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Blog de Josean Pérez

Rebufo. Lecturas, bufidos, sapos y rebufos

El Goncourt de Houellebecq

Archivado en: Houellebecq, Goncourt, alfombras, La carta y el territorio, Las partículas elementales, García Obregón

 

Hay una constante en la literatura francesa del siglo XX en la que Michel Houellebecq (1958) es el último exponente de ese siglo (en este XXI ya debe de ser el penúltimo), me refiero a la figura del enfant terrible dedicado a levantar la alfombra y señalar a sus coetáneos los muertos escondidos y malolientes. En esta literatura incómoda de la crítica/muladar, seguro que la memoria de los lectores encontrará autores y obras señeras.

Houellebecq empezó así con Ampliación del campo de batalla (1994), pero Las partículas elementales es el emblema de esta literatura francesa del último tercio del siglo XX. Sin embargo, en 1998, los muchachos del Drouant dejaron la novela de Houellebecq como finalista del Goncourt y premiaron Confidence pour confidence. (¿Quién dijo que el mejor premio de literatura de Francia tiene el mejor jurado?).

La anécdota de 1998 es sólo un desliz. Sorprende cómo los franceses valoran todavía a sus escritores. En España, en cambio... Antes, en España, un novelista te solucionaba un roto y un descosido, era el clásico invitado que en la radio, en la televisión o en el borde de la piscina podía hablar de música pop, del conflicto del Congo y hasta del descubrimiento del SIDA. Pero ese tiempo ya fue. Quizá porque nuestros escritores eran/son malos; quizá porque nuestros escritores sólo levantan alfombras polvorientas por el paso del tiempo (Guerra Civil y Franquismo); quizá porque critican lo que hay que criticar, lo políticamente correcto; quizá porque saben escribir muy bien, pero no saben hablar con soltura; o porque son feos para la televisión (o el borde de la piscina); quizá porque la misma falta de lógica que aupó a los novelistas como sabelotodos los sustituyó por futbolistas, actores guapos, modelos, amantes de la señora García Obregón y comentariastas del corazón... Sí, hay mucho "quizá".

El caso es que Anagrama publicará pronto El mapa y el territorio para los electores en español. Y, en este caso, la espera parece prometedora.

 

 

Publicado el 10 de noviembre de 2010 a las 11:00.

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Vargas Llosa

Archivado en: Vargas Llosa, Nobel, Cormac McCarthy, ejemplos

Y qué tranquilos hemos dormido al saberlo. Qué bien, por fin se ha hecho justicia, cantan los medios de comunicación españoles, porque es un Nobel a la lengua española y bla, bla, bla. Y supongo que los peruanos estarán también muy contentos, porque es un Nobel para el Perú (aunque ésa no sea la única nacionalidad del escritor); y contentos también los hispanoamericanos, o los iberoamericanos, o los latinoamericanos, o como quiera que se les quiera llamar, porque en estos trances se experimenta la cultura común, las raíces compartidas, la unión de...; y estarán contentos hasta los liberales, porque no hace falta leer una novela de Vargas Llosa para sentirse muy, pero que muy identificado con su prosa, sobre todo si se sospecha cierta comunión con su ideario político. Y así...

¿Puede haber alguien que no disfrute en este clamor de triunfo compartido? Sí... Aunque me costó un suspiro comprender que yo también disfrutaba, aliviado, porque la incertidumbre del Nobel para Vargas Llosa ("ay, ay, que se lo van a dar, que se lo van a dar...") ha terminado, y queda la confianza de que no se lo darán otra vez. (Hasta ahora no han concedido dos de literatura a nadie). Como veis, esto es mucho más gozoso que ser, por ejemplo, hincha del Real Madrid y, por ejemplo otra vez, consolarse con que el año próximo la Liga "será nuestra", porque el hecho de la haya ganado el Barça no significa que no la vuelva a ganar.

