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Blog de Josean Pérez

Rebufo. Lecturas, bufidos, sapos y rebufos

El infinito viajar

Archivado en: El infinito viajar, Magris, fidelidad, literatura viajera

Tengo una teoría absurda a propósito de la obra de Magris. Leí El Danubio, una obra total, excelente. Luego, leí Conjeturas sobre un sable, Otro mar y Microcosmos. El Danubio me pareció una obra total; Microcosmos, un libro para lectores cómplices; los otros dos, libros para el olvido.

Vi, oí a Magris en 1999. Era viudo de Marisa Madieri desde 1996, pero aún llevaba la alianza en el dedo. Y confieso que ése fue el gesto que más me gustó de su conferencia a propósito de la literatura de la frontera. Recordé el texto de El Danubio:

"El tiempo de la existencia compartida es un viaje que recorre y recupera continuamente, en su caminar, los lugares y los instantes de la propia odisea. ¿Hacer el amor con una mujer de sesenta años?, proclamaba una vez mi amigo Roberto en el café. Por favor, ni hablar. Pero -añadía, rectificando el interrogante retórico- Paola no tiene únicamente los sesenta años de hoy, también es la cuarentona, la treintañera, la veinticincoañera con la que he vivido mis días. Así que su edad media es joven y seguirá siéndolo mañana. Un rostro se hace más intenso, más marcado y consciente, más apagado y seductor. Alrededor de esa boca, debajo de esa nariz, en alguna leve señal de arruga, en las aguas oscuras de los ojos erran los años, pasados y presentes, se dibuja y se grava el tiempo; la curva de la garganta es la cuenca del tiempo, el lecho de su río. La boca que arrastra en ese río siempre es la de ayer, de hoy; es posible que Heráclito se haya equivocado, nos bañamos siempre en el mismo río, en el mismo infinito presente de su fluir, y el agua es cada vez más tersa y profunda." Pág. 135. Anagrama, Compactos, 1997).

Magris dedicó mucho tiempo a promocionar Verde agua, la obra de su difunta Marisa. En esos años y en los siguientes he leído más obras de Magris, una miscelánea como Ítaca y más allá; un tostón, La exposición.

Dejé de leer a Magris.

Hace un par de años me dijeron que se había vuelto a casar.

Portada Magris

El viernes leí de nuevo a Magris. El infinito viajar recopila crónicas viajeras por España. Checoslovaquia, Italia, Rusia..., los textos elegidos van desde los años ochenta y se cierran con un prólogo de 2005 excepcional: el mejor texto que he leído a propósito de los viajes, los viajeros y la escritura viajera. Como lector, he recuperado sensaciones perdidas con Magris. Era volver a leer algo cercano a El Danubio, a Microcosmos.

En este "infinito viajar" asoman Marisa (con nombre propio), sus hijos, y J., que no va más allá de esa mayúscula. No sé por qué, he pensado que J. es la nueva mujer de Magris. Seguro que me equivoco...

Y mi teoría absurda es que Magris tiene un género unipersonal en el que es un maestro: la fusión de la literatura de viajes y la autobiografía.

Publicado el 25 de febrero de 2009 a las 11:30.

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Storytelling

Archivado en: Storytelling, Salmon, W. Benjamin, Lars von Trier

Acabo de leer Storytelling, de Christian Salmon (Península, 2008). Es un libro de investigación que interesará a los marketineros, publicistas, convendedores... También a los narradores preocupados por la eficacia y el efecto de sus relatos.

Iba a explicar algo del libro, pero me remitiré a la ensalada de notas que he tomado a medida que leía. Hay cita textual, impresiones, resumen, preguntas, bromas...: ensalada. (Para no parecer cocinero antes que storyteller).

Página a página:

120. La mejor definición de storytelling del texto (se hace esperar).

121. Certeza. El gran éxito del storytelling vasco: La leyenda del Athletic de Bilbao: todos felinos vascos. Jajejijojú.

129-139. Una de las dos perlas del libro: "Ashley story". La historia de la fotografía y del vídeo que se gestó a partir de esa fotografía. El análisis del vídeo que promocionó la campaña presidencial victoriosa de Bush en 2004.

135. EEUU 2004: Los republicanos tenían una historia; los demócratas, la letanía de siempre.

137. ¿Qué es superior: los hechos o el relato de los hechos? El storytelling defiende que el relato de los hechos, porque se da un sentido a esos hechos. (También se inventan los hechos).

