mar 122012
 

El ritmo de vida actual, cada vez más acelerado, repercute considerablemente en nuestra alimentación y hábitos dietéticos. La realidad es que cada vez dedicamos menos tiempo al desayuno, la primera comida del día y la más importante. De hecho, más de la mitad de los españoles toman un desayuno insuficiente o inadecuado.

En este contexto, los médicos de familia hacen una llamada de atención y aconsejan a la población no descuidar este primer aporte energético que recibe nuestro cuerpo después de horas de descanso. Por eso, la doctora Joima Panisello, coordinadora de un taller sobre cognición y alimentación (‘De la teoría a la práctica’) afirma que “es importante no sólo ingerir los nutrientes necesarios, sino dedicarle el tiempo suficiente a esta comida que está entre 10 y 15 minutos como mínimo”. Continue reading »

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dic 092010
 

En España, al igual que en otros países desarrollados, los hábitos alimenticios han empeorado. Llevamos dietas poco equilibradas, los adolescentes cada vez consumen más comida rápida, realizamos escasa actividad física y cada vez llevamos una vida más sedentaria. Actualmente nuestro país, con una tasa del 13,9%, ocupa el tercer puesto en prevalencia de obesidad en el mundo, tras Estados Unidos (22,5%%) y Reino Unido (17%).

En este contexto, los médicos de familia aconsejan a la población volver a los hábitos alimenticios y costumbres de nuestros padres y abuelos, como, por ejemplo, comprar productos naturales, frescos y de temporada, preferiblemente en mercados o pequeños comercios y optar por una forma de preparación sencilla como son los asados, guisos y los platos al vapor.

“Además es importante saborear las comidas en familia e incluir un plan de ejercicio físico adaptado a las condiciones de cada uno y, si es posible, compartirlo también con el entorno más cercano, sobre todo cuando se tienen niños pequeños”, afirma la doctora Joima Panisello.

Los datos disponibles en la actualidad sobre hábitos dietéticos en España indican que en los últimos años se ha producido una evolución de la dieta mediterránea tradicional (rica en verduras; legumbres y fruta; pescado y aceite de oliva; con un consumo ocasional de vino; una ingesta baja de lácteos y azúcares simples y un consumo prácticamente nulo de alimentos preparados) hacia patrones alimenticios propios de otras sociedades occidentales, con un aporte cada vez más elevado de grasas de origen animal, en detrimento de los hidratos de carbono complejos y de la fibra vegetal. De hecho, los médicos de familia relacionan de forma directa el creciente consumo de comida rápida -conocida popularmente como “fast-food”- con el aumento de las enfermedades cardiovasculares, debido, en parte, a la disminución de antioxidantes que ingerimos a través de los alimentos.

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sep 032010
 
donuts

‘Palmeras’, ‘Bollycao’, ‘Cañas’, ‘Phoskitos’, ‘Triángulos’… Son nombres que han formado parte de la infancia de todos o de casi todos. Mi bollo favorito era ‘Mi merienda’, un panecillo acompañado de chocolate, aunque solía hacer mi particular selección en función de la pegatina de turno o del regalo que ofreciese. También me gustaban los ‘Donuts’ y la ‘Conchas’ de Codan, y me peleaba por los ‘Conguitos’. Mi madre, recuerdo, me prohibía comer este tipo de alimentos cada día, eran excepciones, aunque yo me hubiese comido tres o cuatro diarios.

Recuerdo, con mucha agonía, el momento del recreo. La mayoría de mis amigos, bollo en mano, me observaban con extrañeza cuando de mi bolsa sacaba mi merienda envuelta en papel de aluminio. Galletas tostadas, zanahorias peladas, jamón cocido en rollitos que mi madre llamaba ‘tutús’… En el mejor de los casos, mi madre me metía 50 pesetas en la mochila cuando, por las prisas, no le daba tiempo a prepararme nada, y me decía que comprase un bocadillo -sólo podía ser de jamón y queso- en la tienda portátil que cada día dos señoras instalaban en el patio.

Recuerdo también, que un día me pudieron las ganas, y le robé a una niña sus ‘Donuts’. Fue mi primer y único hurto, y jamás podré olvidar la bronca, aunque sólo contaba por entonces con 5 años.

Tardé, y mucho, en entender la manía de mi madre. Hoy, se lo agradezco, porque, aunque soy golosa como el que más, me ha ayudado desde entonces a controlar mi habitual problema de los kilos de más, que nunca han querido abandonarme.

Sin embargo, por desgracia, los padres no hacen tanto empeño por educar a sus hijos en la mesa, por enseñarles a comer, muchos de ellos inconscientes de lo que significa una buena alimentación, más allá de estar gordo o delgado, es decir, al margen de la cuestión estética y discriminatoria, que muchos niños con problemas de peso soportan entre las paredes del colegio. ¿Quién no ha escuchado alguna vez el cruel ‘Gordo’?

Hoy, uno de cada cuatro niños tiene sobrepeso u obesidad. Para atajar esta situación, el Consejo de Ministros ha aprobado hoy el proyecto de ley de Seguridad Alimentaria y Nutrición que pretende implantar hábitos más saludables.

La normativa prohibirá la venta de alimentos y bebidas en el ámbito escolar que no cumplan con una serie de criterios nutricionales, obliga a la industria a minimizar el contenido de grasas ‘trans’, y propone que sean los expertos quienes supervisen los menús escolares, que los padres conocerán de la mano del propio colegio. También habrá menús adaptados a alumnos con alergias e intolerancias alimentarias.

La ley introduce asimismo, y por vez primera, la prohibición de discriminación por razón de obesidad o sobrepeso, y está prevista la creación de un Observatorio de la Nutrición y el Estudio de la Obesidad. Ahora sólo queda que los padres continúen la tarea en casa.

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