad llena de vida gracias a esa mocedad transmitiendo alegría que, a los que tenemos cierta edad, nos hizo recordar aquellos años en los que acogíamos a las personas venidas de la provincia porque aquí tenían donde colocarse. La provincia se sentía orgullosa de sus pueblos llenos; de sus minas, con sus miles de empleos, de su histórico comercio; de una estructura bancaria y de cajas de ahorro pujantes y que hoy, estas últimas, (casi en su totalidad, por una gestión e intereses desafortunados), han emprendido viajes a otros lares dejando huérfanos de empleo a cientos de leoneses.
También nos sentíamos orgullosos de una amplia población de ferroviarios; de la Dirección Regional del Noroeste de Telefónica, así como de un Bierzo boyante y hasta teníamos una "ciudad del dólar", Ponferrada, así denominada por lo que en ella corría el dinero, etc. Después, y a la chita callando, todo se fue diluyendo hasta quedarnos en lo que somos (¿o no somos?), para convertirnos en una provincia ‘lanzadera' en la que aquí les criamos para que luego vayan a dar vida a otros lugares y, cada vez parecernos mas al ‘Gallo de morón' que se quedó "sin plumas y cacareando" (hoy sería sin medios y casi sin vociferar). Pero yo todavía confío en seamos pronto un oasis en lugar de un espejismo, porque agua tenemos para exportar, aunque no nos la paguen.

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