153. La mejor definición de campaña electoral moderna que he leído.

154. Soberbio titulín: "La estrategia de Zherezade".

174. En francés, curar es guerir; curtir, aguerir. ¿Aguerrido está más cerca de curado o de curtido?

189. Pedaleo a propósito de la ficcionalización de la realidad. Pero, ¿qué es la realidad? El storytelling no se desmarca de la polarización hechos opiniones consagrada en aquella máxima (otra opinión): "Los hechos son sagrados; las opiniones, libres".

Tengo que leer Propaganda, de Bernays.

"Pamplinas", qué bonita palabra.

192. Cita de W. Benjamin: "La mitad del arte de narrar radica precisamente en referir una historia libre de explicaciones". Olé. El subrayado es mío.

224. "Desenfocar", una larga cita de Lars von Trier. La segunda perla. Salmon, además, la usa como desenlace del libro.

Publicado el 19 de febrero de 2009 a las 10:45.

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El Pentateuco de Isaak

Archivado en: Pentateuco de Isaak, Angel Wagenstein, Patxi asesor literario, humor en la tragedia

Hace ya unos meses que Patxi (asesor literario) me recomendó El Pentateuco de Isaac, de Angel Wagenstein. (Libros del Asteroide, 2008). Me resistí, porque tenía otras lecturas pendientes. Me resistí, incluso, cuando mi amiga Amaya Muruzábal publicó una crítica.

El caso es que Patxi optó por la fórmula magistral: "Toma, léelo".

Lo he leído en los últimos nueve días, muy despacio. Cuenta la biografía terrible de un judío de Galitzia. Se puede leer la historia: la caída del Imperio Austrohúngaro tras la Gran Guerra, el avance del poder soviético, la Soah... Se puede leer, también, una aguda lección de pensamiento político. Se lee una novela.

El Pentateuco de Isaak está narrado como una larga confesión con un sentido del humor extraordinario, repleto de chistes judíos que sirven para la comprensión de las ideas.

Éste es uno de los que me contó Patxi mientras leía la novela:

"De todos modos, ¿no cayó acaso en la misma tentación el rabino Ben Zwi al ver en una carnicería cristiana un jamón de Praga rosado y fresco?

-¿A cuánto es este pescado? -le preguntó al carnicero.

-No es pescado, sino jamón de Praga.

-No te pregunto cómo se llama el pescado, sino a cuánto sale..."

El chiste viene después del relato de cómo el protagonista judío come el pan negro y el tocino que le había entregado el sturmfürer Zuckerl en el campo de trabajo nazi.

 

Portada de novela

Extraordinario.

Añado, además, una frase que se queda clavada cuando se termina la novela:

"Si la vida nos ha sido dada, la hemos de vivir, no faltaría más."

No es un optimismo idiota.

Publicado el 8 de febrero de 2009 a las 17:00.

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El maestro

Archivado en: Peter, Pennac, Como una novela, Mal de escuela

En 1994 escribí una crítica dórica de un libro de Pennac. Eran sólo cuatro líneas de interlineado sencillo. No me avergonzaba, en ese telegrama yo creía haber concentrado la esencia del libro, lo que podía decirse de él, citaba: autor, género, novedad del contenido, estilo... Todo redondeado con un juicio valorativo, esto es: decía si el libro era bueno o malo al pie de las características precedentes.

Levanté la cabeza. Casi todos mis compañeros habían terminado el texto de la primera práctica, recogían sus bártulos y la práctica de la impresora común. Afortunadamente, un compañero me mostró cómo se movían los márgenes en la pantalla. ¡Qué momento! (Imagino el pasmo del pueblo de Israel con Charlton Heston Moisés abriendo las aguas del Mar Rojo con su cayado, algo así). Primero el izquierdo, después del derecho. Tiqui taca. Ya estaba. Y la letra más grande, tamaño 12. Ya tenía una crítica con formato de columna y doce líneas. La firma abajo, otra línea, trece. Además, a mi columna le precedía el título original de la crítica y una especie de capitel con la ficha técnica del libro. Quedé más que satisfecho y se la entregué al profesor.

Era la primera práctica de la materia de escritura periodística del último curso de Ciencias de la Información. El profesor, Peter, decidió que no puntuaría la primera práctica (tampoco mi obra arquitectónica), a cambio nos regaló unos comentarios al pie de cada texto. Sus letras me decían:

"La próxima vez estírate un poco más, hombre".

