Quince años después, el Madrid vuelve a la 'Final Four'
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Los aficionados madridistas de nuevo cuño llevarían unos años preguntándose para qué servía la sección de baloncesto. Han pasado muchos años desde que el equipo blanco imponía su ley en Europa y tal vez por ello algunos directivos lo han visto como un necesidad un tanto incómoda que ni siquiera genera los ingresos suficientes como reconoció Florentino Pérez en una asamblea reciente.
Pues bien, desde este jueves, ese equipo al que uno de los mejores entrenadores había dejado en la estacada semanas atrás tiró de orgullo y casta para meterse entre los cuatro mejores del continente. Sólo así puede comprenderse un triunfo en el que los blancos fueron sobreponiéndose a la adversidad como podían. La Caja Mágica se llenó por primera vez. Ese aspecto debía ser un aliado de los merengues, pero al comienzo del partido se convirtió en un elemento más de presión.
Tal vez acaben la temporada sin ganar títulos, pero el partido ante el PE Valencia era decisivo para el resto del curso. En caso de derrota, la sensación de pesimismo y de derrota se apoderaría de unos jugadores que en los últimos años no han dejado de llevarse palos, el último de ellos, la salida de un entrenador que con sus declaraciones ventajistas nos le ha dejado en buen lugar.
Messina dejó un caramelo envenenado a su amigo Molin, pero al final el 'segundo de a bordo' ha logrado el gran objetivo de la temporada. El técnico blanco comenzó el partido superado por el ambiente. Tal era su estado de shock que tras culminar el Valencia un contragolpe que subía el 2-11 al marcador, Llull se dio la vuelta inquiriendo al banquillo que pidiera un tiempo muerto. Pesic le estaba superando, una vez más en la pizarra, pero Molin dejó un detalle que refleja otra de las cualidades necesarias para ser entrenador de élite: ejercer de psicólogo.
La ansiedad se había apoderado de los jugadores madridistas, pero las palabras de Molin en un tiempo muerto del segundo cuarto lo cambian todo: "No tenemos miedo de tirar. Si estamos solos tiramos". Era una lectura sencilla, pero en lugar de sumergirse en tácticas farragosas sobre la pizarra, el italiano dio en el clavo. El Madrid cambió, sobre todo en un tercer cuarto en el que se lo debían jugar todo a una carta. Haber llegado a los últimos minutos en inferioridad habría sido casi un suicidio. Los nervios, la ansiedad... todo quedó en un segundo plano gracias a ese excelente tercer cuarto.
Ahora, el Madrid jugará la 'Final Four'. Objetivamente, es tal vez el peor de los cuatro equipos que estarán en el Sant Jordi. Sin embargo, a un partido y liberados de presión, a ver quién se atreve a apostar en contra de los blancos.
Publicado el 8 de abril de 2011 a las 08:00.