Hace ya años que desde la Oficina de Calidad Alimentaria (ODECA), dependiente de la Consejería de Desarrollo Rural, Ganadería, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente se desarrollan intensas campañas de promoción de los Alimentos de Cantabria, haciendo en estas fechas una especial incidencia para que los productos locales estén presentes en las mesas de los cántabros en las celebraciones navideñas. Aprovechando la circunstancia, hablamos con el responsable de la Consejería, Guillermo Blanco, de la importancia del sector agroalimentario, de su futuro, de las iniciativas de su departamento para ayudar a su desarrollo y de la transcencia que tiene en la lucha por evitar el despoblamiento rural. Blanco no escatima elogios para con los productores cántabros y se muestra convencido de que es el momento de poner al sector y todo lo que se desarrolla en torno a él en el centro de la economía y “dejar de ser una región de servicios”.
Arantxa Calleja
24/12/2020 - 10:37
El consejero de Desarrollo Rural, Ganadería, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, Guillermo Blanco (Ongayo -Suances- 1965) accedió a su cargo en julio de 2019. Antes, y durante casi 20 años, fue jefe de Gabinete de Miguel Ángel Revilla en cada uno de los puestos de responsabilidad que este ha asumido en los distintos gobiernos de los que ha formado parte. Este perfil podría extrañar a la hora de asumir un cargo tan poco afín a las responsabilidades desarrolladas hasta el momento. Pero las dudas se disipan cuando se le escucha hablar de los temas relacionados con su Consejería, especialmente de los relacionados con el sector primario y su importancia dentro de la economía regional.
Apenas se menciona el sector, se arranca a ‘presumir’ de sus bondades y su papel como motor en la economía de Cantabria. “El 22% del Producto Interior Bruto (PIB) industrial de la comunidad pertenece al sector de la agroalimentación, lo que supone, casi uno de cada cuatro euros. En Cantabria hay casi 500 pequeñas empresas, casi todas de carácter familiar, dedicadas a la parte del sector primario que es industrial, que se dedica a la producción de alimentos y a la industria ligera de transformación. Y estas pequeñas empresas dan trabajo a más de 7.000 personas”.
Aclara que, lejos de ser una moda, “Cantabria se ha dedicado a esto toda la vida” y no ahora, en estos tiempos en que se le da tanta notoriedad a todo lo relacionado con la alimentación. “Que nosotros estemos dándole importancia en estos momentos a la alimentación tiene relativa notoriedad porque hemos sido productores toda la vida”, asegura.
De hecho, Blanco se remonta a los escritos del geógrafo griego Estrabón, que ya en el año 7 antes de Cristo hacía mención de algunas costumbres culinarias de los pueblos que habitaban el norte de la península ibérica, entre ellos los cántabros, a los que denominaba ‘bárbaros’ en contraposición a los ‘civilizados’ romanos y griegos, y de los que dejó escrito: “todos los montañeses son austeros, beben normalmente agua (...). Conocen también la cerveza. El vino lo beben en raras ocasiones, pero el que tienen lo consumen pronto en festines con los parientes. Usan mantequilla en vez de aceite (para cocinar)”, cosa esta última que llamaba poderosamente la atención a los ‘civilizados’ romanos ya que por aquel entonces estos consideraban que la mantequilla para lo único que servía era para engrasar la piel. “Y, sin embargo, aquí ya se empleaba la mantequilla en la cocina”.
Más allá de la anécdota histórica, lo cierto es que, como asegura el consejero, “todos tenemos algún ascendente, no muy lejano en el tiempo, que se dedicó al sector primario” ya que “tenemos una tierra increíblemente fértil y un clima que propicia que cualquier semilla que se tire al campo arraigue y dé fruto. Esto es un privilegio que nos permite producir una calidad exquisita”, asegura.
Las bondades de la tierra y el clima se unen, en palabras de Blanco, a la profesionalidad de los productores cántabros para conseguir poner a la comunidad ‘en el mapa’ de la producción agroaliamentaria.
De ello dan fe, no solo las nueve Estrellas Michelín con las que cuenta Cantabria sino, sobre todo, los certificados de garantía europea. Cuatro Denominaciones de Origen Protegidas: Queso Picón Bejes-Tresviso, Queso Nata de Cantabria, Quesucos de Liébana y Miel de Liébana; cuatro Indicaciones Geográficas Protegidas: Carne de Cantabria, Sobao Pasiego, Vino de la Tierra Costa de Cantabria y Vino de la Tierra de Liébana; dos marcas de garantía: Calidad Controlada y Alimentos de Cantabria; y los sellos Agricultura Ecológica y Producto de Montaña. “No encontrarás territorio en Europa que en tan poco espacio de terreno, 5.000 kilómetros cuadrados, reuna tal cantidad de reconocimientos”, presume el consejero.
