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Ciento volando

Solidaridad

Una federación de estados se caracteriza porque cada estado es independiente para dotarse de herramientas que lo rijan.

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Jaime Torcida
03/11/2017 - 10:27

Un estado puede agrupar varios países federados, siendo suya la responsabilidad derivada de la defensa exterior, la integridad del territorio y la dependencia de los Estados federados  en una unión en los asuntos que competen a sus relaciones exteriores, en la homogeneización de las calidades de vida. España forma parte de una confederación de estados, cuya diferencia fundamental con la configuración de una federación de Estados estriba en las condiciones de acceso a la misma y las condiciones de separación de un estado de la Confederación (Unión) Europea. Entre una federación y una confederación de Estados independientes la importancia de los mecanismos de unión y separación entre los países es capital. La Federación decide en tanto que ella misma su propia integridad territorial y los diferentes países confederados deciden unilateralmente su participación en un Estado aglutinador. Es importante pues precisar si se trata de Federación o Confederación para  poder resolver con lógica aparente las integridades territoriales. En España, la Constitución define la división territorial del país en Comunidades autónomas y la soberanía de los españoles sobre la totalidad del territorio. Pese a ello en regiones, naciones, o pueblos, del Estado Español la diferencia real entre ellos les hace tender a la separación, estando la labor unificadora del Estado basada únicamente en la razón de la fuerza o de las llamadas al patriotismo. Esta es la primera paradoja a resaltar del asunto catalán. Nadie ha basado su actuación en este conflicto, aun abierto, en destacar lo que nos une como españoles a los españoles, ni a los castellanos como castellanos ni a los leoneses como leoneses y el plus de legitimidad ante terceros que nos concede la españolidad, además de la castellanidad o el leonesismo…o el catalanismo. El afán, innato en la España desarrollada, de separar territorios contrasta con el afán del españolismo caduco de la generación del noventa y ocho en la que frente a los espíritus nacionalistas de los diferentes territorios del reino bullía una grandeza  española en declive. Ante los finales de esos momentos de crisis se reavivan en el Estado Español los conflictos territoriales. Estos conflictos territoriales son más nítidos cuanto mayor es la fractura social y la división entre las clases sociales es más evidente. La territorialidad del Estado Español se cuestiona en estos casos como un espejismo de la fractura social real.  La sociedad del espectáculo, releamos al Debord de izquierdas, se hace palpable cuando se sustituye la realidad social auténtica, crisis galopante desde el año 2008, por una crisis territorial para la que además ya tenemos responsable, “España nos roba”, ustedes no pasan penurias porque Pujol se ha comprado una colección de Ferraris con el 3 por ciento, ni porque los españoles sean tan tontos como ustedes y hayan sido esquilmados por el Partido Popular para su propio beneficio; ustedes pasan penurias porque el “Estado Español nos roba”. Los que formamos parte del Estado no podemos por menos que enfadarnos, y si tenemos tanta poca sangre como Rajoy mirar al cielo. Una Federación de Estados o una Confederación de Estados, siendo ambas distintas podrían poner fin a un debate territorial estéril, sobre todo ahora que además de este asunto deberíamos de centrar nuestro esfuerzo en mejorar la posición económica ante otros estados con parecidas pretensiones.  Ya lo decía Mingote, que era de derechas, “el hombre descubre que dos pegan más fuerte que uno y se inventa la gente”. La derecha sigue basando y  organizando el territorio por la fuerza, la izquierda debería basar su concepto del Estado en la eficacia y la transitoriedad del modelo social este en continua evolución. Tenemos un problema en todo el Estado…llegar a fin de mes y nos planteamos el problema si debemos llegar a fin de mes todos…o solamente una parte.

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