Me estiré para la segunda práctica. Llegué temprano a la sala de ordenadores y escribí. Al estirar la escritura, como mantenía el formato de la anterior, la columna tenía un aspecto ahilado y saltaba de página. Así que moví de nuevo los márgenes. Ahora el texto, otra crítica, ocupaba el tercio central de la superficie de la página. No había salvación arquitectónica. Pero, gracias al ordenador, tenía una autenticidad que yo no veía en mi papel de borrador con anotaciones, tachones y flechas. Peter apareció a mi espalda y me preguntó.

-¿Primero las escribes en papel y luego las pasas a ordenador?

-Sí.

Quizá él apreció mi método esforzado; pero, ahora que yo estoy del otro lado de la orilla (soy profesor), sospecho que lo que apreció de verdad era ese "sí" sin defensa ni ataque.

Terminó la asignatura y Peter, que era director de una revista, trató de convencerme durante dos años para que escribiera mi primera crítica literaria profesional. Al final renunció a razones, me dijo: "Toma (un libro), escribe una crítica de una página".

Yo sólo podía responder sí. Y hubo que recortarla un poco para que entrara en el espacio asignado de la revista.

Un mes después, volvió a hacerlo: "Toma, escribe una crítica de esta novela".

Y yo volví a escribir.

Recuerdo que, cuando me entregó el tercer libro, me dijo: "Ten cuidado con los títulos graciosos".

Se refería a títulos chocantes, provocadores. Por eso nunca escribo un título gracioso para una crítica literaria periodística. Me acuerdo de Peter y sigo con mi éxodo lector y crítico.

 

Toda esta historia era para homenajear a mi maestro y para hablar de algo muy valioso en la lectura y en la escritura (y en la enseñanza, y el aprendizaje de la lectura y de la escritura): la confianza. La subrayo: confianza. Pero se abren demasiados caminos para seguir hoy. Así que cito los dos libros de Pennac:

El criticado en cuatro líneas: Como una novela.

El que acabo de leer: Mal de escuela.

PennacPennac escuela

Publicado el 23 de enero de 2009 a las 19:00.

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Velicogna

Archivado en: Velicogna, Magris, Microcosmos

 

Velicogna atribuía a sus amantes el reconocimiento del amor a su esposa. En las camas ajenas llegaba un momento en el que nada quedaba por hacer.

"Al cabo de un rato estás allí tumbado, sin tener valor para levantarte y ponerte a leer un libro -sí, te puedes ir al lavabo y quedarte allí dentro un poco, pero una vez, dos todo lo más-. Se duerme un poco, pero dormirse demasiado pronto tampoco es de recibo, es poco amable. Y así permanecía en la cama, esperando a que ella se durmiese. Cuando oía los primeros tranvías, me sentía aliviado y lleno de reconocimiento a la Empresa Municipal de Transportes y sus madrugadores heraldos, que me anunciaban la proximidad del final del apuro".

Velicogna es un personaje de Magris, en Microcosmos.Microcosmos

Publicado el 19 de enero de 2009 a las 15:00.

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Negros lectores

Archivado en: negro lector, tren, escritor

 

El negro es en literatura ése que escribe por dinero para que otro ponga la firma y coseche la fama (o la indiferencia) del libro. Pero hay otro tipo de negro en la literatura: el negro lector, quien lee por dinero para que otro ponga la firma.

Los negros lectores contemporáneos son tres.

1. El autor de las solapas o contratapas, con un resumen del contenido del libro ágil en el manejo del adjetivo encomiástico. Éste sería un híbrido: se supone que lee el libro y luego, además, escribe/canta sus maravillas. Firma y paga la editorial.

Consejo: en vez de leer este producto de negro es más útil para el lector leer la primer página de la novela, del ensayo, de lo que sea.

2. Un peldaño por debajo están los negros críticos, la mayor parte de los críticos literarios en prensa. También leen y escriben, generalmente acomodados en grupos de comunicación. Sobre esto se ha escrito mucho. ¿Quién imagina ferocidad del crítico de un diario con un libro de la editorial que forma parte del grupo del diario? La misma empresa, en muchos casos, paga al escritor y al negro crítico. El negro crítico tiene, además, el honor de firmar.