Lo diré a contrapelo, porque parece que soy el único que piensa esto. Para mí la obra de Vargas Llosa desde Pantaleón y las visitadoras es un tostón. Y aquello es de 1973. ¿Con excepciones dignas? Sí..., pero tostón. Pondré un ejemplo del cine: me pasa lo mismo con Woody Allen; hizo buenas películas, pero fue hace tantos años... Y desde entonces viene castigando con una peliculilla al año. Me dirán: ¡Macht Point! Sí, tal vez, pero si para ver esa película me tengo que comer las diez, once, doce anteriores... ¡Uf!

Para mí, la obra de Vargas Llosa desde hace más de 30 años no merece un Nobel. Me quedo con Los jefes, La ciudad y los perros y Conversación en la catedral. ¿Que con eso sobra? Pues bien. Que soy el único que tiene esta valoración de la obra de Vargas Llosa? Pues también muy bien, qué le voy a hacer. ¿Que no soy el único, pero con que los de la Academia se pongan de acuerdo ya está? ¡Pues claro!

Luego está el tema de la persona, que en lo de los Nobel, parece, pesa mucho. Que si es simpático, que si practica el esquí de fondo, que si cría ocas en su casa, que si es de izquierdas, que... Yo no conozco con hondura nada de esto de Vargas Llosa, porque sé de sus libros, no demasiado de su personalidad. A ver, reconozco que una buena parte de la personalidad del autor está presente en la obra, pero un buen escritor es también un tipo capaz de disfrazar convenientemente con la ficción sus manías. Acabo de reconocer a Vargas Llosa como un escritor de oficio, faltaría más; pero al reconocerlo no reniego de mi gusto. Ahora va un ejemplo musical: los muchachos de U2 me parecen más que buenos, pero no me gustan como para comprar un solo disco.

Recuerdo una entrevista a Onetti para TVE. Él, hablando de Vargas Llosa, bromeaba explicando una conversación que tuvieron ambos. Onetti se refería a la relación del escritor con la literatura y ponía el ejemplo de la relación con una mujer. Calificaba la relación de Vargas Llosa con la literatura como la de un matrimonio. Onetti se veía a sí mismo como un amante.

Ya se murió Onetti. Ya se murió Delibes. Cualquier día se muere Cormac McCarthy sin Nobel.

 

 

Publicado el 13 de octubre de 2010 a las 11:45.

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Ha muerto Salinger

Archivado en: Salinger, Ángel, Fernando Alonso, Cristiano Ronaldo

Tengo una costumbre con ciertos autores: celebro funerales de lectura. Hoy releo El guardián entre el centeno. Algo tendrá ese librito que permanece vigente tantos años después. Quizá en esta ocasión lo encuentre.

Salinger siempre me gustó más en distancias un poco más cortas: Nueve cuentos (1953), Franny y Zooey (1961), Levantad, carpinteros, la viga maestra y Seymour: Una introducción (las dos de 1963). En los cuentos me parece un excelente escritor, un escritor difícil, muy exigente con los lectores.

Ahora pienso que en España las televisiones han dejado pasar la noticia de esta muerte sin el tratamiento adecuado. Fueron unos segundos en televisión, la foto del joven Salinger, la foto del viejo Salinger entre mosqueado y espantado, la foto de una figura humana entre la mies. Y ya está. Pimpampún. No envasaron su muerte para la televisión. Adoptaron lo que había que decir, pusieron lo que había que poner porque no sabían qué había que decir o qué podían poner. Me explico. En TVE o A3 o... podrían haber mostrado a san Salinger como el primer enemigo de Gran Hermano, por su vida de ermitaño, fugitivo de las cámaras y cualquier notoriedad. Y Tele 5 le hubiera dado la vuelta con alguna mención a este viejito de 91 años en Sálvame, o citándolo en El Gran Debate de Gran Hermano. Pasa el tiempo de los novelistas o los cuentistas con nombre, llega el tiempo de los guionistas anónimos.

 

Publicado el 29 de enero de 2010 a las 12:30.

