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8 de marzo DÍA DE LA MUJER TRABAJADORA

"A veces se juntaban el día y la noche"

La necesidad y las jornadas interminables marcaron la vida laboral de las hermanas Padilla, sombrereras; o de Capilla, modista. Sólo unas pocas, como Nellyda, tuvieron otras opciones.

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Las hermanas Luisa y Faustina Padilla·Fotografía: Chema Martínez

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gentedigital.es/Patricia Costa
06/3/2015 - 10:39

Muñecos y muñecas tipo Nancy por toda la casa, ataviados y ataviadas con gorros y vestido o pantalón a juego, dan cuenta de su dedicación y pasión. Los sombreros de las hermanas Luisa y Faustina Padilla se vendían en El Bebé Inglés de la calle Galdós y de Gran Vía, en Lencería Ideal, en Simeón, y también en ciudades como Bilbao y Valencia. "Incluso, los llevaron en su primera comunión las nietas del Caudillo. Era un modelo sencillo, como una pamelita de ala pequeña", presume Luisa. Pero detrás de esta ilusión se encuentran horarios intempestivos, en el taller y en casa, y muchos domingos ocupados. "Y ganábamos sólo 250 pesetas a la semana, que debíamos entregar a mi madre", recuerda Faustina.

Ella se adentró en el mundo laboral con 15 años; Luisa a los 18, pese a la dificultad de contar con una malformación en su mano derecha. Ambas por necesidad y siguiendo la estela familiar marcada por una madre sastra y una hermana modista. "Estuvimos diez años en el taller de Luisa Montero de la calle Atocha, justo frente a la Farmacia del Globo. Luego nos montamos el taller en este piso, en López de Hoyos, las cinco hermanas y mi hermano", explica Luisa. Con este último es, precisamente, con quien acudían a negociar con los comerciantes de Sol, muestrario en mano.

Ahora, superada la barrera de los 80 y a punto de conmemorar un nuevo 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, repasan lo hecho y lo que quedó por hacer. "Me hubiese gustado ser profesora de corte y confección y tener mi empresa, pero no tuve presupuesto suficiente para comprar el método", confiesa la sombrerera.

En la costura hasta los 50
No muy lejos, en la zona de Diego de León, Capilla Rodríguez, a punto de cumplir los 92 años, abre la puerta de otro museo. En este caso, las tallas de su padre sustituyen a las muñecas de las hermanas Padilla quienes, como ella, son usuarias de la Fundación Amigos de los Mayores. "Fui modista desde los 18 y hasta los 50 años. Comencé como aprendiz en Conde de Peñalver, primero sin cobrar. Entonces no era fácil colocarse. Muchas mujeres servían, porque había mucho 'señoriteo', pero mi padre no lo consentía", matiza. En este 8 de Marzo, Capilla reconoce que le hubiese gustado estudiar y trabajar en un ministerio, como una hermana. "Ser funcionaria, tener sueldo fijo, tiempo libre. Porque, de modista, a veces se juntaban el día y la noche. Hasta tomaba Simpatina para soportar la jornada", concluye.

De mecanógrafa a artista de museo
Un tercer museo, más aproximado a la realidad,es el que guarda la casa de Nellyda Rivkin en Antón Martín. "Esta obra la titulé 'Geometría'", apunta, señalando una pared del salón, ocupado también por un pequeño taller de grabado. Bonaerense afincada en Madrid desde hace más de tres décadas, se autodefine como artista intimista. Quería ser arquitecta, terminó estudiando Perito Mercantil y luego Bellas Artes, viajó a París, expuso, y en Madrid vendió sus grabados en los años 80, en los soportales de la Plaza Mayor con el grupo 'La voz gráfica'. Pero recuerda, "mi primer empleo fue con 17 años, como dactilógrafa en una cooperativa de crédito". Su próximo reto: publicar una antología poética.

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