3. El otro negro lector es una especie nueva en la España de los más de 1.000 concursos literarios, sobre todo cuentos, que son más fáciles de leer. ¿Pero quién lee tanto cuento? El prejurado. Hay un jurado oficial que elige el ganador entre un selecto paquete de finalistas. Y un grupo de negros prejurados que selecciona esos finalistas. Pagan ayuntamientos, diputaciones, fundaciones...

He sido negro prejurado durante años, y sigo siéndolo. Fruto de esta experiencia, he forjado una teoría/consejo para escritores concursantes (miles en España).

No ganarás nunca un concurso de cuentos si escribes una de estas dos palabras en la primera página:

-escritor;

-tren.

Escritor es una palabra que no se admite en un autor novel. Créeme, no interesan tus porqués, sino los de los personajes, saca de ahí el requiebro mental, el "pasó por mi mente", el making of del cuento, el proceso creador que lleva a la historia. Interesa la narración, el relato. Escritor es palabra (y con moderación) para la primera página de un ensayo o para el cuento de un autor celebrado.

Tren. Se juntan los talleres de creación literaria, el tiempo libre del jubilado y del prejubilado, y el concurso que organiza con buena publicidad y mejores premios la Fundación de los Ferrocarriles Españoles. Así, la gran mayoría de los cuentos con la palabra tren en la primera página son historias escritas por mayores de 63. Para pasmo de sus respectivas familias, no ganan el concurso. Confunden la tenacidad con las cualidades literarias y siguen intentándolo hasta el aburrimiento con el mismo cuento en otros concursos. Son cuentos forzados, que huelen a memoria con naftalina, a revelación de pólvora mojada.

Publicado el 15 de enero de 2009 a las 14:15.

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La hija de la amante, de Homes

Archivado en: La hija de la amante, Homes, autobiografía fragmentada, Cosas que debes saber

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El 11 de diciembre de 2008 supe que la escritora estadounidense A. M. Homes es adoptada. La entrevista está publicada en el número de diciembre de Qué leer. Y se apoya en la edición de La hija de la amante (Anagrama, 2008), la autobiografía de Homes, donde donde la autora, como se usa ahora, necesita explicarse brevemente, parcialmente, fragmentariamente..., mente mente, desde una edad en la que aún tiene tiempo para cuatro o cinco autobiografías semejantes.

La hija de la amante fue una especie de revelación para mí. Supe que sus padres adoptivos son mayores y judíos; supe que vivió la condición de adoptada como una herida, con dolor; supe que Homes es madre por inseminación artificial.

No descubrí en esta autobiografía que Homes fuera una escritora extraordinaria. Porque no hacía falta llegar a este libro para confirmarlo. Tampoco me sorprendió la necesidad de Homes por establecer un vínculo con la Realidad (la mayúscula no es casual) ni su exploración de la Maternidad (de nuevo la mayúscula tiene intención).

Cuando me dicen que Homes es realista, la retratista de un mundo contemporáneo de perversiones, digo que sí... (sin convicción). Porque creo que Homes ha encontrado en sí misma un mundo terrible en el que muchos reconocen sus propias heridas, sus anhelos, sus frustraciones.

Tragué muchos sapos para leer la colección de relatos Cosas que debes saber (Anagrama, 2006). Y ahora, después de leer esta autobiografía fragmentada, comprendo mejor "La lección china" o "Geórgica", dos cuentos durísimos.

Publicado el 12 de enero de 2009 a las 15:45.

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Maruja Torres gana el Nadal

Archivado en: Maruja Torres, Nadal, iconoclasta

Maruja Torres (MT), la articulista ácida de El País de Madrid, ha ganado el premio Nadal de novela, de la editorial Destino. No leeré esta novela, ni falta que le hace a MT que nadie la lea. Ya ha cobrado 18.000 euros.

Es la misma MT que ganó el Planeta en 2000 con otra novela que pocos recordarán. Supongo que a MT también le daba lo mismo si leíamos o no Mientras vivimos, porque el Planeta tenía un premio de 50 millones de pesetas (300.000 euros).

Destino convoca el Nadal; Seix Barral, el Biblioteca Breve; Espasa Calpe y El Corte Inglés, el Primavera; la Diputación de Alicante y Planeta, el Azorín; La Fundación José Manuel Lara y Planeta, el Premio Fernando Lara; Planeta, el Planeta...

Destino, Seix Barral, Espasa Calpe, Planeta, Ariel, Ediciones del Bronce, Emecé y otras...: editoriales que forman parte del Grupo Planeta.

