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Apuntes de una alcaldesa

Dignidad baturra

El éxodo masivo del mundo rural hacia las ciudades se produjo en la década de los sesenta. Con este movimiento la sociedad española se urbaniza definitivamente y comienza a asimilarse a los países desarrollados. Según los historiadores, este fenómeno había comenzado en la Segunda República, cortándose drásticamente durante la guerra civil, haciendo regresar a numerosas personas de nuevo al campo. En aquellos largos años de posguerra era la vida en este medio, la que podía garantizar llevarse algo de pan a la boca, aunque en muchas ocasiones de modo miserable.

Las consecuencias más importantes del éxodo rural fueron la despoblación y el envejecimiento, provocando en muchos casos el abandono total de pueblos enteros. La mayoría de las explotaciones agrícolas y ganaderas han sido abandonadas por falta de herederos que se hicieran cargo de ellas.

Ahora nos enfrentamos a un país eminentemente urbano, donde los pueblos quedan habitados por aquellos que pueden vivir en ellos y los que trabajando en las ciudades pueden desplazarse a diario. Aunque parezca simple esto no es nada sencillo. Vivir hoy en el campo exige en muchas ocasiones, más sacrificios que comodidades, dependiendo del desarrollo de cada zona, por supuesto.

Tener que recorrer distancias kilométricas para acudir a la consulta del médico en el centro de salud más próximo, (con serias dificultades para subirse a los autobuses); desplazarse a la ciudad cuando se requieren los servicios de especialistas, acomodar a los pocos niños que quedan en las rutas escolares para llegar a los centros de referencia; viéndose privados en muchos casos de servicios tan imprescindibles hoy en día, como la telefonía móvil o Internet; sufriendo la TDT la mayor parte de los días con problemas en la señal..... ¡Ay, qué mal funciona la Televisión Digital!; haciendo la compra diaria gracias a los vendedores ambulantes que son una bendición pero tienen sus limitaciones en cuanto a las existencias; trasladándose a la ciudad para disfrutar de una película en una sala de cine, etc, etc; y lo peor de todo, asistiendo como meros espectadores a la desaparición literal de la vida en el pueblo que les vio nacer, rememorando con inestimable sensibilidad aquellos años en los que había más de 70 niños en la escuela, hoy cerrada, y los mozos y mozas llenaban el campo y las calles.

Dignidad Baturra para estos supervivientes que después de tantos cambios vividos siguen aferrados apostando por el mundo rural. Dignidad y respeto para ellos y exigencia a las Administraciones para que de trabajen de verdad, por la mejora en la calidad de vida y el desarrollo del mundo rural y dejen de "tocar la gaita" pasándose la pelota de unos a otros haciéndose fotos por doquier.

 

Archivado en: Ana Isabel Ferreras, Diario de una alcaldesa, Gradefes

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Ana Isabel Ferreras / alcaldesa de Gradefes
07/10/2011 - 01:01

El éxodo masivo del mundo rural hacia las ciudades se produjo en la década de los sesenta. Con este movimiento la sociedad española se urbaniza definitivamente y comienza a asimilarse a los países desarrollados. Según los historiadores, este fenómeno había comenzado en la Segunda República, cortándose drásticamente durante la guerra civil, haciendo regresar a numerosas personas de nuevo al campo. En aquellos largos años de posguerra era la vida en este medio, la que podía garantizar llevarse algo de pan a la boca, aunque en muchas ocasiones de modo miserable.

Las consecuencias más importantes del éxodo rural fueron la despoblación y el envejecimiento, provocando en muchos casos el abandono total de pueblos enteros. La mayoría de las explotaciones agrícolas y ganaderas han sido abandonadas por falta de herederos que se hicieran cargo de ellas.

Ahora nos enfrentamos a un país eminentemente urbano, donde los pueblos quedan habitados por aquellos que pueden vivir en ellos y los que trabajando en las ciudades pueden desplazarse a diario. Aunque parezca simple esto no es nada sencillo. Vivir hoy en el campo exige en muchas ocasiones, más sacrificios que comodidades, dependiendo del desarrollo de cada zona, por supuesto.

Tener que recorrer distancias kilométricas para acudir a la consulta del médico en el centro de salud más próximo, (con serias dificultades para subirse a los autobuses); desplazarse a la ciudad cuando se requieren los servicios de especialistas, acomodar a los pocos niños que quedan en las rutas escolares para llegar a los centros de referencia; viéndose privados en muchos casos de servicios tan imprescindibles hoy en día, como la telefonía móvil o Internet; sufriendo la TDT la mayor parte de los días con problemas en la señal..... ¡Ay, qué mal funciona la Televisión Digital!; haciendo la compra diaria gracias a los vendedores ambulantes que son una bendición pero tienen sus limitaciones en cuanto a las existencias; trasladándose a la ciudad para disfrutar de una película en una sala de cine, etc, etc; y lo peor de todo, asistiendo como meros espectadores a la desaparición literal de la vida en el pueblo que les vio nacer, rememorando con inestimable sensibilidad aquellos años en los que había más de 70 niños en la escuela, hoy cerrada, y los mozos y mozas llenaban el campo y las calles.

Dignidad Baturra para estos supervivientes que después de tantos cambios vividos siguen aferrados apostando por el mundo rural. Dignidad y respeto para ellos y exigencia a las Administraciones para que de trabajen de verdad, por la mejora en la calidad de vida y el desarrollo del mundo rural y dejen de "tocar la gaita" pasándose la pelota de unos a otros haciéndose fotos por doquier.

 

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