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Un amigo de León

Memoria que no olvidaba

Lo que voy a relatar transcurrió por los años setenta en el patio de los Agustinos en León, donde los domingos se celebraban partidos al aire libre y, ello, gracias a la cesión de las canchas, normalmente en los PPAA, sin cobrar nada por su utilización. El único pabellón que recuerde y que también era cedido gratuitamente lo tenía el Colegio de Huérfanos Ferroviarios, más conocido por ‘el CHF', donde la ducha era recibida como una bendición y, cuando el agua era caliente, nos parecía venida del cielo.

Archivado en: Maximino Cañón, Atlético Forecu, Albino,

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Maximino Cañón
04/11/2022 - 01:10

Se celebraba un partido de baloncesto en el que se enfrentaban el Atlético Forecu y otro de la misma categoría. El encuentro transcurría con toda normalidad; es decir, con quince o veinte puntos por debajo del equipo rival (no confundir con el Forecu a secas que ése era muy bueno y jugaba en otra liga que, aunque superior, atraía menos espectadores). El partido lo pitaba un conocido estudiante de Veterinaria panameño, Ricardo el "pana", y lo que son las cosas, con el tiempo fuimos cuñados.
Conviene dejar claro que los conocimientos y facultades baloncestisticas de alguno de nosotros dejaban mucho que desear. El caso que mi querido amigo Albino y Ricardo ‘el panameño' protagonizaron fue el siguiente: Albino, conocido en los ambientes del baloncesto de aquellos años, cariñosamente, como 'Chova de Oro', debido a que era zurdo, cuando intentaba entrar a canasta escuchó un tímido pitido del árbitro que le hizo parar en seco la acometida y fue que, a Ricardo, se le había escapado el pito (con perdón) sin querer, como así se lo hizo saber a Albino, el cual con una mirada de desaprobación se calló y siguió el partido.
La otra parte, y la más jugosa, tuvo lugar al volver a León. Mi ya cuñado Ricardo me preguntó si Albino seguía teniendo el Bar Acuarium, a lo que al decirle que sí, la emprendimos en dirección al bar. Al ir llegando le dije: "Ya verás qué alegría se va a llevar cuando te vea entrar después de unos cuantos años sin verte". Cuál sería mi sorpresa cuando al entrar en el establecimiento, y estando Albino haciendo un café, lo primero que dijo al vernos fue lo siguiente: "Coño, Ricardo: que cesta me jodiste, desgraciado". Después vinieron los abrazos y los recuerdos y que todavía hoy, con muchos años a sus espaldas, mi cuñado Ricardo, desde su Panamá, donde vive, me lo recuerda cada vez que hablamos. Y es que Albino dejó una huella difícil de borrar, como así se lo expresó a su viuda Manoli y descendientes, Jorge, María y Jorge, el último de la saga.

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