Yo me quedo con la reflexión de Josu Iztueta -más sabe el viajero por viejo que por viajero, jaja- sobre que somos unos privilegiados.
Los viajes más impresionantes, grandes, terribles o extremos que emprenden muchas personas, los llamados "viajes de su vida", son en contra de su voluntad. Nosotros, somos unos caprichosos.
Cada vez me impresiona más las enormes travesías que miles, millones, de personas en el mundo emprenden a diario: para emigrar, para buscar una vida mejor, huyendo del hambre, de conflictos, de guerras, de amenazas, del repudio de sus vecinos por su condición religiosa, sexual o social. Quizás no hay nada más terrible que salir de tu casa, de tu hogar, con loo que llevas en los bolsillos y saber que posiblemente nunca volverás. A nosotros, cuando nos preguntan por qué viajamos. Francamente, no sabemos muy bien qué responder. Obvio. No tenemos razones y además, sabemos, que el hogar seguirá estando en su sitio.
Es el capricho. Poderoso, sin duda. Ansias de conocer y ver. Pero un capricho.