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Mapa de lecturas 2009

Archivado en: Scarlett Johansson, José María García, Varlámov, Dovlátov, Ho Davis, Wagenstein, Goethe, Tolstoi, Marí, Eggers, Lindgren, Marías

Miro mucho los mapas de montaña, me deleito trazando rutas imaginarias sobre el papel: las curvas de nivel, las líneas azules de los arroyos, los collados... Calculo los tiempos posibles para los ascensos y los descensos. Pocas cosas me entretienen tanto. Prefiero leer un mapa que la mayoría de las novedades editoriales (y prefiero imaginar rutas de varios días por Pirineos que proyectar un viaje a Tokio sin Scarlett Johansson). Luego trato de ir solo, o acompañado de pocos, para reconocer el camino que he intuido en el mapa. Entonces contrasto el camino imaginario con lo que encuentro: manantiales, refugios, rocas, flora, fauna y flora... Pienso en la gente a la que le gustará ese lugar, o qué variaciones de la ruta serán necesarias para hacerlo más atractivo o accesible para otros.
(Esta enfermedad me puede. Fijaos que hasta me daban ganas de gritar ¡para la cinta!, al estilo José María García, cuando en la trilogía peliculera de El señor de los anillos aparecía un mapa: Mórdor, Góndor... ¡Ah!)
En el balance de mis lecturas de 2009, pocos libros se han impuesto a los mapas del Tena, de Vignemale, de Bujaruelo, de Ordesa... Quería hacer un Top Ten de lecturas para otros, pero no llego diez. Así que preparo un tríptico con las mejores lecturas nuevas, las mejores relecturas y un par de descartes para que comprendáis (o no) mis evasiones a los mapas. No seáis fieles a este mapa, por favor.
Entre las novedades o casi novedades editoriales (con ordinales):
1º. El nacimiento. (Acantilado, 2009). De Varlámov Lo breve, si bueno... El descubrimiento del año.
2º. La zona (Ikusager, 2009). Dovlátov es mi autor favorito del siglo XX, no lo puedo evitar. Brutal.
3º. La casa más fea del mundo (La otra orilla, 2009). De Ho Davis. Desde el título, el mejor libro de relatos de un año de lecturas, aunque sea sólo por dos cuentos: "La casa más fea del mundo" y "No lo sé, ¿a ti qué te parece?".
4º. El Pentateuco de Isaac (Libros del Asteroide, 2008). Wagenstein ha sido un gran descubrimiento con esta ficción que repasa los totalitarismos del siglo XX en Europa con el papel estelar de un protagonista/víctima de todos. Es para llorar, pero el humor judío evita las lágrimas y consigue sonrisas.
Como veis, no aparece ninguno de los más vendidos... Prometo no enmendarme.

Entre las revisitas destaco cuatro libros (con cardinales) para llegar al ocho:
5. Las desventuras del joven Werther (Cátedra, Mil letras, 2009). De Goethe. Redescubrimiento del romanticismo adolescente, actualísimo.
6. La Biblia (Nácar Colunga, 1967). VVAA, pero con inspiración común. El longseller.
7. Ana Karenina (libro desaparecido en combate). De Tolstoi. Esta vez he saboreado el final de la novela (y en el final no hay tren...) como nunca.
8. El vaso de plata (Libros del Asteroide, 2008). De Marí. Esta colección de relatos tiene algo que... Cada vez que lo empiezo a leer no puedo parar.

Con los cansinos, que me animaron a desplegar mapa para que mi imaginación volara libre por las curvas de nivel y las líneas azules de los arroyos, llego a diez:
9. Qué es el Qué (Mondadori, 2008). Eggers se pasó: 523 páginas. Su prosa experimental (¿moderna?) me permite lecturas más breves, por ejemplo, disfruté Una historia conmovedora, asombrosa y genial, y Guardianes de la intimidad. Lo digo de otra manera: una noche de juerga es estupenda si dura una noche, cuando una noche de juerga dura tres días es un exceso/desfase. Usaré las hojas porosas de este volumen para secar y prensar hojas y flores.
10. Agua y otros cuentos (Nórdica, 2008). De Lindgren. Dan ganas de decir que este sueco del norte es muy sueco (aunque no tengo muy claro qué es eso de ser sueco, creo que serlo de norte lo enfatiza). El caso es que su prosa densa, dentro de la aparente sencillez y construida tanto de ideas resumidas como de pequeños acontecimientos, nunca me enganchó. En cada cuento que terminaba pensaba lo mismo que cuando leí Cuando fui mortal, de Marías: qué pena, qué buena idea desaprovechada. Y, ojo, el estilo de Lindgren y Marías no tienen nada que ver.

