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Blog de Alberto Castillo

Sin acritud

Confundir la velocidad con el tocino

Archivado en: Editorial, limitación de velocidad a 110 km/h

La última ocurrencia de rebajar a 110 el límite de velocidad permitido para circular en autovías, que supuestamente persigue reducir la factura energética ahorrando en el consumo de gasolina y de paso cuidando el medio ambiente no deja de ser una muestra más de la improvisación a que nos tiene acostumbrados este Gobierno. Ha dicho el presidente Zapatero que limitar la velocidad a 110 kilómetros por hora es bueno porque así salvaremos vidas y gastaremos y contaminaremos menos. Pero, a renglón seguido, añade que ojalá esta medida tan "beneficiosa" pueda levantarse cuanto antes. ¿Pues en qué quedamos? Si es tan buena, que se mantenga en el tiempo, y si no, que dejen de abusar de la paciencia de los españoles. No sé a quién se le habrá ocurrido esta genialidad, pero evidentemente, si circulamos a 110 por hora gastamos menos combustible, y mucho menos todavía a 90, y menos aún si vamos en el coche de San Fernando, la mitad a pie y la otra caminando. Si de verdad con esta medida se persigue conseguir un uso más racional del automóvil y una reducción de la contaminación, se debe pensar en iniciativas más amables y menos prohibicionistas que fomenten la movilidad sostenible y la utilización del transporte público. Para empezar y por dar ejemplo, reducir los coches oficiales. Potenciar prácticas como el uso compartido del vehículo entre varios usuarios, habilitar carriles bici en las ciudades, peatonalizar y cerrar calles al tráfico, y en definitiva, desarrollar una educación cívica que fomente el respeto al medio ambiente y el uso racional del vehículo privado. La sensación generalizada que ha provocado esta medida es que la reducción del límite de velocidad sólo persigue incrementar las multas a los conductores y aumentar la recaudación para las maltrechas arcas del Estado. Este Gobierno es experto en distraer nuestra atención, y nos acaba de pasar otro ladrillo por debajo de la puerta. Mientras los ciudadanos estamos enzarzados en debates sobre la velocidad en las carreteras o seguimos discutiendo sobre la ley antitabaco, dejamos de hablar de otros asuntos de mayor gravedad como el imparable aumento de las cifras del paro, las dificultades de las familias para llegar a fin de mes, la inflación galopante, la falta de crédito para autónomos y pymes, o los falsos EREs de la Junta de Andalucía. Hay medidas más realistas para reducir el gasto energético. La primera, abandonar la demagogia sobre las centrales nucleares. Y para acabar con los accidentes, empezar por eliminar los puntos negros de las carreteras.

Publicado el 3 de marzo de 2011 a las 12:30.

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Una norma común sobre el burka

Archivado en: Editorial, Barcelona, Burka, velo, Niqab, prohibición

Barcelona ha enarbolado la bandera de la lucha contra el burka y se ha convertido en la primera gran ciudad española que prohíbe el acceso a las dependencias e instalaciones municipales a las mujeres que vayan cubiertas con el velo integral. De esta manera sigue la estela de otras ciudades de Cataluña como Tarragona, Lleida o El Vendrell, y más recientemente Coín, en Málaga, que han regulado las normas relacionadas con la utilización del niqab y el Burka en lo espacios públicos. De continuar por esta senda, la existencia de numerosos ayuntamientos en cuyos territorios conviven diferentes confesiones religiosas puede propiciar una peligrosa deriva en la que las corporaciones locales entren en una espiral reguladora de las normas de convivencia intercultural con el fin de garantizar la igualdad real entre hombres y mujeres. Se puede justificar la prohibición de estas prendas en lugares públicos con el argumento de que su uso no garantiza la seguridad jurídica al dificultar la identificación de las mujeres que porten estos símbolos religiosos, o que dificulta igualmente su integración en la sociedad. Cierto es también que la presencia de mujeres con el velo islámico no necesariamente implica incidentes o problemas de convivencia, salvo cuando su uso entra en contradicción con normas de régimen interno como ha sido el caso de colegios e institutos cuyos consejos escolares han determinado la pauta a seguir. Ante la falta de un criterio común que aplicar en cada caso, no es menos cierto que el uso del burka o del velo islámico implica un trato desigual entre el hombre y la mujer, mas concretamente de la mujer frente al hombre, y un claro obstáculo que interfiere en su desarrollo personal. Por estas mismas razones hay que evitar que la regulación de estas prendas sea decidida de manera unilateral en cada municipio como está ocurriendo en estos momentos y que sean las Cortes las que decidan sobre la cuestión. Se requiere un análisis sosegado y una mayor reflexión que de cómo fruto una regulación general que fije las pautas comunes de actuación para evitar contradicciones y el incesante goteo de decisiones municipales aisladas. El ministro de Justicia ha adelantado en esta línea que la futura ley de libertad religiosa limitará el uso del burka en los espacios públicos. Gobiernos como el de Francia ya han zanjado definitivamente este debate estableciendo una norma común de aplicación para todo el territorio.

