Agredir a un policía ya no llama (casi) la atención. Sucede a menudo. Y se conjuga como una noticia a mayores de las muchas que, a diario, se producen en España. En este sentido es cierto que una constatable parte de la sociedad está perdiendo los más elementales principios ante tan graves y lesivos hechos. Incluso da la sensación de que se asumen como algo consustancial a los nuevos y permisivos tiempos, donde se viene confundiendo la libertad con el libertinaje.
gentedigital.es
11/12/2020 - 01:10
La última algarada conocida se desarrolló en Ponferrada hace unas fechas, donde unos violentos mozalbetes, al ser requeridos por su actitud incívica, tiraron por la calle de en medio y agredieron a los agentes actuantes. Algo intolerable. De aquellos polvos, vienen estos lodos, que decían las abuelas.
Y al margen de cualquier otra explicación, la verdad es que este tipo de comportamientos, tan incívicos como iracundos, se vienen apuntalando de manera subrepticia y desde ciertos ámbitos políticos como, sin ir más allá, el que lidera el antes coletudo y ahora moñudo Pablo Iglesias y sus muchas veces desnaturalizados comportamientos. Recuérdese cuando se atrevió a decir públicamente que le emocionaba ver cómo unos manifestantes pateaban la cabeza y la anatomía de un policía antidisturbios, que actuaba como garante del orden. A partir de ahí se abrió la veda. Y hasta hoy. Las agresiones se han normalizado.
Se puede concluir, que esa ‘emoción', reconvertida a la brava en un efecto llamada, ha calado con inusitada rapidez en quienes cofunden la protesta civil, la libertad del individuo, con los actos violentos. Y el botellón que se celebraba en Ponferrada -que esa fue la razón del altercado con las fuerzas policiales- lo era en sí mismo: un acto destructivo por las consecuencias sanitarias que podía acarrear en cuestión de horas. El botellón está prohibido y las normas -gusten o no- también están para cumplirse y nunca para sortearlas. La cosa de los contagios por el coronavirus no es una carnavalada o una borrachera pasajera. Es muy mucho más serio. Atenta contra la vida de los demás.
Es deplorable, por tanto, que una situación como la del ‘fiestón' ponferradino -que, cuando menos, por solidaridad, no tendría encaje en una sociedad avanzada- acabe con los policías por el suelo, golpeados y vejados. No puede consentirse. Y ese insoportable comportamiento de los sujetos en cuestión, debería tener, ante la Ley, una respuesta contundente y ejemplarizadora. Lo contrario sería una broma inexplicable.
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