 

Publicado el 11 de enero de 2010 a las 12:30.

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Bolos alimenticios

Archivado en: Bolos literarios

Hace unos días oí a Pablo Motos en su hormiguero una definición de vacío que yo memoricé (sin duda mal) así: "Vacío es cagar con hambre".
En algunos oficios, como la escritura de ficción, los bolos evitan los peligros de ese vacío. Sacian el hambre, aunque no son aquellos bolos alimenticios viajeros por el aparato digestivo que estudiábamos de niños.
Los bolos están ligados, de salida, a los escritores y arranco con una idea básica que debería añadirse al clásico ensayo de Flannery O´Connor ("Naturaleza y finalidad de la narrativa") en cualquier escuela de escritura. La ofrecía un profesor gallego, y decía así: "Si usted quiere vivir de la pluma, monte una granja de gallinas".
Supongamos que es un usted un escritor de ficción español de cierto prestigio (sin ironía) y que publica en una mediana editorial (por su tamaño económico) como Lengua de Trapo, Salamandra en años sin Harry Potter, Anagrama, Tusquets, Acantilado... Aceptemos, incluso, que su obra se vende muy bien, unos 10.000 ejemplares en un año. Si el libro es algo caro y cuesta 20 euros, usted obtendrá 2 o, como mucho, 2,4 euros por libro vendido. O sea, entre 20.000 y 24.000 euros al año. El cálculo si vende 5.000 libros al año (algo nada anormal en un escritor de ficción español de cierto prestigio) es fácil para los de letras. Divida esa cantidad entre doce meses sin pagas extraordinarias, descuente las cotizaciones a autónomos y comprenda que su libro no venderá igual después del tirón de la novedad si no le hacen una película o una teleserie... ¡Bienvenido al bolo alimenticio!
Tenga en cuenta, además, que los escritores no tienen por qué vivir solteros y sin responsabilidades familiares; y que, lo mejor, no publican un libro al año. No se crea demasiado el concepto "prolífico escritor", los prolíficos son raros.
¿De qué vive entonces el novelista?, ¿del cuento? Bueeeeeno, a veces algo, la colección de breverías abrazadas en una edición puede servir para pasar unos meses hasta lograr la siguiente novela. No nos engañemos vivir del cuento en España es muy difícil. Aquí el escritor de ficción español de cierto prestigio tiene otro trabajo, tiene otros dos trabajos o tiene que hacer bolos. Como explican para los futbolistas de éxito y sus carreras publicitarias, el trote de los escritores es breve (tres, cuatro, cinco libros) y está sujeto a caprichos del destino, de las editoriales, de las modas o las lesiones (enajenación mental del autor). Así que hay que aprovechar las rachas y agarrar los euros. Los bolos son conferencias, charlas y tertulias; son firmas como jurados de concursos honrados o prostituidos; son... El escritor de ficción español de cierto éxito comprenderá pronto que el bolo es eso que da de vivir al escritor por ser escritor y no por escribir. Y que hay más público "bolero" que lector. Aquí el escritor supera al futbolista. No importa si ya no escribes, puedes haber escrito hace veinte años y sigues siendo el 10 de los bolos. (Sólo los futbolistas muy grandes viven del bolo futbolístico una vez retirados, ya saben que luego hay que poner un bar, trabajar en la radio o entrenar a otros).
Lo malo es que al final el bolo alimenta hasta el punto de que se abandona la escritura. Esto también ocurre a menudo en la docencia universitaria, donde, al final, los alumnos son esa molestia necesaria para poder dedicarse al verdadero sentido de su profesión que es... (¿)

P.D.: "Es verdad que, si quieres escribir bien y vivir bien al mismo tiempo, mejor será que heredes dinero o te cases con un agente de bolsa o con una mujer rica que sepa manejar una máquina de escribir. En cualquier caso, si escribes para ganar dinero, o para expresar tus sentimientos, o para asegurar los derechos civiles, o para irritar a tu abuela, será un tema para que lo tratéis tu psicoanalista y tú, y el punto de partida de esta discusión será lo bueno de la obra." O'Connor en "Naturaleza y finalidad de la narrativa".

