El fichaje de Cristiano Ronaldo por el Real Madrid y la demagogia
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Y con él llegó la locura. Florentino Pérez ha vuelto a demostrar que su idea de crear un equipo rutilante no va a quedar en meras palabras. A la llegada de Kaká se sumará la de Cristiano Ronaldo a cambio de una cifra astronómica: 96 millones de euros. El paso definitivo del fichaje ha sido provocado por una cláusula firmada por el inefable Calderón: 30 millones de euros de penalización si el fichaje no se concretaba antes del 30 de junio, como adelantó Marcos López en el blog 'Futbolitis'. Vamos, que el Madrid estaba entre la espada y la pared.
La noticia ha tenido una repercusión a la altura de la pasta que se ha pagado por el luso. Rápidamente algunos medios (sobre todo en Barcelona) han recurrido a la pataleta, a acusar de la carestía del fichaje en tiempos de crisis...vamos, que al otro lado del puente aéreo ha vuelto a surgir la 'madriditis' en su máximo esplendor con ese sentimiento casi congénito de inferioridad a pesar de seguir a un equipo, el FC Barcelona, que a día de hoy tiene un equipo casi inigualable.
La guinda se la ha llevado 'Cuatro'. En un magazín matinal han llegado a emitir un vídeo en el que se detallaba todo lo que se podría hacer con la cantidad de dinero ya conocida, incluso uno de esos contertulios de turno que opinan de todo, da igual política internacional que fútbol, habló del contraste entre el trabajador irregular abandonado en Valencia y el alto precio del fichaje de CR7. Esto tienen un nombre: demagogia.
96 millones de euros es una barbaridad, no lo voy a negar, pero pensemos en los sueldos que cobran otros deportistas (en la Fórmula 1 o en la NBA los sueldos son todavía más altos) o en otros ámbitos como los actores de las superproducciones de Hollywood. Para mí es igual de frustrante, como vulgar asalariado que soy, que un equipo fiche a un jugador por 96 millones que por 30, son cifras, que salvo grata sorpresa para mí, nunca llegaré a alcanzar. Creo que ningún equipo de fútbol (y del deporte en general) de primer nivel, y digo ninguno, puede hablar de ética en lo que a despilfarro económico se refiere.
Qué estas sumas se podrían invertir en otros menesteres más necesarios (como paliar el hambre en el mundo) es indudable, pero el dinero lo gasta quien lo tiene. Hablar de cómo lo invierte es un asunto que suscita un debate tan amplio y tan antiguo como la diferencia entre clases sociales existente en el Antiguo Régimen.
Publicado el 12 de junio de 2009 a las 17:30.