Lefranc entre la fantasía y la realidad
Archivado en: Cuaderno de lecturas, Lefranc, "Las puertas del infierno", de Jacques Martin y Gilles Chaillet
Las historias realistas horadadas por la fantasía suelen tener un encanto especial. Las puertas del infierno (1978), quinta entrega de las aventuras de Lefranc, es una de ellas. La realidad viene dada por las pruebas que realiza el ejército francés cuando Lefranc y Jeanjean, ignorantes de ello, se adentran en el teatro de operaciones de los militares pilotando una avioneta con la que se estrellarán sobre una altiplanicie. La fantasía, además de unas insólitas nubes que rodean el altiplano tras una serie de explosiones, la aporta el relato de la abuela de Lisa, la muchacha que les recoge cuando el aparato de nuestros amigos deja de responder y cae. La anciana nos remite en su narración, ilustrada con las viñetas correspondientes al final de la Guerra de los Cien Años o, lo que es lo mismo: a la Francia de mediados del siglo XV, a "un pueblo siniestro, en los dominios de los señores de Crans, donde nadie vivía feliz y todos, guiados por un siniestro fuenteovejunismo, sacrificaban muchachas al Maligno".
Siendo el propósito de mis relecturas de las aventuras de Lefranc el estudio del personaje, y de la obra de su creador con todo el detenimiento que se merece, el relato de la anciana se me ha antojado un precedente de esa Francia del siglo XV que también será el universo de Jehn, a fe mía el tercero de los grandes personajes de Jacques Martin. A este respecto hay que recordar que, El oro de la muerte, la primera aventura de Jhen, con dibujos de Jean Pleyers, también llegó a las librerías en 1978. De esto puede seguirse que el interés de Martin por el medievo data de algunos meses antes. Como poco, del tiempo que le llevase la escritura de los dos guiones.
Las puertas del infierno también es el álbum en que Chaillet se incorpora como dibujante a la serie. Permanecerá en ella hasta la entrega número 13. A partir de la 10 me son desconocidas. Desgraciadamente no he tenido oportunidad de leer ninguna aventura de Vasco, la colección en la que el arte de Chaillet -fallecido en 2011- alcanzó su máxima expresión: él era el autor de los dibujos y de los libretos. Como todos los grandes de la Línea Clara, este parisino también creció leyendo las aventuras de Tintín. Está claro, Hergé es a los grandes de la bande dessinée lo que Elvis a los grandes del rock británico de los años 60: deidad y referencia. Pero en el caso de Chaillet la admiración, la dulce idolatría era extensible a Alix, el primer personaje de Martin. De modo que excusaré decir lo que debió de ser para Chaillet tener la oportunidad de colaborar con su admirado maestro. Podría jurarse que se convirtió de buen grado en el mejor intérprete de sus designios. Esto me lleva a pensar que el Lefranc de Chaillet es más representativo del arte de Martin que las aventuras de Arno, su también personaje de la Francia napoleónica dibujado por André Juillard. Sin querer decir con esto que no tenga también en la más alta estima a Juillard.
Por lo demás, en Las puertas del infierno he echado de menos al comisario Renard, el apoyo profesional de Lefranc. Pero, sobre todo, uno de esos secundarios que gusta volver a ver en el universo de un personaje. Y, por supuesto, al gran Axel Borg, siempre en liza con el mundo entero. Lo que no es óbice para que se comporte con distinción y elegancia con Lefranc. Se diría que, tal y como le asegura una y otra vez, quiere ser su amigo de verdad. Al recordarlo en su ausencia, he comprendido que la caballerosidad con que Borg trata a Lefranc -y las batallas finales que organiza-, tan a lo de los miembros de la Spectra que apresaban a James Bond en las novelas de Ian Fleming y en las películas protagonizadas por Sean Connery -las únicas que fueron de mi interés-, son las que dan a las entregas de Lefranc en las que aparece Axel Borg esos colofones a lo 007, meridianos en La gran amenaza (1954) y Huracán de fuego (1961). En cualquier caso, volver a Guy Lefranc siempre es un verdadero placer.
Publicado el 20 de agosto de 2020 a las 13:15.