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Un amigo de León

Aquellos municipales

Me despierto con una fotografía que mi cuñado, Fernando Rubio, me envía y en la que se ven a dos guardias urbanos, de los de casco y correaje blanco, posando lado de los aguinaldos que, por estas fechas, solían recibir aquellos garantes de los tráficos locales y muy apreciados por vecindad. Normalmente solían estar los mismos en cada cruce y barrio.

Archivado en: Maximino Cañón, policías municipales, Fernando Rubio,

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Maximino Cañón
23/12/2021 - 04:40

Constituía una pequeña diversión el observar como, con bastante asiduidad, los conductores de los vehículos a motor, principalmente, depositaban sus obsequios a los sufridos guardias que, día tras día, aguantaban las inclemencias del tiempo, tanto en verano, dotados de una chaquetilla blanca y una pequeña sombrilla; como con un largo y pesado abrigo y unas manoplas de piel de cordero (creo) en aquellos durísimos inviernos, para soportar la temperatura moviendo los brazos, como si fueran aspas de molinos de viento, regulando de esa manera el tráfico al no disponer de semáforos en aquellos años. Este pequeño acontecimiento, como era la entrega de esos pequeños aguinaldos de agradecimiento por los servicios prestados durante el año, era muy bien visto, tanto por los receptores de los mismos como por lo ciudadanos. como me decía un guardia retirado, con muchos años de servicios a sus espaldas: "Qué frío pasamos y que poco ganábamos". Y eso era cierto ya que, por aquellos tiempos, la mayoría de los guardias tenían otros pequeños empleos en las horas libres, que les reportaran unas pesetas para llegar a fin de mes.
Hoy algunos de los jóvenes se preguntan cómo podían aguantar de pie, y a la intemperie, las ocho horas de servicio con el solo descanso para tomar un bocadillo y hacer sus necesidades. Eran otros tiempos y otras gentes. La otra parte de la plantilla de guardias municipales, que no creo que en total pasaran de los cincuenta, eran los llamados de distrito que tenían como cometido el custodiar las calles a pie, lo de las motos y los coches llegó más tarde. Recuerdo, a título de ejemplo, que el guardia de distrito, el de gorra de plato, tenía que custodiar desde Santo Domingo hasta el cruce de Padre Isla con la carretera de Asturias. También es de mencionar a quienes hacían el servicio en aquellas noches invernales (lo hacían individualmente) sin lugar para guarecerse, salvo en algún portal para echar un cigarrillo, y con unos medios elementales para intervenir en cualquier trifulca.
Mis mejores recuerdos para aquellos sufridos guardias, hoy policías locales. Felices Fiestas de Navidad. aunque no las sean para todos.

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