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Cuenta atrás para el fin de La Cañada Real

Los vecinos de la vía pecuaria viven pendientes de la Asamblea de Madrid, que aprobará el próximo día 10 la ley de desafección. El 90% de los residentes quiere comprar legalmente sus terrenos

Archivado en: Cañada Real

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Vecinos de La Cañada · OLMO GONZÁLEZ/GENTE

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gentedigital.es/ Liliana Pellicer
04/3/2011 - 13:03

Sólo el polvo del camino recuerda que por La Cañada transitaba ganado. Casas y chabolas conviven ahora en una realidad compleja, que asiste preocupada al que puede ser su final. Los vecinos de los catorce kilómetros de vía pecuaria se agarran a un suelo que todavía no les pertenece con los cimientos de las casas que construyeron con sus propias manos. La mayoría lo tiene claro: La Cañada es su hogar y allí quieren permanecer.

La Ley que aprobará la Asamblea el próximo día 10 pretende transformar el terreno protegido en urbano, lo que plantea la duda de que pasará con los cuarenta mil residentes, catorce mil según la Comunidad. "El 90 por ciento de los vecinos quiere comprar los terrenos. Llevamos viviendo aquí décadas", explica Lidia Resani, presidenta de la asociación de vecinos del sector IV, perteneciente a Rivas.

"Llegamos hace treinta años. Por aquí no había nada, así que cogimos un trozo y ya", recuerda Valle, una vecina de Vallecas que tiene una parcela de 1.500 metros cuadrados. "Aquí se vive bien, el problema es la droga", explica con el sonido de un helicóptero de fondo. "Es la policía, controlando, ya nos conocen", aclara Manuel, su marido.

Orgullosos enseñan los tres dormitorios de su casa, la piscina, el porche, el huerto y un taller, todo construido poco a poco por Manuel con materiales de segunda mano. A su vivienda no le falta de nada, aunque casi todo conseguido con su propio esfuerzo, un poco de maña y bastante picardía.

En La Cañada no hay tendido eléctrico ni agua corriente, pero eso no ha sido un problema. Entre varios vecinos instalaron y pagaron un transformador para conseguir la energía y el agua "la enganchamos de una tubería del Canal de allá", explican sin ruborizarse. Un parpadeo de la bombilla viene a confirmar sus palabras. "Esto funciona, pero va como va", añaden. "No pagamos nada, pero queremos hacerlo, tener un contador en la puerta como todo el mundo", aclaran.
Sin alcantarillado ni servicios, y con una inseguridad acentuada por los clanes de la droga ni siquiera el cartero o los taxistas desean entrar en una zona en la que, sin embargo, no se puede hablar de generalidades.

Mientras en Coslada cuentan con servicios y carreteras, en otros sectores la marginalidad campa a sus anchas. Como resumió el sacerdote de Santo Domingo de la Calzada en la comisión de Medio Ambiente, allí conviven seis grupos de personas. Los "atrapados", vecinos de la calle Francisco Álvarez que sufren la presión de los clanes de la droga; los especuladores; las personas que se instalaron allí; los empobrecidos; los traficantes y delincuentes; y los drogodependientes.

Éstos últimos, los que han hecho famosa La Cañada, no son mayoría. "Somos gente trabajadora que queremos solucionar los problemas de la zona y creemos que la Ley lo puede conseguir", aclara Resani. "Ya es hora. Más de 30 años ya es suficiente".

HOGARES ILEGALES

Muchas familias de La Cañada Real Galiana no sólo están empadronadas en sus viviendas "ilegales" sino que además pagan el Impuesto de Bienes Inmuebles. Valle y Manuel pagan cerca de 300 euros anuales al Ayuntamiento. "Esto no es legal para nada, para nada menos para pagar, para eso sí que es legal", protesta Valle mientras muestra los recibos que demuestran el pago del impuesto durante quince años. En sus facturas no sólo aparece el importe abonado sino también valor del suelo y su valor catastral. En el caso de Valle y Manuel, 47.000 euros y 53.000 respectivamente.

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