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ENTREVISTA

Boris Izaguirre: "Edito los libros como si fuesen películas, de un modo muy cinematográfico"

Aquel 'showman' venezolano que se desnudaba en 'Crónicas Marcianas' es un notable escritor. Tras el éxito de 'Villa Diamante', finalista del Premio Planeta en 2007, llega ahora 'Y de repente fue ayer'. Además, prepara su inminente regreso televisivo con Javier Sardá. Durante media hora, pudimos descubrir sus encantos.

"La literatura me ha permitido creer que mi trabajo en la televisión nunca ha dejado de ser una narración"

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gentedigital.es/Marcos Blanco
08/4/2009 - 10:00

Boris Izaguirre (Caracas, 1965) es tal y como se lo puede imaginar uno viéndole por televisión, escuchándole en la radio o conociéndole a través de sus obras escritas. Un hombre apasionado, reflexivo, inquieto y con una conversación ilimitada. Nos recibió con esa familiaridad tan suya en una de las salas del edificio de Editorial Planeta en Madrid. En dos días, se iba a Barcelona para prepara un 'programa piloto' de 'La Tribu', su regreso a la televisión de la mano de Javier Sardá, y parecía un niño con zapatos nuevos cuando charlaba sobre el proyecto. Encendemos la grabadora, suelta una de sus miradas seductoras y sucede una conversación muy esperada...

Boris, ¿cuál ha sido la crítica u opinión más curiosa que has recibido hasta ahora de 'Y de repente fue ayer'?

Lo de que sea un poco desasosegante. Reconozco que es una novela escrita con una gran exigencia para el lector. Arranca con una resaca, pero creo que está bien porque esa resaca es la gran explicación de todo. Es como esa inmensa neblina que debes esperar a que se disipe para ver realmente la historia, lo que el libro quiere contar. Eso me ha sorprendido. Aunque mucha gente opina que es un riesgo muy increíble, ésta era mi verdadera intención: que leas el libro varias veces. Que te vayas dejando llevar. Creo que eso es lo magnífico de un libro...

Totalmente de acuerdo. En estos momentos, me encuentro en la página 219 con Efraín en su flamante piso de La Habana e intentando exprimir sus historias con la máquina de escribir. He visto muchos giros y un estilo muy colorista, característica que te define. ¿Crees que ha llegado ya ese instante en el que uno puede decir "el estilo de Boris es de esta manera..."?

Sí, cinematográfico. Creo que escribo de una manera muy cinematográfica, con imágenes e imágenes que llegan a tu cabeza constantemente. Pienso que edito el libro como se editaría una película y no diría que soy un guionista frustrado, sino que soy un cobarde escritor de no ser guionista. Los escritores sabemos que ser guionista es muy difícil porque no tienes ningún control sobre tu obra. Entonces, nos refugiamos a escribir novelas donde sí hay ese control, porque es un evento solitario. Me encanta que estés en esa parte del pasillo. Adoro ese capítulo y creo que es el momento en el que dices "esta novela me ha atrapado". Todo lo que pasa en ‘Limpio Chiquito' es durísimo y lo fue escribirlo porque no he vivido nada de eso. Sin embargo, la presencia que tiene la explotación a menores y el abuso en nuestra sociedad actual, te permite tener la documentación suficiente para imaginarte cómo puede ser eso. Entonces, pensé que el truco, si hay alguna manera de decirlo, es que ellos (Efraín y Óvalo, los protagonistas) no saben lo que les está pasando, pero saben que cuando crezcan van a saberlo y será horrible. En el caso de Efraín, cuando está empezando a escribir ‘La huella del amor' y eso le va a perseguir toda su vida.

La novela se sitúa en Cuba y la has definido como una homenaje a las telenovela. ¿Por qué has decidido ubicar estos dos conceptos en esta nueva obra?

Porque la telenovela es un producto cubano y la revolución de Castro también. Ambos conceptos han tenido una influencia gigantesca en toda Latinoamérica. Todos los latinoamericanos le debemos a Cuba el amor enlatado y la ilusión por una revolución que luego ha sido un engaño, para mis padres y desde mi punto de vista. Por eso tenía que hacer esta novela. Rubén (su chico) me dijo hace muchos años "tú tendrías que escribir sobre la izquierda latinoamericana porque ha sido tu infancia". Le dije "sí, pero también me aleje inmediatamente. Escogí más la revista Hola que El Capital y ambos me las leía". A pesar de que muchas cosas de mi vida han sido parte de un éxito más capitalista, viví con mis padres esa ilusión que arrasó durante los 70 a la izquierda latinoamericana con un protagonismo absoluto para Fidel y su revolución. Pero claro, no encontraba cómo contar esa historia, porque no iba a hablar de mis padres, hasta que, de repente, me encontré con esta entrevista de Félix Caignet (murió en 1976) y me di cuenta de que este hombre no se fue de Cuba. Este hombre inventó la telenovela, se definió como socialista-leninista con la implantación de la revolución y los primeros que emigraron fueron personas que trabajaban con él. Emigraron y consiguieron trabajo porque sabían hacer televisión. Entonces, dije "¿Cómo es que se quedó?" y de esa pregunta surgió ‘Y de repente fue ayer'...