 

Publicado el 27 de noviembre de 2009 a las 12:15.

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Planetudos

Archivado en: Premio Planeta

Ahora que han pasado unos días, preguntaré.

¿Quién ha leído el libro ganador y el finalista de los premios Planeta?

Sospecho que tres o cuatro personas. Las suficientes para decidir que son buenos libros para vender en esta campaña de Navidad. Las novelas salen el 11 de noviembre, dicen. Y antes: ceremonia del acto de entrega con publicidad (¿gratuita?) en todos los medios de comunicación, y periodistas muditos y conchabados cuando saben con antelación quién es el ganador, todos participan de la magia del Planeta. ¡Ay!, ¿quién ganará?

Permitidme que me vaya por las ramas. Entre octubre y la primera semana de enero, en España se dan tres noches de suspensión ¿mágica? de la realidad: la entrega del Planeta, el discurso navideño del Rey y los Reyes (¡Dios bendiga a los Magos!). Sí, con Juan Carlos I pasa como con el Planeta: todos saben qué va a decir y le conceden tiempo en los informativos (hasta algunos críticos autonómicos), y luego los analistas (con perdón) revuelven lo redicho. Lo reconozco: acepto encantado y republicano la noche de Reyes, la de los Reyes Magos. Aunque ese día, el Grupo Planeta, con el sello de Destino, concede el premio Nadal, que, ¡oh, feliz coincidencia!, también ganaron Millás (90), Regás (94), Etxebarria (98) y Torres (09) en los últimos años. Por favor, no olvidéis estos nombres. Acordaos, además, de que en enero llega el premio Biblioteca Breve, que convoca la editorial Seix Barral, también del Grupo Planeta, y que  De Prada lo ganó en 2007 (otro nombre). Y de que en primavera, que sí llega, el Premio Primavera de Espasa Calpe (también del Grupo Planeta) recayó en Etxebarria (01), Millás (02), De Prada (03) y Schwartz (06). También primaveral y de Planeta es el premio Fernando Lara, que han ganado, por ejemplo, Caso (02) y Sánchez Dragó en (06).

Bajo de las ramas y vuelvo al Planeta. ¿Habrán leído los miembros del jurado las novelas ganadoras del Planeta 2009? Permítanme que lo dude. Tampoco importa que las hayan leído o que yo lo dude. La editorial Planeta, del Grupo ídem, organiza el montaje con muy buen tino y le funciona. Ganar dinero es muy legítimo y el Grupo Planeta actúa de maravilla como empresa. (Yo quisiera ser el Caso de este año). Actúa tan bien que, tras acto de entrega, seguirá la cadena de entrevistas por los medios de comunicación. Atentos. Al final, para cuando salgan las novelas (que los escritores, por contrato, firmarán por doquier), poco tendrá que decir el crítico literario. Se vende un producto, que diría Risto Mejide. No importa demasiado la calidad literaria de ese producto.

¿Son buenas, en general, las novelas ganadoras del Planeta? No responderé a eso, sólo traeré a unos cuantos ganadores (descarto los finalistas para no aburrir) recientes, ya os sonarán algunos: Sánchez Dragó (93), Cela (94), Fernando G. Delgado (95), Schwartz (96), De Prada (97), Posadas (98), Freire (99), Torres (00), Regás (01), Bryce Echenique (02), Skármeta (03), Etxebarria (04), De la Pau (05), Pombo (06), Millás (07), Savater (08), Caso (09).

¿Por qué hay tantos periodistas entre los ganadores? Porque vende la fama. ¿Por qué hay tantos famosos? Porque vende la fama, me repito. Vende tanto el quién como el qué (la novela). ¿Por qué se repiten una y otra vez los nombres de los escritores del Grupo Planeta en los premios del Grupo Planeta? Parece elemental, ¿no? ¿Será porque son los mejores o porque la editorial aprovecha a menudo los premios para pagar a los suyos y promocionar sus libros? Insisto, esto no significa que estas novelas (sólo he tocado algunos premios de novelas) sean de mala calidad, que también pueden serlo. Me refiero a otro asunto evidente y que parece obviarse: cuando el premio lo convoca una editorial es para luego aprovechar el tirón del premio y vender más. Como debe ser... Quizá por eso otros premios, que se conceden a obras ya publicadas, como el Goncourt, el Pulitzer o el National Book tienen más prestigio.

