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Un amigo de León

Virtud sanadora

Esto lo pienso el día en que, por prescripción facultativa, me tocaba hacer una revisión periódica de esas que, los que tenemos una cierta edad, teníamos que hacer cada cierto tiempo para, como dicen los muy castizos, ver cómo marcha la maquinaria. Eso sí, con el miedo en el cuerpo cada vez que, después de hacer las correspondientes pruebas, te enfrentas al médico cual si de un examen oral de final de curso, pero con muchísimo más miedo, esperas el resultado.

Archivado en: Maximino Cañón, médicos, virtud sanadora

Maximino Cañón
05/5/2023 - 01:10

En definitiva, que todos somos muy valientes en nuestra cotidiana vida, en la que nos enfrenamos día a día a cuantos acontecimientos se nos pongan por delante. Lo gordo, lo que todos respetamos, es a lo que atañe a la salud, que eso, salvo en determinadas situaciones y ante males indeseados y con mala cura, no hay dinero que valga para hacerle frente.
En consecuencia, lo que valoramos sobremanera es el cuidado preventivo o de mantenimiento de nuestro estado, que eso está por encima de todo, es lo que nos preocupa de verdad. Aquí no existen bromas ni valentías y por ello el médico de turno adquiere un protagonismo inusitado dado que, exceptuando los poderes divinos, de quien dependemos es del galeno de turno, o de pago, que es la persona en quien depositamos toda nuestra confianza.
Desde luego no quiero dejar de pasar por alto el grandísimo valor que tiene el "Estado del Bienestar" del que disfrutamos, impensable en otras latitudes menos afortunadas. Cuando a uno le llega el turno de ser valorado, y diagnosticado, lo que tiene una importancia difícil de superar es la "virtud sanadora", denominada así por mí como la amabilidad con que somos tratados cada vez que no vemos frente a frente a esa persona que, normalmente con bata blanca, dice el resultado. Aunque presumo de que la clase médica es consciente de la indefensión que los pacientes presentamos a la hora de requerir sus servicios, es muy importante que el resultado te lo comuniquen con buena cara y cercanía que, en muchos casos, eso es lo que yo llamo la "virtud sanadora", superior a cualquier medicamento por muy caro y eficaz que sea.
No se me olvidan los nombres de quienes, cumpliendo con su obligación, han tenido, y tienen, gran importancia en mi vida. Mi gratitud permanente, al cardiólogo Raúl Carbonell, y nunca mejor dicho, "de todo corazón", por lo que los dos sabemos desde hace muchos años, y al Dr. de medicina general, Ángel Mencía, por cómo me siento tratado. Y es que, la "virtud sanadora" no solo se adquiere con el medicamento recetado, sino por cómo se trata al paciente.

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