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Blog de Alberto Castillo

Sin acritud

Quien gana es el mejor

Archivado en: Editorial, elecciones primarias, Tomás Gómez

"Marchemos todos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional". Las palabras del Rey Fernando VII, pronunciadas en el Manifiesto a los españoles de 1820, tras ser obligado a jurar la constitución que él mismo había abolido, son el exponente de cómo las circunstancias obligan a cambiar el paso.   Cierto es que Fernando VII, en cuanto escampó la tormenta, volvió a las andadas, se pasó "La Pepa" por el forro de sus reales y volvió por sus fueros absolutistas. En el PSOE  están aún en la primera fase, la de la conversión al tomasismo, y confiemos en que les dure mucho, incluso hasta después de las elecciones autonómicas. Pero el repentino fervor que ha entrado por el ya candidato socialista a la comunidad de Madrid es casi devoción. "Tomás Gómez se ha merecido ganar, y quien gana es el mejor. Lo va a hacer muy bien y cuenta con todo mi apoyo". Lo ha dicho el presidente del Gobierno, tras mudársele la cara ante el  triunfo de Gómez frente a la que era su candidata. Zapatero no quería a Tomás Gómez ni en pintura. Le convencieron Rubalcaba y José Blanco de que Esperanza Aguirre se lo devoraría de un plumazo y que la única manera de recuperar Madrid pasaba por apartarle y apostar por Trini Jiménez. El aparato socialista se puso manos a la obra: que si quítate de en medio y da un paso atrás, que si es el candidato de la derecha, que si su mayor activo es haber dicho no a Zapatero... Pero el chico díscolo se colocó el aparato por montera, aguantó el chaparrón y las presiones y se convirtió en candidato venciendo a Trini limpiamente con el voto de los militantes. Una bofetada al liderazgo de Zapatero. Y quién te ha visto y quién te ve, los principales dirigentes  que apoyaron a la ministra en su fallida segunda travesía madrileña se transmutan y salen en tromba deshaciéndose en elogios al ganador, que hasta hace nada daban por muerto.  Zapatero era trinista hasta el arco de las cejas, pero ahora, haciendo de la necesidad virtud, es mas tomasista que nadie. Como él, Rubalcaba, José Blanco, o alcaldes que un día se acostaron con el ex regidor de Parla y se levantaron con la ministra de Sanidad. Al igual que Fernando VII, donde dije digo, digo Diego. Es comprensible la urgencia de pasar página cuanto antes, cerrar las heridas, aparentar normalidad y transmitir unidad. Y de aprovechar el "efecto Tomás" y confiar en que el interés mediático alcanzado no decaiga de aquí a las elecciones, cosa harto improbable. Pero ni Groucho Marx lo hubiera podido expresar mejor: "Éstos son mis principios; si no le gustan, tengo otros".

Publicado el 11 de octubre de 2010 a las 09:30.

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Fractura socialista en Madrid

Archivado en: Editorial, elecciones primarias, Tomás Gómez, Trinidad Jiménez

Las elecciones primarias que se han celebrado este fin de semana en Madrid han trascendido de su ámbito autonómico y se han convertido en un termómetro para pulsar el estado de opinión del PSOE y el sentir de la militancia hacia su líder en  un momento especialmente convulso y con todos los vientos en contra. Por más que lo quieran vender como un sano ejercicio democrático, el proceso de primarias que culminó con la derrota de la ministra de sanidad, Trinidad Jiménez, en sus aspiraciones de ser la candidata socialista que dispute la presidencia de la Comunidad de Madrid a Esperanza Aguirre, ha supuesto un fuerte varapalo al liderazgo del presidente del Gobierno y ha abierto un periodo de incertidumbre que para muchos se interpreta como el inicio del ocaso de Rodríguez Zapatero y el principio del post-zapaterismo. Es la primera vez que el presidente es cuestionado por su partido, cuya militancia en Madrid aprovechó la injerencia del aparato en el proceso y su apoyo explícito a la candidata designada por Zapatero para expresarse en un plebiscito contra el líder hasta ahora incuestionado. El apoyo de Zapatero la ministra fue tan explícito, -el propio Zapatero ha reconocido que se equivocó - que las bases votaron a Tomás Gómez como una manera de censurar al presidente. A siete meses de las elecciones autonómicas, la derrota de Trinidad Jiménez, y con su derrota, también la de Zapatero, deja el peor de los escenarios, con un partido dividido y con todas las encuestas en contra. Si se cumplen todos los vaticinios que justificaban la apuesta por la candidatura de Jiménez, el hoy triunfador Tomás Gómez se estrellará contra el muro de Esperanza Aguirre el próximo 22 de mayo y se reabrirán las heridas que se han cerrado en falso con las declaraciones de apoyo en masa al ganador de las primarias. Y mientras, los ojos del socialismo miran a su presidente, que sigue deshojando la margarita de si concurrirá a un tercer mandato. Zapatero guarda silencio, pero solamente un pronunciamiento explícito acerca de su futuro político permitirá cortar de raíz las especulaciones que esta incertidumbre provoca, y los movimientos internos con  las miras puestas en el postzapaterismo. En este escenario, dos nombres han quedado en cuestión, los que le mal aconsejaron implicarse personalmente a favor de Jiménez, y deberán asumir su responsabilidad en el fracaso y en los efectos que esta derrota provoque. El posicionamiento en el reparto de los restos del naufragio que preparaban Rubalcaba y José Blanco, se les ha ido de las manos.