P.D.: ¿Creen los "extras" que se presentaron al Premio Planeta que su novela fue leída? Permítanme que lo dude.

Publicado el 20 de octubre de 2009 a las 12:45.

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Estoy desnudo, una reflexión previa a la crítica

Archivado en: Estoy desnudo, no crítica, Tsutsui, Mariluz Vallejo

Estoy desnudo, de Yasutaka Tsutsui (Atalanta, 2009). En una solapa del libro escriben que esta edición reúne lo mejor de los cuentos del autor japonés, porque los ha seleccionado él mismo como los mejores. Bien, esto demuestra algo tan obvio como que no todos tenemos el mismo gusto. A mí, por ejemplo, me gustó mucho más Hombres salmonela en el planeta porno. Sí, ya sé, que me gustara más a mí significa bien poco. Pero escribo con este tono porque estoy poco dispuesto a escribir una crítica cuento a cuento. Sería lo más fácil, casi mecánico, al fin y al cabo sólo son ocho cuentos. Pero me contengo, tengo algo que contar difícil de expresar y decido huir de una crítica formal.

No explicaré todo lo que Mariluz Vallejo reseña en su libro de la crítica como elementos que estructuran una crítica. Elementos que no tienen por qué aparecer siempre, pero que pueden ayudar a la hora de remediar olvidos, o llenar de caracteres el espacio en blanco asignado.

(1. FICHA TÉNICA

2. TÍTULO

3. AUTOR

4. CONTEXTO DE OTRAS OBRAS.

5. PARATEXTO.

6. ARGUMENTO.

7. GÉNERO.

7. CONCEPTO DE TIEMPO: Tiempo en el que transcurre la obra. En cuanto tiempo transcurre la obra. Concepto del tiempo que maneja el autor. Cómo ha pasado el tiempo para la obra (clásico, ¿perdura?, ¿caduco?) En qué tiempo y en cuánto tiempo la escribió el autor.

7. ESTILO. TONO, FRASEO, DIÁLOGOS, LÉXICO...

8. TEMAS DE FONDO Y TRAMAS Y PERSONAJES.

9. VEREDICTO.)

Tsutsui demora mucho los finales de sus cuentos. Cuesta ser fiel al texto y no avanzar en diagonal, porque se sabe que lo que cuenta va a ocurrir repetitivamente, sin demasiadas sorpresas hasta el final (insufrible en el cuarto cuento: "Maneras de morir"). Son relatos que avanzan gota a gota, hasta precipitar como estalactitas o estalagmitas (Estalagmitas: de monter, subir; estalagtitas: de tomber, caer). Sucede así con el primer cuento, que da título a la colección. Un tipo que va quedándose desnudo azarosamente, sin poder remediarlo, en una situación de desamparo total. Sucede en el segundo, "Líneas aéreas Gorohachi" (a "Gorohachi" le falta un acento imposible en mi teclado), donde el suma y sigue de desventuras en el viaje de regreso de una isla desierta llega a cansar para alcanzar un final clásico. Y de nuevo sucede en el tercero, "El peor contacto posible" (el mejor cuento de la colección), donde se relata el encuentro entre un terrícola y un magumagu (alienígena) en una convivencia previa a las relaciones diplomáticas interplanetarias. Tsutsui es un fenómeno cuando se trata de relatar el absurdo, la incomunicación, distintos modos de entender la realidad. Y así brilla también en el quinto relato, "Articulaciones". Y también el cuento tarda en precipitar su final y el lector se encuentra con que ya se ha enterado de lo que está pasando y se lo repiten, y lo único que se desea a esas alturas es terminar pronto con el relato. Eso de dilatar las tramas, a pesar de que la prosa de Tsutsui corra veloz, me cansa.

Podría seguir con el sexto, con el séptimo, con el octavo. Pero creo que ya he emulado demasiado la repetición de una idea para llegar al final (como Tsutsui). Ya está. Quizá otro día escriba la crítica de este libro y sea más formal. Hoy no.

