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Un amigo de León

Y se dejó de fumar (1)

No se crean que el título refleja los muchos que desearían que así fuera. Yo, como multitud de gente de mi edad, me crié en un barrio donde la hombría, o el reconocimiento de ser mayor, se medían por los comportamientos de valentía que, de una manera casi inconsciente, demostrabas ante los amigos.
Lo cierto es que, como siempre, hay alguien de más edad que marcaba la pauta y que, en aquel entonces, tendías a imitar y ahí venía lo malo.

Archivado en: Maximino Cañón, fumar, dejar de fumar

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Maximino Cañón
03/2/2023 - 02:20

Este solía ser un chico mayor al que se le daban muy bien los juegos y los vicios, al que admirabas porque hacía cosas que tú no hacías, ni te estaban permitidas en casa. Lo que te daba el pase a esa especie de ‘bachillerato juvenil' era el fumar. Entonces se fumaba mucho, sobre todo los hombres, las mujeres estaban en el inicio tímido de comenzar con el maldito vicio. No recuerdo el ver a mujeres solas sentadas en un bar fumando salvo las que fueran tildadas de mujeres de mala vida.
Se vivía en una contradicción al respecto. El tabaco se anunciaba por todos los sitios, y se fumaba en cualquier lugar de lo que no se libraban ni las habitaciones de los hospitales ni recintos sanitarios; en definitiva, entre el género masculino, el fumar marcaba la diferencia entre la minoría y la mayoría de edad. Normalmente, la barrera para poder fumar delante de los padres se producía cuando venías licenciado de la mili, obligatoria en aquellos años, que era cuando se entendía que ya eras un hombre.
En casi todas las películas era fácil ver fumar a las mujeres, llamadas vampiresas, normalmente con boquillas largas, donde cautivaban a los hombres echándole humo a la cara como sinónimo de dominio. Es muy largo lo que se puede escribir sobre este vicio en el que mucha gente de varias generaciones caímos, aunque algunos nos pudimos desenganchar a tiempo; unos por voluntad propia, otros por imperativos de la salud. Lo cierto es que el mencionado vicio, tan aireado en todos los medios, como signo de hombría y como iniciador de conversaciones, perdura hasta nuestros días, si bien con un aumento considerable de su consumo entre el género femenino. Quién no se recuerda de aquel anuncio de un "cowboy", o vaquero americano, el cual, entre lazada y lazada, encendía un pitillo rubio al mismo tiempo que anunciaba su marca con gran deleite.

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