Publicado el 17 de junio de 2010 a las 10:15.

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No nos pongamos el velo en los ojos

Archivado en: Editorial, Velo, Hiyab, Pozuelo, Religión, Tolerancia, Integración

La joven española de origen marroquí Najwa Malha, alumna del instituto Camilo José Cela de Pozuelo, no ha querido quitarse el velo para asistir a clase. Su opción era aceptar las normas internas del centro, recogidas en el Reglamento de Régimen Interior, o esperar a que el Consejo Escolar del instituto hiciera una excepción y le permitiera entrar en el centro con la cabeza cubierta por su hiyab, lo que no se permite al resto de alumnos, a los que se prohíbe llevar gorras, sombreros, pañuelos o cualquier prenda que les cubra la cabeza. El Consejo Escolar, formado por profesores, padres, alumnos, personal del centro y por la propia concejala de educación de Pozuelo rechazó por quince votos a dos modificar su normativa y permitir que Najwa siguiera llevando el velo islámico. Lo contrario hubiera sido hacer de la excepción una norma. El paso siguiente es garantizar su derecho a la educación -que en ningún caso se ha puesto en cuestión- y para ello la joven Najwa será trasladada a otro instituto donde no exista la prohibición de ir a clase con el velo. La polémica se da por zanjada de momento, porque pasado mañana aparecerá un nuevo caso en cualquier lugar de España. Dos ministerios, el de Educación y el de Justicia, han expresado su opinión contraria a la prohibición del velo en las aulas, frente a la postura del Gobierno de Madrid, favorable a respetar la libertad y autonomía de los centros para decidir sus normas de actuación. Eso y nada es lo mismo, y aquí hay que coger el toro por los cuernos, pues firmeza no significa intolerancia. Las leyes deben ser aceptadas y respetadas por todos, al margen de procedencias e ideologías políticas, culturales o religiosas. El problema es que no hay una posición común que hacer valer, pues se ha preferido dejar la última palabra a los colegios en lugar de plantear una posición única para todos los supuestos, promovida desde un ministerio que tiene mucho que decir sobre este tema. No sobre el uso del velo, sino sobre lo que significa su utilización en una sociedad democrática. A la ministra de Igualdad "no le gusta ningún velo" y pide abordar el debate "con sentido de la responsabilidad, y huyendo de oportunismos y demagogias". Es justo lo que hace falta, abordar el debate con valentía y autoridad moral para salir del vacío legal en que estamos, pero sin olvidar el fondo de la cuestión, que el verdadero significado del hiyab islámico no es otro que la supeditación de la mujer al hombre.

Publicado el 23 de abril de 2010 a las 20:45.

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Alberto Castillo

Alberto Castillo

Director de Gente en Madrid. Periodista madrileño, de 46 años, cuenta con una dilatada experiencia en medios. Ha sido subdirector general de la Agencia de Noticias Servimedia. Gran parte de su carrera profesional ha estado vinculado a la radio en distintas cadenas. Comenzó en la Cadena Rato en los años 80 y de ahí pasó a la COPE, cadena en la que fue redactor de informativos locales, redactor jefe del informativo matinal "La Mañana" (con el desaparecido Antonio Herrero), redactor jefe de informativos de fin de semana y jefe de prensa. Su última etapa en la radio fue en la extinta Radio España-Cadena Ibérica.

 

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