Vuelos triscaidecáfobos con Iberia
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Ayer volé en un avión de Iberia que no tenía fila de asientos número 13. Felicito a la compañía por su afán de protegernos con un empeño que va mucho más allá de los mínimos exigidos por las leyes internacionales de seguridad aérea, ajenas a cuestiones cabalísticas y, por tanto, notoriamente insuficientes.
La medida también revela el grado de confianza que tienen los responsables de Iberia en la tecnología de la que dependen nuestras vidas, y que al parecer necesita algunos pequeños refuerzos esotéricos. A mí, la supresión del número 13 me produjo la misma tranquilidad que si hubiera visto al piloto entrando al avión a la pata coja para no pisar con el pie izquierdo, cruzando los dedos antes de encender los motores de una máquina tan sofisticada y llena de tornillos o besando una pata de conejo al empezar el despegue.
Animo a Iberia a que no escatime en medidas de seguridad. En estos tiempos de abundantes catástrofes aéreas, cualquier precaución es poca. Propongo que cancele los vuelos programados en martes, que exija a los pasajeros su carta astral y deniegue el acceso a aquellos cuyo horóscopo señale alguna desgracia y que, faltaría más, prohíba viajar a los tuertos.
Publicado el 15 de abril de 2010 a las 20:30.