Un director irrepetible
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Es inevitable que alguna vez en la vida alguien te pregunte: ¿Cuál es tu película favorita? o ¿cuál es tu actor favorito? Yo suelo responder que me es imposible decir solo uno, ¡hay tantos! Pero desde hace algún tiempo cuando me preguntan por el director suelo responder lo mismo: Louis Malle. ¿Que por qué?
Situémonos, Francia 1956, un joven amante del cine se embarca en el mítico barco de Jackques Cousteau para rodar el documental El mundo del Silencio. Al instante se convirtió en un clásico y en el primero de los dos únicos documentales que han ganado la Palma de Oro en Cannes. Empezaba entonces una de las filmografías mas originales, variadas y fascinantes de la historia del celuloide.
Durante esta época Francia hacía el cine más vanguardista e innovador del mundo. Nacía la Nouvelle Vague y a su cabeza Truffaut, Godard y Chabrol. Pero Malle, a pesar de ser contemporáneo, siempre estuvo marginado en este grupo, quizá porque su cine era demasiado variopinto e inconexo, quizá tenían razón. Y quizá por eso su cine estaba un paso por delante de todos ellos.
Su primera ficción, Ascensor para el cadalso, es una excelente película negra con toques de Nouvelle Vague parecida al mejor Truffaut. También deja clara su pasión por el jazz y por Miles Davis, que será la banda sonora de muchas de sus películas.
La polémica rodeó toda su carrera. Yo creo que esto le perjudicó a la hora de valorar sus films, pues aunque solía tratar temas realmente polémicos, la calidad de su cine estaba por encima de ellos. Los Amantes (1958) es un buen ejemplo de ello. A pesar de ser una obra maestra y revolucionar el género del drama romántico, se habló más del escándalo que provocó que de la calidad del film y eso que ganó el premio especial del jurado en Venecia.
Con Los Amantes su cine parecía acercarse definitivamente a la Nouvelle Vague pero con su siguiente peli dio un vuelco tan radical como sorprendente a su filmografía. Zazi en el Metro es del todo inclasificable, es la rareza más maravillosa jamás filmada. Imaginaros que Buñuel dirigiese un capitulo de el coyote y el correcaminos, Zazi en el Metro sería el resultado. Aquí podéis ver este sorprendente fragmento.
En 1963 estrena Fuego Fatuo. Al poco de empezar, Alain Leroy (el protagonista) dice: "Mañana me voy a suicidar", es entonces cuando empiezan las 24 horas más intensas que haya visto. Fuego Fatuo es un drama magistral y apasionante, es algo más que una simple peli, es una profunda experiencia vital que te cambia la vida. También ganó el premio especial del jurado en Venecia.
Dos años después rueda ¡Viva María! ¿Cómo es posible que tras hacer un drama tan íntimo y sobrio como Fuego Fatuo ruede este alocado western? Esto es precisamente lo que hace grande a Louis Malle, su increíble metamorfosis de una peli a otra, nunca se encasilló. Quizá por eso desconcertaba a crítica y público.
Luego vino la igualmente alocada y magnifica Un ladrón de Paris. Después hizo Historias Extraordinarias (ahora el terror), tres historias de Edgar Alan Poe dirigida a seis manos con Fellini y Roger Badim.
El documental es un género que siempre le interesó. En el 69, después de pasarse meses en la India, estrena Calcuta, un documental único que deslumbra al público europeo al mostrarle unas imágenes increíblemente realistas de un mundo desconocido.
La siguiente fue Un Soplo al Corazón, la que para muchos es su mejor peli y también la más polémica. En ella mezcla drama y comedia a la perfección para desembocar en una de las historias de amor mas sorprendentes y preciosas jamás rodadas. No os perdáis este divertido fragmento protagonizado por los tres hermanos protagonistas.
Durante años intercala obras maestras como Lacombe Lucien con documentales de todo tipo, llegando incluso a tocar la ciencia ficción con la rarísima El Unicornio.
En el 78 decide explorar nuevos horizontes. Se traslada a Hollywood, rueda La Pequeña y revoluciona La Meca del cine. La película, un escándalo en la época, cuenta la historia de un prostíbulo de New Orleans en el que una Brooke Shields de 13 años interpreta a la hija de una prostituta por la que se pagará muy bien.
Dos años después se estrena Atlantic City, un clásico del cine americano y su película más galardonada donde Burt Lancaster hace la interpretación de su vida.
En el 87 vuelve a Francia y rueda la muy autobiográfica Adiós Muchachos que también cosechó una gran de cantidad de premios. La siguieron la divertida Milou en Mayo o la psicológicamente violenta Herida. Por último y antes de morir, Vania en la calle 42.
La semana pasada se cumplieron 13 años desde que la magia de su cine nos abandonó. En estos 13 años no ha surgido otro director igual. Nadie nadó tan a contracorriente, nadie se arriesgó ni experimentó tanto. Louis Malle fue una especie única de director, un director irrepetible.
Publicado el 3 de diciembre de 2008 a las 17:30.