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La Mesa por León y la esperanza

El futuro (próximo) de las pensiones se ha convertido en el gran caballo de batalla de miles de españoles. En un desasosiego permanente. Para unos, los que ya las perciben, porque desconocen qué va a ocurrir con sus importes de aquí a menos de cinco años. Y para otros, los próximos jubilados, porque tampoco saben cómo va a ser el cálculo que pueda implementarse a corto plazo con el fin de calcular la cuantía final de la prestación. La envejecida población española jamás vivió con tanta inquietud su mañana.

Julio Cayón
16/10/2020 - 01:10

A raíz de esto y concatenado, la provincia leonesa se ha convertido en un territorio maldito para las nuevas generaciones. No hay donde rascar. Dicen los expertos -tampoco hay que ser Einstein- que León se muere. León y los pensionistas. Al margen de lo que las estadísticas arrojen a final de año, el territorio ha perdido más de 1.500 jubilados desde que comenzó la pandemia -el diabólico coronavirus- que, cual mano negra, está arrasando como plaga de langosta bíblica.
Y en este sentido el padrón provincial es demoledor. En 1960, es decir, hace ahora seis décadas, el censo poblacional del territorio leonés arrojaba un número de 585.000 habitantes. Veintiún años después, en 1981, se bajaba hasta los 517.000 registrados. Terrible. Y a 1 de enero de 2020 a 456.000 personas. En sesenta años se han ido por el desagüe de las malas políticas y peores hechos 129.000 empadronados, cifra que, en números redondos, equivale al actual nomenclátor censal de la capital leonesa. Un desastre. Y en medio de este maremágnum surge la llamada Mesa por León, algo que algunos quieren ver como el bálsamo de Fierabrás -los menos- y otros -los más- que ni siquiera la etiquetan como de cuidados paliativos. El tiempo, que se prevé largo en uno y otro supuesto, dará y quitará razones y ojalá la historia se escriba en positivo.
Y es que la gran esperanza de que los razonamientos se hagan como es debido tiene un nombre propio: Humildad Rodríguez, una mujer de altos vuelos personales y profesionales, espejo de las cosas bien hechas. Catedrática de Bilogía en la Universidad de León ha tomado el timón del proyecto, y para ella -conviene recordarlo- no valen las medias tintas. Las filigranas. Figura en su ADN. Lo ha demostrado en infinidad de ocasiones. Y otra cosa. En su corta etapa en la política municipal dejó huella. Una persona desaprovechada que no dio más de sí por cuestiones que ya no hacen al caso. Rodríguez, está claro, es una garantía en sí misma. Por firme y capaz. Y seria.

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