EL FUTURO INMEDIATO
Precisamente es en la incorporación de cuatro razas más a las ya inscritas en la IGP Carne de Cantabria y la consecución de la tan traída y llevada IGP de la Anchoa de Cantabria en donde tiene puestos parte de sus esfuerzos la Consejería, a pesar de que la iniciativa de solicitar una IPG tiene que partir siempre de una asociación de productores y la Administración solo actúa como auxiliar.
“La Consejería tiene un pequeño capítulo del presupuesto destinado a hacer el estudio previo que hay que aportar en Europa para conseguir que aprueben la certificación. En estos momentos, ya está elaborándose el trabajo en relación a la IGP de la Anchoa de Cantabria, aunque aún es pronto para hablar de cuándo podremos tener los resultados. En cuanto a la incorporación de cuatro nuevas razas a la IGP Carne de Cantabria, ya está hecho el estudio, así que se podrían tener noticias al respecto en un plazo no muy largo de tiempo”.
Otro de los temas en los que se está trabajando es en la ley de venta directa o ley de Kilómetro 0, que Blanco cree que es “más que necesaria” pero que considera “tiene que tener un amparo nacional” y, aunque hay grupos de trabajo ya en marcha y en coordinación con grupos de trabajo nacionales, reconoce que aún no hay fecha prevista para que se convierta en una realidad, aunque “es fácil que en unos meses tengamos avances significativos”, cosa que espera que ocurra, más pronto que tarde, porque “es necesaria. Lo necesitan sobre todo los productores para poder vender directamente al consumidor, de forma legal, a la puerta de su casa, y con todas las garantías para ambos”. Porque, según asegura, “comprar producción local significa mantener a la gente en los pueblos, además de mejorar la economía regional”. Mientras esto sucede, persevera en su empeño en continuar promocionando el producto de Cantabria, “utilizando todos los medios a nuestro alcance”.
“Cuando todo esto acabe, dice refiriéndose a la actual situación sanitaria, seguiremos empeñados en dar salida a todo el producto que seamos capaces. Vamos a dar la oportunidad a los cántabros para que conozcan lo bueno que es llevar este producto a sus casas, lo bien que van a alimentar a los suyos, el precio tan razonable que tiene, que van a ahorrar dinero pero, además, se van a alimentar muy bien y muy sano. Y eso lo haremos a través de los mercados tradicionales que, en la medida de lo posible, ampliaremos en número; dedicando nuestros esfuerzos a que las grandes superficies sigan confiando en nuestros productores; incentivando a estos para que produzcan lo suficiente para poder seguir aprovechando ese canal de venta, y facilitándoles herramientas y formación para hacer cada día más competitivo el sector”.
Y para ello, además del empeño del consejero y su equipo, el departamento dirigido por Guillermo Blanco contará en 2021 con un presupuesto que experimentará un crecimiento de un 7,06% con respecto al anterior. “Más de 143 millones, a los que hay que sumar los más de 65 provenientes de Europa, dirigidos principalmente a mantener el sector primario”, porque, “en estos momentos, si no ponemos en el centro de la economía a este sector y lo que se desarrolla en torno a él estaremos muy equivocados, ya que, efectivamente, dentro de la evolución que tiene que tener la economía en Cantabria, no podemos seguir siendo una comunidad de servicios toda la vida. Ni podemos, ni debemos”, afirma tajante.
Tampoco confía en la capacidad competitiva que tiene la comunidad en el terreno de la gran industria, “la que lleva implícita una gran producción”, la que denomina “de chimeneas”. “Cada vez va a haber menos chimeneas, pero sector primario, y la industria en torno a su transformación, sí que seguirá habiendo” y es ahí donde “podemos competir. Quizá no en la producción de grandes cantidades, porque no tenemos grandes extensiones para ello, pero sí en altísima calidad”, asegura.
EN MARZO TODOS PARAMOS, PERO LA NATURALEZA NO PARA
Y para muestra, un botón. Blanco, que no escatima en elogios hacia los productores agroalimentarios cántabros, no olvida el compromiso que estos profesionales han demostrado ante la situación de crisis sanitaria provocada por el covid-19, durante la cual y en colaboración con la Consejería “han demostrado ser imprescindibles a la hora de garantizar el abastecimiento de alimentos de alta calidad a los ciudadanos”.
