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apuntes de una alcaldesa

La costa del adobe

Verano, vacaciones, sol, fiestas, música, baile, etc. son algunos de los ingredientes que no pueden faltar en nuestros merecidos días de asueto y descanso.

Mientras el personal opta por fabulosos y paradisíacos lugares donde pasar sus vacaciones en familia, o en solitario, peleándose con las agencias o dejándose los ojos en la pantalla del ordenador a la búsqueda y captura de las mejores ofertas, en esta parte de la provincia disfrutamos de nuestra costa particular..."La costa del Adobe".

En verano se llenan los pueblos triplicando, en numerosas ocasiones, el número de habitantes. Las calles se llenan de chavales que con su jolgorio y algarabía alegran a los lugareños, aunque en algunas ocasiones, las molestias e incomodidades protagonicen algún que otro pequeño altercado. Atrás quedaron esos grises días en que los pueblos quedan desiertos a partir de las ocho de la tarde y, por desgracia, cada vez falta menos para que vuelvan a disfrutar de su eterna soledad.

Siempre me han dado mucha pena aquellos niños que no han disfrutado de una infancia en el pueblo, no saben lo que se pierden!!! Pero cada vez son más los que cada año, desde diferentes ciudades, tengan o no parentescos familiares, buscan veranear en esta costa peculiar, apegada al terruño, que sustituye las playas por las riberas, los chiringuitos por las tascas y cantinas, los grandes supermercados por el comercio ambulante, el agobio de la rutina del trabajo, por los paseos en bicicleta y sobretodo el contacto directo y humano de los vecinos y las gentes sencillas de pueblo.

El adobe, esa construcción tan peculiar y tan leonesa, que mantiene el calor en el invierno y es tan fresco en el verano, transmitiendo fortaleza y sentimiento a través de sus piezas, perfectamente mezcladas de tierra y paja, construyendo casas y edificios tanto nobles como llanos. Es nuestra costa particular, nuestro lugar de refugio y contacto con la naturaleza. Mi casa también es de adobe y madera y en ella me encuentro casi en la gloria.

Dedicado a uno de mis amigos tuiteros que se refirió a uno de los pueblos del municipio de Gradefes como "La costa del adobe" y me encantó la referencia, J. A. Urdiales de San Bartolomé de Rueda.

 

Archivado en: Ana Isabel Ferreras, Diario de una alcaldesa, Gradefes

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Ana Isabel Ferreras / alcaldesa de Gradefes
16/8/2011 - 00:31

Verano, vacaciones, sol, fiestas, música, baile, etc. son algunos de los ingredientes que no pueden faltar en nuestros merecidos días de asueto y descanso.

Mientras el personal opta por fabulosos y paradisíacos lugares donde pasar sus vacaciones en familia, o en solitario, peleándose con las agencias o dejándose los ojos en la pantalla del ordenador a la búsqueda y captura de las mejores ofertas, en esta parte de la provincia disfrutamos de nuestra costa particular..."La costa del Adobe".

En verano se llenan los pueblos triplicando, en numerosas ocasiones, el número de habitantes. Las calles se llenan de chavales que con su jolgorio y algarabía alegran a los lugareños, aunque en algunas ocasiones, las molestias e incomodidades protagonicen algún que otro pequeño altercado. Atrás quedaron esos grises días en que los pueblos quedan desiertos a partir de las ocho de la tarde y, por desgracia, cada vez falta menos para que vuelvan a disfrutar de su eterna soledad.

Siempre me han dado mucha pena aquellos niños que no han disfrutado de una infancia en el pueblo, no saben lo que se pierden!!! Pero cada vez son más los que cada año, desde diferentes ciudades, tengan o no parentescos familiares, buscan veranear en esta costa peculiar, apegada al terruño, que sustituye las playas por las riberas, los chiringuitos por las tascas y cantinas, los grandes supermercados por el comercio ambulante, el agobio de la rutina del trabajo, por los paseos en bicicleta y sobretodo el contacto directo y humano de los vecinos y las gentes sencillas de pueblo.

El adobe, esa construcción tan peculiar y tan leonesa, que mantiene el calor en el invierno y es tan fresco en el verano, transmitiendo fortaleza y sentimiento a través de sus piezas, perfectamente mezcladas de tierra y paja, construyendo casas y edificios tanto nobles como llanos. Es nuestra costa particular, nuestro lugar de refugio y contacto con la naturaleza. Mi casa también es de adobe y madera y en ella me encuentro casi en la gloria.

Dedicado a uno de mis amigos tuiteros que se refirió a uno de los pueblos del municipio de Gradefes como "La costa del adobe" y me encantó la referencia, J. A. Urdiales de San Bartolomé de Rueda.

 

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