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OPINIÓN

Cuestión de conciencia

A las siete menos cuarto de la mañana, encendí el televisor y solté un grito de júbilo hacia mis adentros. El 'Yes we can' se ha hecho realidad. Obama ha arrasado en las elecciones norteamericanas y la conciencia de diálogo regresa a la Casa Blanca con el señor de Chicago.

Archivado en: Obama, victoria, corazón

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Un seguidor sigue con atención el discurso de Obama en Chicago.

Un seguidor de Obama, emocionado durante su discurso. EFE

El simple hecho de que el señor de Chicago puede mirar a los ojos a cualquier dirigente terráqueo me pone de buen humor

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gentedigital.es/Marcos Blanco
05/11/2008 - 08:26

Levanten el café. O la caña. Si quieren, un vaso de agua, y brinden, aunque sea de forma fictia, con nadie, o con el primero que encuentren a su lado. En primer lugar, porque el coco, uséase Bush, dejará de irrumpir en las pesadillas de medio mundo. De hecho, ha sido tal la indiferencia de los propios americanos (el resto ya llevamos tiempo profesándole nuestra indiferencia)  hacia el insípido hombre de New Haven que, si tuviese conciencia, el futuro ex-presidente igual se replantearía su existencia allá donde vaya. Afortunadamente, ya casi es historia.

Obama tiene conciencia. Al menos, eso parece. Su discurso ha calado en el alma de la sociedad estadounidense, enjaulada en la crisis económica como otros tanto países, y necesitada de ilusión, de un discurso en el que las ideas políticas llevasen consigo una reflexión emocional con la que usted trataría de convencer al vecino del quinto. Además, como señalaba Boris Izaguirre el otro día en la radio, el líder demócrata profesa elegancia hasta subiendo las escaleras que le llevan a cualquier atril para digirirse a sus seguidores.

Pero la elegancia sin valores con los que identificarse carece de sentido. Aquí, la juventud de Obama, su procedencia, el hecho de ser negro o su repetitiva intención de recuperar el sueño americano han vencido al patriotismo militar, al héroe de guerra, a esa intachable experiencia política, aunque carente de miras internacionales. La capacidad para tender puentes de diálogo con el exterior también ha sido otro punto favorable para el señor de Chicago.

Evidentemente, el equipo de Obama ha interpretado una partitura magistral a lo largo de toda la campaña, incidiendo sobremanera en Internet, y destacando el lado humano del gran protagonista. Muchos comentaban anoche que si McCain, todo un caballero durante el discurso de la derrota, hubiese hablado más con el corazón que con la cabeza otro gallo hubiese cantado el 4-N. Quizá no victoria, pero, entre los 338 delegados de uno y los 157 del otro hay una diferencia abismal, una goleada casi humillante.

Seguro que conocen el famoso dicho de que cuando Estados Unidos se constipa, el mundo se resfría. Por eso, durante los últimos meses nos hemos cansado de mirar hacia el otro lado del Atlántico, sorprendidos muchas veces por su capacidad popular para bromear sobre la lucha política. ¿Se imaginan que en España los candidatos se prestasen a este juego? O piensen por un momento las posibilidades existentes de que un hijo de marroquís pueda residir en La Moncloa. Al final, nuestros prejuicios nos van a jugar una mala pasada.

Como si Obama fuese el representante en la tierra de la izquierda más desenfada, muchos expertos abogan por un cambio tranquilo, sin estridencias, desde los despachos. Otros quieren el puñetazo en la mesa, con decisiones instantáneas para cambiar el rumbo de la economía, de la solidaridad internacional entre países, aprovechando el 'factor Obama'. En los próximos días iremos conociendo los argumentos democrátas, con Obama al frente, para demostrar su rotunda victoria.

A mí, personalmente, el simple hecho de que Obama sea capaz de mirar a los ojos a un dirigente de cualquier rincón terrestre con cordialidad y espíritu de diálogo me pone de buen humor.  El hombre de la foto ha depositado su sueño en el señor de Chicago. Le puede la emoción. Adelante, Obama. Ha llegado tu hora.

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