A ese respecto, y en relación con la capacidad de reacción del sector, recuerda la difícil situación que se presentó en el pasado mes de marzo cuando, debido al confinamiento de la población y al cierre de los principales canales de distribución, sobre todo el cierre de la hostelería, los productores se encontraron con la imposibilidad de dar salida a sus productos, “porque nosotros paramos, pero la naturaleza no se detiene. Siguen naciendo animales, las vacas, las ovejas, las cabras siguen dando leche, las huertas siguieron dando frutos, los pescadores siguieron saliendo a la mar y había que dar salida a ese producto que es, además, el sustento de muchas familias”.
Y es entonces cuando, haciendo de la necesidad virtud, se implica a siete grandes superficies con presencia en la comunidad en la promoción de los productos cántabros que hasta ese momento tenían una escasa presencia en sus lineales. A estas siete distribuidoras iniciales se unen posteriormente otras dos.
“Cuando nos pusimos en contacto con ellos, entre todos tenían género de 27 productores cántabros”, cuenta Blanco. “Les convencimos de la oportunidad que significaba contar con productos de calidad garantizada en un momento en que el consumidor, cada vez más concienciado, reclama no solo esa calidad a un precio razonable, sino que le da una relevancia cada vez mayor al respeto al medio ambiente y sabe de la importancia, en este aspecto, que tiene el consumo de productos de proximidad”.
La idea resultó ser un éxito. “He de decir que en ese momento de necesidad todos ellos respondieron”. Ahora mismo, hay cerca de 200 productores cántabros en los lineales de esas grandes superficies y vocación de continuidad en el tiempo. “Hay un compromiso de esta Consejería, de este consejero, para llevar a cabo campañas anuales con ellos y seguir agradeciéndoles la apuesta que han hecho por lo nuestro, especialmente en esos difíciles momentos en que contribuyeron a dar salida a mucha producción que de otra manera se hubiese perdido”.
Además, y aprovechando la web de Alimentos de Cantabria, “que ya es conocida y tiene muy buena aceptación”, se abrió ‘un escaparate’, MerCantabria, al que tienen acceso todos los productores de Cantabria para mostrar sus elaboraciones al consumidor y sus enlaces de venta, de modo que el trato comercial es directo del productor al cliente. “Comenzamos esta iniciativa con 30 profesionales del sector y ahora hay ya más de 200”.
MÁS DE 100 TONELADAS DE ALIMENTOS PARA PALIAR LA CRISIS
Por otra parte, y ante la situación de necesidad en que se vieron muchas familias en Cantabria, debido a las dificultades económicas deribadas de la crisis sanitaria, el Consejo de Gobierno, a propuesta de Blanco, aprobó una partida de 200.000 euros para comprar excedentes a todos los productores cántabros y, con la colaboración de las tres grandes cooperativas agroalimentarias cántabras, Agrocantabria, Valles Unidos del Asón y Ruiseñada Comillas, donarlos al Banco de Alimentos y a la Cocina Económica. “Ante la imposibilidad de la Administración de hacerlo con la premura que imponía la situación, ya que estamos obligados a sacar la compra a concurso y no había tiempo para eso, lo que hicimos fue proveer de recursos a estas cooperativas para que ellos ejercieran de ‘mecanismo comprador’”, explica el consejero.
La conclusión de esta iniciativa es que en estas fechas se va a llevar a cabo la última entrega, que hace la número 16, de esos excedentes y con ella se alcanzarán las 110 toneladas de alimentos entregados. “Con 200.000 euros se ha conseguido dar de comer a mucha gente durante meses y meses”.
Aquí Guillermo Blanco se pone especialmente serio. “En el momento en que nos encontramos, en una Cantabria del primer mundo y tan adelantada, nadie puede pasar hambre. Hay recursos para evitarlo y producción suficiente para abastecernos de alimentos. Y la Administración, entre otras cosas, está para eso. Habiendo recursos públicos y habiendo producción no podemos permitir que nadie pase hambre”.
NAVIDAD
Como colofón a la conversación y dadas las fechas no podía faltar la referencia navideña.
El responsable de la Consejería de Desarrollo Rural, Ganadería, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente se debate entre la confianza en la llegada de una vacuna, la esperanza de que la ‘cuesta de enero’ “no sea muy ‘pindia’” y el miedo que le produce la irresponsabilidad de algunos en torno a la celebración de los festejos navideños.
Con todo, no desaprovecha la ocasión para hacer un llamamiento a los cántabros para que pongan alimentos de Cantabria en sus mesas también en Navidad. “Se puede hacer un menú navideño absolutamente cántabro, incluidos los postres. Y hasta los brindis encuentran en Cantabria productos de calidad, como sidra espumosa buenísima o vinos achampañados de extraordinaria calidad, con los que se pueden sustituir perfectamente el cava o el champán”.
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