Este colectivo trabaja con personas con discapacidad intelectual, a través de las actividades de ocio · Gracias a esta labor, favorece la conciliación a más de 190 familias de toda la región.
gentedigital.es/F. Quirós
29/1/2016 - 10:31
El 2 de diciembre de 2014 fue una fecha muy importante para una de las asociaciones madrileñas que promueve la integración social de las personas con discapacidad intelectual. Ese día, Antares estrenaba un nuevo centro ubicado en la calle Costa Brava, en pleno barrio de Mirasierra, y a la fiesta correspondiente no le faltó ningún ingrediente.
Fueron muchos los que descubrieron la labor de este colectivo en esa fecha tan reciente, aunque el origen de Antares data de bastante antes, concretamente de 1999, tal y como explica a GENTE Mar Barbero, su responsable de Comunicación y Voluntariado: "Antares surge como iniciativa de varias familias de aquí, del barrio de Mirasierra, que necesitaban muchas cosas para sus hijos con discapacidad psíquica, sobre todo si pensamos que estamos hablando del año 1999. A partir de ahí se van dando a conocer hasta llegar al día de hoy con una reputación muy buena". Han pasado más de tres lustros pero la filosofía sigue siendo la misma: dar un servicio tan importante a 193 familias de toda la región a través de actividades que sirvan para atender a estos chicos por un lado y, por otro, dar un respiro y favorecer la conciliación familiar.
UN GRAN APOYO
Ellos son precisamente los que mejor pueden valorar la labor de la asociación. "Uno de los padres me dijo nada más de entrar que Antares es la felicidad, para su hijo y también para él, ya que le permite pasar más tiempo con su mujer o sus otros hijos. En el día a día, de lunes a viernes, tenemos muchas actividades de 17:30 a 19:30. Si quitas ese trabajo pocos son los padres que pueden estar recogiendo a sus hijos a las puertas de los colegios. Por otro lado, el ocio es un derecho que tenemos todos, incluidos estos chicos, y por ello necesitan ir al cine, viajar en autobús o Metro y que alguien les acompañe", detalla la propia Mar Barbero.
Llegados a este punto, aparece uno de los pilares sobre los que se sustenta el proyecto, los profesionales y voluntarios que trabajan en Antares. Todos ellos forman un núcleo en el que es difícil establecer una línea de división. "Cada uno hemos llegado aquí de una manera distinta, pero el sentimiento es el mismo, esto es algo que te acaba atrapando", relatan. Al margen de su relación laboral, la convivencia con los chicos que llegan a la asociación también les sirve en el ámbito personal, como cuenta uno de los técnicos de Antares, Aitor Robledo: "Me siento más libre cuando voy con ellos por la calle. Salen, se divierten, se lo pasan bien y siempre sin mirar a los demás, rompiendo estereotipos". Esa ruptura es la gran asignatura pendiente que, a juicio de otro compañero suyo, Víctor García, tiene la sociedad: "Falta empatía respecto a la persona con discapacidad intelectual. Todavía hay casos de personas a las que se le baja del autobús. Tenemos que ser un poco más sensibles", zanja.
El propio Víctor también incide en esa visión casi lastimosa que en ocasiones transmitimos. "Muchas personas vienen con buena voluntad para decirnos "qué valiente, qué capaz eres" y no nos gusta. Lo hacemos porque a estas personas les corresponde por derecho. Es una visión que hay que cambiar", finaliza.
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