 

P.D.: Sé que lo más didáctico de este texto es la enseñanza afrancesada de las estalagmitas y las estalactitas. Se la debo a G., un fenómeno.

Publicado el 18 de septiembre de 2009 a las 12:15.

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Pintadas del yo

Archivado en: Grafiti, escritura y yo

Me quedé pasmado cuando vi una fotografía de un grafiti parisino de comienzos del siglo XX. Estaba escrito con tinta y letra caligráfica. Hoy se pinta con espray o rotulador, con esas letras gruesas que en mi santa obstinación achaco a la elaboración de murales DINA3 para las clases de Religión. Sí, ya sé que las clases de Religión están venidas a menos en España, pero en los muros quedaron esas letras tipo Donut, gordas y arrejuntadas. Del "Dejad que los niños se acerquen a mí" (por ejemplo), pasamos rápidamente por algún grito de guerra (mi favorito: "¡Viva la caries y la pus!") y mensajes políticos ("Felipe, no te enteras, que en la OTAN no hay Casera") para llegar al presente grafitero de los mensajes-firma: nombres propios, nada más. Cierto..., en el País Vasco se sigue con las pinturas rupestres de víboras y hachas, y con ese gusto por el visor del teleobjetivo francotirador. Pero la práctica actual y globalizada consiste en la firma enorme con el nombre propio o su alias. Un yo muy gordo.
También abundan los yoes en los textos de mis alumnos universitarios. Suelo componer tipologías de estos yoes. Ahí van algunos ejemplos (deudores de Ejercicios de estilo, de Raymond Queneau):
Un yo desafiador.
-Yo digo que es un árbol.
Aquí puede matizar el profesor animado por la precisión y el tamaño de los frutos que cuelgan de las ramas:
-Perdona, es un peral.
-¿Tú que eres, frutero o profesor? -replica el alumno con carácter.
Un yo sentimental.
-Para mí ese peral es un manzano, lo siento como un manzano...
Un yo dubitativo.
-Nusé, a mí me parece que es un árbol...
Un yo creyente.
Yo creo que es un peral.
Un yo relativo.
-Bueno, depende, ¿no? Para mí es muy subjetivo.
Cuesta tanto que el yo no engorde...
Cuando visito una ciudad nueva, entro en los bares, en los cementerios y en las mercerías (o como se llamen las tiendas de ropa interior). Ahí busco diferencias. Si miro a los adolescentes en rebaño o paseo por los alrededores de las estaciones de tren y miro las pintadas de los muros, sé que no encontraré diferencias, se repiten las pintadas del yo.

Publicado el 8 de septiembre de 2009 a las 11:45.

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Carta de presentación

En una práctica de escritura expositiva, los alumnos universitarios de primer curso de Comunicación de una facultad montevideana deben escribir una carta de presentación en la que se postulan como profesores de esta materia de escritura para el próximo curso. Me envían la carta por correo electrónico. Aunque yo no soy su profesor, sí decidiré quién “será” el profesor del año que viene.

En una tarde se me llena el correo de mensajes con cartas de presentación. Hay una repetida. La alumna ha enviado dos mensajes en vez de uno (reduciré los nombres propios a una inicial y omitiré los saludos de despedida después de cada correo):

Segundo mensaje de C.

Asunto: Carta de presentación (bien)

La anterior tenía un fallo, disculpen, gracias.

Mi respuesta:

No, no se disculpa, C. Si mandas una carta de presentación, se recibe la primera y chau. La gente no está para perder el tiempo con varios mensajes.

Tercer mensaje de C.

Asunto: Carta de presentación (bien)

La anterior tenía un fallo, disculpen, gracias.

[El fallo consistía en que no adjuntó la dichosa carta de presentación].

Mi segunda respuesta.

Y ahora ya mandas el correo con el documento adjunto. (¡Antes no!). ¿Qué empresa sin ganas de perder el tiempo se esforzaría en comprender esto? ¿No ves que así cuentas mucho más de ti misma que en la propia carta? Yo nunca contrataría a alguien que se maneja así...

