Iker Casillas y el Real Madrid, se nos rompió el amor de tanto usarlo
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La magnitud, y también la universalidad (que diría Florentino Pérez), del Real Madrid no se miden sólo por el palmarés o por las imágenes de leyendas como Alfredo Di Stéfano, Zinedine Zidane, Ferenc Puskas o Raúl González vestidos de punta en blanco. Lo que de verdad refleja la enorme dimensión de la entidad de Concha Espina es el ruido que genera en cada rincón del mundo cualquier movimiento institucional, por pequeño que éste sea. Basta con que la cuenta oficial de Twitter del Real Madrid deje de seguir a Iker Casillas apenas 24 horas después de la despedida del portero, para que se genere otro debate típico de este país, alejado del plano futbolístico y apoyado en los extremismos.
Hace tiempo que la afición se dividió entre los que seguían al dedo de Mourinho y aquellos que usaban cualquier aspecto como arma arrojadiza contra el portugués y, de paso, contra Florentino Pérez; también se fraccionó en dos bandos, los que amaban a Casillas por encima de estados de forma y los que le odiaban a pesar de sus milagros. Pros y antis. Todo tan radical, tan extremista, que el fuego declarado en Chamartín sigue arrasando hectáreas de prestigio, porque el mercurio en las oficinas de Padre Damián se dispara por algo más que esta ola de calor a la que antes llamábamos verano.
El Madrid y su excapitán (con propiedad conmutativa, ya que el orden de los factores tampoco afecta al resultado, al menos en este caso) llevan años sin ponerse de acuerdo, ni siquiera a la hora de gestionar una rueda de prensa de despedida. Parafraseando a Guardiola, ambas partes debían haber tenido en cuenta eso de marcharse antes de hacerse daño. El romance llegó a su fin y, en lugar de recordar los buenos momentos, los besos al atardecer a los más bellos trofeos o los beneficios de una simbiosis que ha dado réditos extraordinarios, los dos amantes han decidido encender el ventilador, pero no para refrescarse, sino para airear los defectos y las vergüenzas de su expareja. Un amor acorde a los tiempos actuales, más relacionado con el papel cuché y las miserias expuestas en shows televisivos que con alguna obra de Mario Benedetti.
Por eso, en medio de esta nueva guerra civil que promete dejar más vencidos que vencedores, prefiero echarme a un lado para intentar ponerme a salvo de la corriente y no entrar en el papel de amante despechado, sino en el del señor gentil, aun a riesgo de ser considerado un 'pagafantas'. Ahora que te vas, querido Iker, prefiero quedarme con el recuerdo de ese pie salvador en Glasgow, de esos trucos de magia en Old Trafford (aunque te eclipasara el mejor taconazo de la historia) con los que te presentaste al mundo entero, o de ese vuelo con alas de santo en el Pizjuán para dejar a Perotti con cara de la cara propia de un ateo que acaba de asistir a la gestación de un milagro.
Escojo esa opción antes que hablar de la sonrojante campaña que tejieron aquellos periodistas que se consideran amigos tuyos y que hicieron más por lapidar tu prestigio que el propio Mourinho cuando te sentó en favor de Adán. Porque un capitán no se pone el brazalete por los años que lleve en un club, sino por pensar en los intereses de esa entidad y no en salvar la amistad con unos tipos que no dejan de tirar dardos al escudo de tu equipo. Como ellos, las rapaces han aprovechado los rigores estivales para aterrizar en el Bernabéu y devorar toda la carroña. Es curioso como aquellos que odian y vilipendian continuamente al Real Madrid le dictan al merengue de corazón lo que debe sentir en estos casos, a ese seguidor que se marcha a la cama sin cenar porque un delantero de nombre impronunciable le ha hecho un póker al equipo de sus sueños en una semifinal de Champions, sin importar el nombre del portero que juegue ese día o el entrenador que haya en el banquillo
Antes de que me impacte alguna de las balas que silban en un lado y en el otro de las trincheras blancas, apelo a una obra de maestra de Iván Ferreiro para recomendarle tanto al Real Madrid como a Iker Casillas una cosa: "Dejemos que corra el aire y digámonos adiós".
Publicado el 13 de julio de 2015 a las 09:45.