De esta manera, como sucede en muchas obras, has podido mezclar sentimientos personales y opiniones con un cierto trasfondo histórico...

Sí, sí. Descubrí con ‘Villa Diamante' que podía hacer ficción partiendo de un elemento histórico. Entonces dije, aquí también tengo ese elemento como es una telenovela que combinó regimenes muy enemigos entre sí. Al igual que la telenovela que se plantea en el libro, la telenovela de Caignet se emitió durante la dictadura de Batista, la revolución de Castro y después de la revolución reconocerse como socialista. Es increíble. Era el punto en común que tenían, aparte del geográfico.

Hablando sobre telenovelas, en España tuvieron una gran notoriedad durante los 90. ¿Crees que se mantiene hoy en día esa pasión por la telenovela o piensas que pertenece más a la forma de ser de los latinoamericanos?

Creo que aquí sigue existiendo esa pasión. Por ejemplo, grandes series actuales como ‘Betty la Fea' (tiene 3 o 4 años de duración) o ‘Sin tetas no hay paraíso' son productos que son telenovelas originales colombianas. Entonces, pienso que están muy al día y hay una cantidad muy grande de proyectos en proceso, porque la gran deficiencia de todas las cadenas de televisión es la tarde y al parecer la tarde exige este producto. ‘Amar en tiempos revueltos' también es otro buen ejemplo. No es cierto que su influencia se haya parado. Está muy presente. La telenovela es tremendamente manipuladora. No sé si ves ‘Águila Roja', se supone que hay 5 millones de personas que siguen la serie y me he puesto a verla. Claramente, es una telenovela convertida en un programa semanal. El truco de la historia es que tiene todos esos elementos que, en un principio por risa, terminan fascinándote y subyugándote. Una mala, un amor imposible, una cosa medio mágica-mística... Son ingredientes que la telenovela dispensa y controla muy bien.

Has sido y eres guionista, presentador de televisión, escritor... Has tocado numerosas facetas relacionadas con el mundo de la comunicación, demostrando notable polivalencia, pero me gustaría saber cómo te defines a nivel profesional teniendo en cuenta todo esto...

Siempre me defino como finalista del Premio Planeta 2007. Es la manera perfecta de presentarme, porque si fuera ganador quizá parecería antipático y un poco desagradable, pero al denominarme finalista se transmite un punto de lucha y esfuerzo muy interesante (risas). Creo que uno se pasa el día entero escribiendo y para mí, en realidad, esta manera de ver así la literatura me ha permitido creer que mi trabajo en la televisión nunca ha dejado de ser una narración. Empecé a escribir para otros y luego me convertí en un personaje. Entonces, tenía que reflexionar lo que iba a decir y reflexionaba siempre como un guionista. Además, me da la impresión de que comunico en televisión un poco como un cronista. Sé que tengo que decir una cosa que te llegue, que me entiendas lo que te quiero decir. Por ejemplo, puedo comentar que estoy fascinado y al mismo tiempo muy sorprendido con todo el lío de la retirada de las tropas de Kosovo, pero en el lado positivo de las cosas ha sido maravilloso descubrir a una persona como Bernardino León, que era un caballero desconocido, una especie de Harrison Ford. Creo que este tipo de mensajes un cronista los sabe bien y la televisión ha sido el lugar que he tenido para hacérselo llegar a la gente.

Es una buena definición: "Boris Izaguirre, el cronista de la vida social". Podrías ser un buen sustituto para Cristina García-Ramos en ‘Corazón, corazón'...

No lo sé (risas), porque no me sé sentar igual y no tengo esa capacidad para que todo encaje perfectamente como hace ella...

Millones de personas te conocieron a través de ‘Crónicas Marcianas' con miles de arrebatos, desnudos y atrevimientos escénicos de por medio. ¿Ha pasado a mejor vida aquel ‘showman'? ¿Te incomoda que el público se quede con esa etapa?