Hoy he leído el adjetivo iconoclasta dedicado a MT. ¿Iconoclasta?

El mundo gira.

 

Publicado el 7 de enero de 2009 a las 19:00.

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El infierno imbécil

Archivado en: Literatura, lecturas, Martin Amis

El infierno imbécil, de Martin AmisEl infierno imbécil (El Aleph Editores, 2008) es un rescate/refrito de textos periodísticos (críticas, perfiles y reportajes) de Martin Amis, publicados en los años 70 y 80 (Observer, New Statesman, Sunday Telegraph, Vanity Fair, Tatler y London Review of Books).

No olvidaré:

-"Truman Capote: el hombre que conoce a todo el mundo". El perfilador perfilado. (Espero que otra promesa de la literatura perfile a un Amis añoso, ¡el espectáculo debe continuar!).

-"Elvis: él lo hizo a su manera". La crítica literaria como doble perfil: de Elvis y del autor de un libro feroz sobre la decadencia y el fin de Elvis. Amis aniquila con elegancia al autor de la biográfía que destroza a Elvis.

-"Steven Spielberg: asombro juvenil".  Con un soberbio final, digno de escuela de periodismo de perfiles.

El infierno imbécil, desde el título, es una invitación a la lectura. Aunque quizá una coma entre infierno e imbécil me hubiera provocado más... La faja amarilla, supuestamente promocional, desanima así: "Amis se acerca en estas páginas a sus grandes pasiones: Saul Bellow, Gore Vidal, Philip Roth, Norman Mailer, Truman Capote, Joseph Heller, William Burroughs, Kurt Vonnegut, John Updike, Paul Theroux, Brian de Palma...". Esa faja vendería más si citara otros contenidos de esta edición: Reagan, Hefner y sus playmates, el artículo a propósito del sida (escrito en 1985, antes de que fuera Sida o SIDA, o S.I.D.A.).

Un detalle: ¿con qué criterio eligió Amis a "sus escritores"?, ¿los eligió él o se los eligieron?, ¿dónde están, por ejemplo, Shepard (Niños enterrados, 78), Carver (Catedral, 83) o Don Delillo (Ruido de fondo, 85)? Parece que Amis sigue la corriente fácil, elige a quienes más sonaban entonces, no a los mejores.

Rebufo: Periodistas, la mejor fuente para llenar el hueco de la necrológica y salir del paso cuando mueran algunos señores estadounidenses. ¡Nada de corta-pega en san google!, ¡nada de traducir las notas de agencia! Aquí hay material útil para unas cuantas necrológicas próximas.

Publicado el 5 de enero de 2009 a las 12:00.

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Josean Pérez

Josean Pérez

Donostiarra nómada, licenciado en Comunicación, doctorando que estira el gerundio desde hace más de diez años, caprichoso de las botas de montaña, lector (maniático de los cuentos y de las crónicas).

Desde hace más de 20 años, las señoras que me conocen (y que aún no han muerto) me dicen: "Cómo has crecido". Yo ya no les digo que tengo la misma estatura, tampoco les digo ya que no quiero caramelos ni chocolate, que prefiero un bocadillo de chorizo o un buen plato de lentejas.

 

MIS ASESORES

Pedro de Miguel. Peter. Bilbaíno de adopción. Licenciado en Historia. Lector inopinado. Micólogo. Hombre bueno y discreto. Gracias a él descubrí a McCarthy, comprendí a Nabokov, leí El vaso de plata de Marí... Algunos dirán que Peter murió el 12 de agosto de 2007. Sí, pero para el asesoramiento literario no hay perfiles perfectos.

Francisco Ostolaza. Patxi. Donostiarra. Montañero friolero/friolento. Licenciado en Químicas. Excelso catador de moras (zarzamoras). As de la orientación con brújula. Si Patxi me dice que un libro es bueno..., es bueno. Gracias a él descubrí a Mrozek o Askildsen.

Mº José Hughes. Fefi. Montevideana. Cantante frustrada. Escritora y cineasta. Licenciada en Comunicación. Si Fefi dice que un libro es malo, es porque le falta amor (no cursilería o sirope, ¡amor!), o porque lo rebusca en el agujero equivocado. Por eso, Fefi defiende a Yiyun Li o a Ring Lardner, por eso desprecia algunos cuentos con agujero de Flannery O'Connor.

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