Gente de internet

¿Cuál es tu libro favorito de Mario Vargas Llosa?, preguntan en Facebook o en Eskup. Podría contestar que me encantan novelones como La ciudad y los perros, Conversación en La Catedral y La fiesta del chivo. Sería una respuesta irreprochable, académica, aunque no del todo sincera. Los libros que más he disfrutado del merecido Nobel de Literatura 2010 son Historia de Mayta y La guerra del fin del mundo, dos de las novelas menos ensalzadas por críticos y lectores. ¿Por qué? Tratar de explicarlo, diez o quince años después de haberlas leído, me resulta engañoso. ¿Qué recordamos de un libro varios lustros después de haberlo catado?

La memoria, pongámonos cinéfilos, se diluye como lágrimas en la lluvia según pasa el tiempo. Retenemos sensaciones, retazos, pecios. Somos náufragos, ay, cuando nos adentramos en nuestro pasado.

Ojalá recordara al dedillo, palabra a palabra, cada página de los libros que he disfrutado... Aunque, bueno, Funes el memorioso no es precisamente el personaje al que me gustaría encarnar en esta vida. En fin, dejo los lamentos para otro día. Vuelvo a Historia de Mayta y La guerra del fin del mundo. Un día o un año de estos comenzaré a releerlos, esperanzado: ojalá me siga pareciendo al lector que fui.

Publicado el 8 de octubre de 2010 a las 16:45.

Antes de acostarme me apetecía releer alguno de los libros de Mario Vargas Llosa; he cogido un tocho de Alfaguara que reúne obra breve, lo he abierto al azar y me he topado con mi nombre: "¿Leandro? No, no se atrevería a mentirme a mí", dice el hermano mayor, en El hermano menor (de Los cachorros).

Ahora, al escribir estas líneas, comprendo que no debo extrañarme. Los escritores excelentes lo abarcan todo; nos revelan, nos muestran, nos encierran en sus libros.

Publicado el 8 de octubre de 2010 a las 01:30.