Publicado el 7 de octubre de 2010 a las 13:00.

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La lucha de David contra Goliat

Archivado en: Editorial, Tomás Gómez, Trinidad Jiménez, elecciones primarias

La guerra interna en el PSOE por encabezar la candidatura que disputará la presidencia a Esperanza Aguirre se ha convertido en un problema político para la dirección federal del PSOE. No pensaba Rodríguez Zapatero que el que fue alcalde más votado de España, holandés de nacimiento y parleño hasta la médula desde sus primeros recuerdos, le iba a plantar cara. Cuando le llamó a Moncloa para pedirle que dejara libre el camino a Trinidad Jiménez, que las encuestas no le acompañaban y que su grado de notoriedad pública era más bien escaso, no contaba con que Tomás Gómez no estaba dispuesto a doblegarse, ni tampoco que el díscolo secretario general del PSM iba a aglutinar en torno a sí el sentimiento de rechazo interno al liderazgo de Zapatero. El pastorcillo David contra el gigante filisteo Goliat. Tomás Gómez no cedió a las pretensiones del presidente, como antes había ignorado las presiones de Pepe Blanco y de Rubalcaba, pues se sentía respaldado por una amplía mayoría del Comité Regional. Las bases tienen la palabra. Dispuesto a vender cara su piel, esa resistencia numantina es lo que le está generando más adhesiones. Gómez encarna la rebelión de las bases contra las designaciones a dedo. La rebeldía y la insumisión ante el poder, tan escasa entre los políticos, se han convertido en su principal activo. A pesar de las maniobras y las trampas que le tienden en el camino. Como la decisión de Ferraz de permitir el voto a los militantes de la disuelta agrupación de Móstoles. O el veto a la celebración de unas primarias en Leganés que estaban avaladas por el 40% de los militantes. Pero Tomás Gómez se ha empeñado en demostrar que la militancia tiene madurez suficiente para elegir el mejor de los candidatos. Y ha tenido momentos de indudable oportunidad política, como la presentación de su candidatura con un baño de multitudes en la sede de UGT el mismo día en que se escenificaba en Rodiezmo la ruptura de los sindicatos con Zapatero. No se puede vaticinar el resultado de las primarias, ni acabará la guerra con la proclamación del candidato, porque si no consigue ser elegido, seguirá como secretario general y en su mano está la elaboración de las listas municipales, pero no se puede negar que ya ha ganado la batalla de la perseverancia. Y que el  desconocido Tomás Gómez tiene ahora la notoriedad mediática de la que antes carecía. Pero se enfrenta a una grandísima candidata como es Trinidad Jiménez. Entre uno y otra, que gane el mejor.

 

Publicado el 10 de septiembre de 2010 a las 09:45.

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Alberto Castillo

Alberto Castillo

Director de Gente en Madrid. Periodista madrileño, de 46 años, cuenta con una dilatada experiencia en medios. Ha sido subdirector general de la Agencia de Noticias Servimedia. Gran parte de su carrera profesional ha estado vinculado a la radio en distintas cadenas. Comenzó en la Cadena Rato en los años 80 y de ahí pasó a la COPE, cadena en la que fue redactor de informativos locales, redactor jefe del informativo matinal "La Mañana" (con el desaparecido Antonio Herrero), redactor jefe de informativos de fin de semana y jefe de prensa. Su última etapa en la radio fue en la extinta Radio España-Cadena Ibérica.

 

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