Noticias de Palencia

Se acabo el Carnaval. Dulce y amarga es la despedida de esta fiesta. La quema de la Sardina en la capital, de La Vieja en el municipio de Venta de Baños o de La Galleta en Aguilar puso el punto final a una celebración destacada por su colorido.

Claro que una buena despedida carnavalera no puede limitarse a un desfile y una quema. Necesita de unos buenos sermones, que hagan referencia en clave de humor y de forma crítica e irónica los logros y no tan logros de los responsables institucionales y como no, de está crisis económica. El soterramiento del ferrocarril a su paso por Palencia, la nueva edad de jubilación, el carril bici o el Palacio de Congresos La Tejera fueron objeto de sus versos.

Pero si hay algo que destacar de este Carnaval ha sido la participación ciudadana. Los palentinos se hicieron valientes y enfundados en sus disfraces decidieron salir a la calle afrontando el frío que ha marcado este año Don Carnal. Pero volvemos al día a día, y con él vuelve el gran problema; la falta de consenso político sobre la búsqueda de soluciones a la situación económica. Prueba de ello es que el debate entre el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y el líder del PP, Mariano Rajoy, se materializó sin la posibilidad de llegar a un gran pacto.

Publicado el 19 de febrero de 2010 a las 11:30.

               

El Carnaval de 2010 tendrá este año una prenda conocida: un cinturón bien apretado. Llegó y con él, el momento de dejar de un lado nuestra vida habitual y adquirir esa personalidad con la que siempre hemos soñado. También es tiempo para desinhibirse y jugar a ser algo que no nos atrevemos a ser durante el resto del año. La crisis económica y José Luís Rodríguez Zapatero serán sin duda los pilares de las comparsas, caracterizaciones y discursos irónicos, pícaros y sarcásticos con los que se repase la actualidad política y social del último año. Música, baile, ganas de pasarlo bien y de criticar, aunque sin esperanza de que las plegarias vayan a ser atendidas, y soluciones ante la crisis económica se postulan como los protagonistas de la próxima fiesta de Carnaval.

Pero pongámonos serios. No vale criticar indiscriminadamente todo lo que se hace. Si no más bien, se deben de poner encima de la mesa las medidas que los partidos políticos, sindicatos y los colectivos sociales creen que pueden funcionar. Hay que plantear soluciones y aplicarlas deprisa porque eso es gobernar.

Y ya que estamos en Carnaval, a guasa es como deberíamos de tomarnos los palentinos eso de salir en los telediarios a nivel nacional por una polémica ficticia creada en un pequeño pueblo de la provincia de Palencia, como se ha oído estos últimos días. Y es que ‘sorpresa’ es la palabra que mejor define la expresión que ha suscitado en Palencia la polémica que envuelve desde el pasado lunes a uno de los nuevos murales que el artista Antonio Guzmán Capel ha pintado para la ermita de La Piedad de Herrera de Pisuerga.

Todo ello, después de que el representante del PSOE, Teodoro de la Fuente, denunciara públicamente que en uno de los murales, el de La Adoración de los Reyes Magos, el artista incluía los rostros de dos familiares del regidor herrerense y se apreciaban rasgos del propio alcalde, Javier San Millán. Capel ha dejado claro que en sus cuadros coge modelos cercanos a su persona, de hecho en el lienzo aparecen su mujer y su hijo.

Sin duda, la resonancia que ha tenido esta noticia ha sido más que desproporcionada, y sobre todo, no se corresponde con la realidad de la gestión de la obra y de su ejecución.

Publicado el 11 de febrero de 2010 a las 22:15.

               

Aunque durante estos días vivimos el Carnaval en el que la máscara adquiere una especial importancia ya que es uno de los elementos esenciales de la peculiar fiesta, ésta no tiene un plazo determinado, es más, yo diría que es algo constante a lo largo de nuestra vida.

 

Vivimos en una sociedad en la que resulta difícil el poder conocer y llegar a confiar plenamente en alguien y es que junto a los ropajes, visibles a los ojos de la gente, que pueda llevar cada persona con el paso de los años para tapar su cuerpo o disfrazarse en días como los que vivimos de aquel que anhelamos ser, a la persona se la van añadiendo máscaras invisibles, que hacen que se muestre de una u otra forma en distintos momentos o circunstancias de la vida.

Por eso, en estas fechas, a las mentiras que habitualmente estamos acostumbrados a oír hay que añadir las propias y puntuales de las fiestas de Carnaval, en las que nos divertimos mintiendo, fingiendo, simulando e interpretando con el pretexto de hacer el honor a Don Carnal. Porque sentir, manipular la verdad u ocultarla, es ya una práctica tan antigua como la vida misma y constituye un fenómeno inherente al hecho de vivir.

Todos mentimos, quien más y quien menos, algunos con maldad y otros porque no les queda más remedio. A otras como yo, sin embargo, nos cuesta muchísimo mentir, pero esa sinceridad tan difícil de encontrar en este mundo, la mayoría de las veces sin entenderlo y sin saber el porqué, se vuelve en contra tuya como un bumerán. Con lo cual vas aprendiendo y empiezas a comprender que si todo el mundo lo hace tu también debes hacerlo.

Y es que la vida misma a veces se nos antoja una gran mentira, de ahí que en ocasiones se diga que la realidad supera a la ficción. Pero las mentiras en esta fiesta constituyen esta manera de mentir. Las otras mentiras, las que practicamos a diario desde el egoísmo, la ambición y la rivalidad, no hacen si no amargarnos a todos un poco la existencia. Justo lo contrario de lo que pretende el Carnaval.

Publicado el 23 de febrero de 2009 a las 10:30.