Cuarto mensaje de C.

Asunto: Carta de presentación (bien)

jajaja Pero yo no queria volver a mandarla, L [el profesor, el corchete es mío] me dijo que lo
hiciera, el único error que tenía era que no había justificado la
letra. De cualquier manera, no siempre las cartas de presentación se
mandan por mail y no siempre se justifica la letra, esos son
riquisitos de la universidad. Además, pedi disuculpas y mande
nuevamente el mail, únicamente como alumna que envía la tarea al
profesor, no como futura trabajadora de la empresa.

(Ya no hay respuesta por mi parte).

Publicado el 1 de septiembre de 2009 a las 17:00.

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Cuidado con los títulos preguntones

Archivado en: Títulos preguntones, Ezequiel, Carver, "No son tu marido", "Nadie decía nada", The Hangover, ¿Qué pasó ayer?

Tomaba un café con mi amigo Ezequiel. Le contaba algo de la colección de relatos de Carver que más me gustaba. Quizá no le dije el título y me concentré en dos cuentos del libro. El primero, "No son tu marido". El segundo, "Nadie decía nada", que arrancaba así: "Los oía hablar en la cocina. No podía oír lo que decían, pero estaban discutiendo". Un niño en un ambiente familiar que anuncia una separación. El niño no va a la escuela; en vez de eso, pesca con otro en una acequia. Hay que repartir un pez estupendo. El chico regresa al hogar con la mitad de su pez (él también está... pescado).

Ezequiel me preguntó por el título del libro y le respondí:

-¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor?

Y se calló.

Yo no me di cuenta de nada. Pensé que Ezequiel había memorizado el título. Al cabo de un rato de charla, Ezequiel volvió a preguntar por el título de Carver. Había sacado un papelito y bolígrafo.

-¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor?

Cuando vi que se quedaba callado y que no apuntaba nada, comprendí. Pedí perdón a Ezequiel, un hombre 30 años mayor que yo, y me quedé pasmado por su calma ante mi desvergüenza sin mala fe. Ahora me pasa algo parecido cuando hablo de una película que ocupa el espacio intermedio entre El Gran Lebowski y Borat. Es The Hangover, traducida en Uruguay (donde estoy ahora) como ¿Qué pasó ayer?

Digo:

-¿Viste Qué pasó ayer?

Y sueno tan uruguayo... Nadie sospecha que me refiero a la película. Ay.

Publicado el 26 de agosto de 2009 a las 23:00.

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Josean Pérez

Josean Pérez

Donostiarra nómada, licenciado en Comunicación, doctorando que estira el gerundio desde hace más de diez años, caprichoso de las botas de montaña, lector (maniático de los cuentos y de las crónicas).

Desde hace más de 20 años, las señoras que me conocen (y que aún no han muerto) me dicen: "Cómo has crecido". Yo ya no les digo que tengo la misma estatura, tampoco les digo ya que no quiero caramelos ni chocolate, que prefiero un bocadillo de chorizo o un buen plato de lentejas.

 

MIS ASESORES

Pedro de Miguel. Peter. Bilbaíno de adopción. Licenciado en Historia. Lector inopinado. Micólogo. Hombre bueno y discreto. Gracias a él descubrí a McCarthy, comprendí a Nabokov, leí El vaso de plata de Marí... Algunos dirán que Peter murió el 12 de agosto de 2007. Sí, pero para el asesoramiento literario no hay perfiles perfectos.

Francisco Ostolaza. Patxi. Donostiarra. Montañero friolero/friolento. Licenciado en Químicas. Excelso catador de moras (zarzamoras). As de la orientación con brújula. Si Patxi me dice que un libro es bueno..., es bueno. Gracias a él descubrí a Mrozek o Askildsen.

Mº José Hughes. Fefi. Montevideana. Cantante frustrada. Escritora y cineasta. Licenciada en Comunicación. Si Fefi dice que un libro es malo, es porque le falta amor (no cursilería o sirope, ¡amor!), o porque lo rebusca en el agujero equivocado. Por eso, Fefi defiende a Yiyun Li o a Ring Lardner, por eso desprecia algunos cuentos con agujero de Flannery O'Connor.

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