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Mentiras y engaños

Mares

Anda media provincia indignada con esto de los mares de cristal y la otra media ya se va cansando de luchar contra molinos de viento. Y no es para menos. Es lo que tiene la miseria, la despoblación, el crecimiento (de otros claro) y sobre todo la desvergüenza política. Cuando no hay más opciones, se coge lo primero que aparece, sobre todo en zonas míseras y pobres, en esas en las que ya no hay casi nadie que proteste y en las que la tierra ya no vale nada. Vale tan poco como la vida de la gente que en ella sobrevive. Debe haber pocas provincias tan destrozadas y tan mal tratadas como la nuestra.

Nicolás Pérez Hidalgo
10/12/2021 - 01:10

La minería (no solo la del carbón) no ha hecho otra cosa que hacer agujeros y dar mordiscos en valles y montañas y después, si te he visto ni me acuerdo. Tanto que ahora pagaremos las restauraciones que ningún empresario minero realizó y que tampoco ninguna administración exigió.
Los embalses destrozaron algunos de los fondos de valles más productivos y desplazaron a cientos de personas de sus casas, como si de un volcán palmero se tratara. Las excavadoras y las promesas de riegos y riqueza en otras tierras convirtieron valles enteros en mares de agua dulce. Y no cansados con eso, aún pretenden hacer otros dos pantanos en el Órbigo, que ahora llaman balsas, por aquello de suavizar la cacicada política.
Los mares de pinos crecieron al tiempo que comenzó la huida de la miseria montañosa y de la tierra improductiva, y más recientemente las jubilaciones de los agricultores y ganaderos no han dejado fondo de valle sin mar de chopos americanos. Y tanto unos como otros, siguen siendo pagados con impuestos. ¡Que tiene cojones la cosa!
Después tocaron los molinos de viento, disfrazados de energía limpia. Esa a la que ahora echan la culpa de lo mucho que sube la factura de la luz. Y como las comarcas de pequeño relieve ya están llenas, han puesto sus ojos en la media montaña leonesa y en sitios donde apenas hay viento, se han empeñado en clavar un molino que permita trincar subvención.
Ahora tocan los huertos solares para producir luz y llevársela muy lejos tirando líneas de alta tensión a diestra y a siniestra, en otro pelotazo de dinero público que se irá a manos privadas.
Quién dijo que aquí no hay playas, habiendo tanto mar y tanto tiburón.

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