En el último año se produjeron 395 enterramientos en los cementerios de Logroño, Varea y El Cortijo y 1.256 incineraciones, cifras similares a las de 2018. En 2014 el Ayuntamiento inauguró un jardín con dos espacios simétricos, con sendas pirámides de granito negro conmemorativas, para acoger las urnas funerarias con cenizas. En cuanto a funerales y unciones de enfermos, durante el año pasado se celebraron 2.326 exequias y se les practicó el sagrado sacramento a 1.807 personas, según los datos de la Diócesis.
Los cementerios volverán a llenarse este 1 de noviembre y se engalanarán con flores para recordar a los difuntos
De cerca: Los Hermanos Fossores llevan más de 50 años acompañando a los familiares
Virginia Ducrós · GENTE en Logroño
31/10/2019 - 05:01
Decía Cicerón que “la vida de los muertos perdura en la memoria de los vivos”. Por eso, quizá, cada 1 de noviembre, miles de personas acuden a los cementerios para honrar a los difuntos, para no dejar caer en el olvido a aquellos que una vez formaron parte de su vida, aquellos que una vez llenaron el hueco de sus corazones.
Los cementerios volverán este año a llenarse, como viene sucediendo cada 1 de noviembre. Así la soledad, que cada día ha venido acompañando a los que ahí descansan, se verá reemplazada por el calor de los seres queridos, y las tumbas y nichos abandonarán, aunque solo sea por unos días, la tristeza del vacío, para recobrar la alegría con el color de las flores y ramos que las vestirán con motivo del día de Todos los Santos.
La tradición manda. Y este viernes volverá a cumplirse, con cientos de devotos llenando los camposantos de Logroño, Varea y El Cortijo, los tres que dependen del Ayuntamiento de la capital riojana. Porque a pesar de las nuevas costumbres, hay otras difícilmente borrables.
Desde el 18 de octubre de 2018 hasta el 17 de octubre de 2019 hubo 395 inhumaciones de cadáveres -385 en el de Logroño, 10 en el de Varea y 2 en el del barrio El Cortijo-, dos menos que en el mismo periodo correspondiente al ejercicio anterior. En cuanto a las incineraciones, y teniendo en cuenta también el mismo periodo, se produjeron 1.256, también dos menos en comparación con el mismo ciclo del año anterior.
En cuanto a los movimientos de restos sin incinerar, se ha producido un notable descenso. De los 492 de este último intervalo a los 665 del pasado. También se han llevado a cabo menos incineraciones de conjuntos de restos -127 realizadas entre el 18 de octubre de 2018 y el 17 de octubre de 2019, por las 166 del periodo anterior-.
Según datos ofrecidos por la Diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño, y ampliando el ámbito a toda La Rioja, en 2018 se celebraron 2.326 funerales -en estas cifras no se recogen los que acogió Haro- por los 2.741 -incluidos esta vez los de la localidad riojalteña- llevados a cabo en el año anterior. La tendencia, aseguran desde la sede, se mantiene. Lo que sí constatan es un aumento de las unciones a los enfermos. Así, en 2018 hubo 2.065, mientras que un año antes recibieron este sacramento 1.807 personas.
Y en la muerte, como en la vida, todo influye. Porque las cifras reflejadas dependen del número de fallecimientos que se producen cada ejercicio.
ORIGEN DE LA TRADICIÓN
La conmemoración del día de Todos los Santos, que amplía su homenaje no solo a las santidades, sino también a todos los difuntos, es una de las fiestas de precepto en la Iglesia católica. Fue el papa Gregorio III el que fijó en el 1 de noviembre esta festividad, como respuesta a la celebración pagana del Año Nuevo Celta -31 de octubre-, que marcaba el final del verano y las cosechas.
Esta tradición no está exenta de una evolución. El cementerio de Logroño, por ejemplo, estrenó en 2014 el ‘Jardín de la Memoria’, donde reposan las cenizas de aquellos que han optado por la cremación. Son dos espacios simétricos que destacan por su pirámide de granito negro conmemorativa. Y entre ambos se extiende ‘El Jardín de los Sueños’, cuatro parcelas preparadas para enterrar en ellas las cenizas, que han sido depositadas previamente en urnas biodegradables.
Y así, en tumbas u hornacinas, en columbarios o jardines, este viernes 1 de noviembre los difuntos no caerán en el olvido. Porque citando a Benedetti, “después de todo, la muerte es solo un síntoma de que hubo vida”.
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