¿Por qué va a pasar? Es imposible que eso pase a la historia, porque sólo tienes entrar en Youtube y ver todo lo que pasó en ‘Crónicas Marcianas'. No puedes luchar contra eso. Además, creo que he sido muy bueno en esto, porque no estaba previsto. Nadie lo había visto hasta que Javier (Sardá) y yo lo vimos. Y lo hemos hecho juntos. Javier me decía muchas veces que fuese más lento de 0 a 100 pero luego veíamos que no podía tomarme un tiempo porque ya estábamos en lo alto, riéndonos, ‘montando la vaina'.... Esa dirección creó al ‘showman' y ahora, con ‘La Tribu' vuelvo a él en condición de absoluto actor, con la idea de volver a trabajar de nuevo con mi director. ¡Imagínate que no hubiese sido todo aquello! Qué tontería. Era fabuloso.

EL REGRESO A TELEVISIÓN CON JAVIER SARDÁ

En breve, podremos verte en la gran pantalla bajo la dirección de Javier Sardá y junto a Mercedes Milá y Carlos Latre. Existe mucha expectación por saber cuál será el contenido y cuáles las formas del nuevo programa televisivo. ¿Qué nos va a ofrecer ‘La Tribu'?

Nadie lo sabe. Bueno, sí, el único es Javier. Todos estamos un poco ‘asustados' con la idea de reencontrarnos, pero va a ser fantástico. A mí me fascina Mercedes...

Va a ser un programa-espectáculo, de entretenimiento, de conocimiento...

No, la palabra que se emplea mucho es ‘actualidad' (risas), porque ésta es una palabra fantástica ya que realmente no sé si hay alguien allí que sepa qué es actualidad. ‘Actualidad' es un término como ‘glamour', que nadie sabe qué es pero puedes utilizarla como palabra para todo. De repente, haces un gesto, alguien dice "¡qué glamour!" y puede que sólo haya sido un gesto. Entonces, la actualidad tiene esta forma de bolsa, con cabida para muchísimas cosas. Javier dice que "no nos confiemos mucho en que nosotros somos la clave total de este programa porque al minuto de aparecer juntos ya nos vieron". Creo que saldrá un programa fabuloso. Sardá es agotador pero brillante, porque con unos elementos tan pobres como los que la televisión te ofrece es capaz de formar un universo increíble y afortunadamente uno forma parte de este universo.

Desde hace muchos años, eres un habitual colaborador radiofónico de Genma Nierga en ‘La Ventana' de la Cadena SER. Allí, formas parte de una tertulia muy interesante con Latinoamérica como telón de fondo. Tengo la impresión de que la radio nos ha permitido conocer el lado más profundo de Boris Izaguirre, como ser ‘culto' y un espíritu curioso tremendo...

Pase lo que pase, la radio siempre la mantengo. A veces digo "¡Es que ya van 12 años!", pero después pienso "¿Por qué me voy a ir?", y esta tertulia de los latinoamericanos que hacemos en ‘La Ventana' con Genma es muy divertida porque en el fondo todos somos de la edad, pensamos igual en muchas cosas, pero también somos distintos. Por ejemplo, Álvaro (Vargas Llosa) viene de una formación liberal, muy burguesa, de una intelectualidad máxima... Jorge es un kamikaze y Santiago es un hijo de unos kamikaces. Y yo soy yo. De repente, puedo llegar de una megafiesta y ellos nunca en la vida entenderían como alguien puede tener esa fascinación por una fiesta y al mismo tiempo estar pendiente de un misíl en Corea del Norte. Puede ser.

Esa combinación es muy tuya...

Es cierto. La radio te da esa intimidad y por eso está muy bien hacerlo. Quizá sea el mejor sitio para ser de esa forma. Quizá por eso ha ido tan bien. Tengo una cierta debilidad por Santiago, porque lo encuentro muy mono y porque podía ser como mi hermano menor. También me encanta Álvaro porque veo cierto reflejo mío en él, pero es algo inalcanzable porque no soy hijo de Vargas Llosa (risas).

El tiempo se ha acabado. Como recuerdo sonoro, le grabamos leyendo una página de su libro. No sabe cuál elegir. Mientras bajamos las escaleras del edificio hacia el coche que le espera, le pregunto por Rafa Muñoz, ese joven cordobés que ha conseguido el récord del mundo en 50 metros mariposa. Le encanta la natación. "¿Te has fijado en sus brazos? Son enormes", comenta a la vez que gesticula para ratificación su afirmación. No tiene medida. Boris Izaguirre no hay más que uno.

 

 

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